miércoles, 23 de junio de 2010

SEMBRANDO FUTURO

















Las esperadas y alentadoras visitas del Superior Provincial, P. Nazario Izar de la Fuente (5-V-1960 y 3-I-1963) dan nuevos impulsos a la joven Fundación y abre nuevas y audaces perspectivas de futuro. Su gran preocupación fue fortalecer los lazos comunitarios. Los Hermanos llevaban varios años juntos en los colegios de Viña del Mar y La Laguna del valle de Curacaví y los inevitables roces y diversidad de criterios afloraban causando más de algún malestar.
"Encontré a la comunidad con cierta inquietud como quien recela porque todo no va bien y al mismo tiempo espera y anhela renovarse. Tanto en Viña como en La Laguna había problemas de vida comunitaria y también por diferencias de criterio.
A pesar de esas deficiencias que sin duda han perjudicado al espíritu de familia ha asistido en todos buen deseo y se ha trabajado mucho y bien en las dos obras que teníamos encomendadas: lo atestiguan el fruto académico del Liceo de Viña y el testimonio de personas acreditadas tanto en Viña como de La Laguna.
Ha sido trabajo entre los humildes: todos los alumnos son gratuitos y de familias pobres salvo raras excepciones."
El Superior provincial realizaba una ardua tarea hablando con cada uno de los hermanos, conociendo cada rincón, inyectando nuevos ánimos, levantando aún más los ideales y señalando rutas luminosas para el futuro.
En esos primeros años, el florecer de la Comunidad viatoriana no se da en forma superficial y calculadora como quien proyecta una empresa para lucrar con la educación, sino que requirió de una vocación de profunda consagración a Cristo y una comprometida vida en fraternidad. Los religiosos, junto con renunciar a su Patria y afrontar nuevas dificultades no se dejaban amedrentar por los desafíos sino que se sentían partícipes de un proyecto de conquista espiritual a través del carisma congregacional que la Iglesia les había confiado.
"Tanto durante los días de ejercicios espirituales como en posteriores meditaciones y conferencias se ha hablado sobre la autenticidad religiosa. Religiosos y apóstoles, recalcando la absoluta necesidad de un mayor espíritu misionero y de familia.... la santa regla en sus puntos esenciales se ha cumplido en ambas residencias: lo mismo hay que decir de los votos y ejercicios de piedad".
La pequeña comunidad de viatores misioneros fundadores en Chile, había soportado la lejanía de sus familiares, una pobreza heroica, la dedicación sacrificada al trabajo de la educación consagrada totalmente a los más pobres, y al enfrentar una serie de retos, sin duda hacía acumular una fuerte carga emocional que afloraba al compartir las experiencias y sentimientos con el P. Provincial. Queda reflejada en su mensaje de despedida:
"La Providencia que nos ha favorecido visiblemente continuará bendiciendo nuestros esfuerzos con tal de que seamos todos auténticos C.S.V siguiendo en la línea que nos marca nuestro P. Fundador guiados por los superiores.
He aquí algunas consignas que dejó a los C.S.V. de la provincia española destacada en Chile después de agradecerles las atenciones que han tenido para conmigo estos dos meses.
- Las misiones de la provincia en Chile deben formar un “unum” a pesar de la distancia que las separa y del carácter de las obras: formar una sola familia.
- Cultiven el espíritu misionero y mantengan el espíritu que animó a los superiores al iniciarse la misión: espíritu de pobreza en los religiosos y dedicación al pobre.
- Los Directores fomenten en sus comunidades la vida de unión con Dios...
- Traten los Directores de hacer grata la vida abnegada de trabajo de los coadjutores: siembren el espíritu de alegría pero sin concesiones opuestas a la Regla.
- Vean cómo hacer de cada colegio un centro de apostolado organizado, catequesis, AC. etc..."
El P. Miguel Sudres, Superior general que amaba la misión chilena con predilección, pronto escribió una carta muy sentida dirigida a los Hermanos de Chile, animándoles a continuar trabajando con esfuerzo.
"Mis queridos hermanos:
Acabo de leer, con el corazón tanto como con los ojos, el informe del R. P. Provincial de la visita canónica.
Doy gracias al Señor, con él, por todo el bien que nuestra Congregación realiza en aquellas tierras. Con mucho gusto os felicito y os animo a que continuéis trabajando esforzadamente "
Y después de compartir sus reflexiones con su corazón de padre y pastor concluía:
"Mi corazón mantiene siempre muy viva la llama en lo que toca a esta misión de la Inmaculada que me gustaría volver a contemplar para darme cuenta de vuestras dificultades, de vuestros esfuerzos y de vuestros éxitos. ¡Ay, quizá no podré hacerlo nunca! ¡Dios lo sabe! El que siembra no debe preocuparse de saber si verá o no la cosecha que otro quizá recogerá.
El apostolado es duro, mis queridos hermanos. Pero más duro y más terrible es no ser santos cuando uno está unido a una obra de santidad.
Os deseo la alegría de los santos, la alegría de Jesucristo y de los verdaderos apóstoles que viven juntos, unidos en el amor de Jesús y en El me reitero de todos affmo. s.s. y padre. Miguel Sudres. c.s.v., Superior General".
Las visitas del P. Nazario fueron un aliciente para que los hijos del P. Luis Querbes robustecieran su mística evangelizadora y se insertaran carismáticamente en la Iglesia chilena. Se sintieron más fuertes y confirmados en el trabajo en que estaban comprometidos.
Entre los frutos prácticos de las visitas canónicas del Superior provincial está la llegada de nuevos refuerzos y la apertura de nuevas obras. Los Hermanos José Antonio Izaga y Miguel Uzábal pronto se ganan a sus pequeños alumnos y apoderados, y se hacen chilenos con los chilenos. Antes había arribado el Hermano José García. El 2 de febrero de 1961 el Superior General imponía el crucifijo de misioneros y despedía en viaje a Chile a los Hermanos Jesús Gorostiza, Juan Urquiza y Adelfo Álvarez. El P. José Quintanal tomó el avión en julio para incorporarse al Liceo San Antonio y tomar posteriormente la Dirección en marzo de 1960. El 11 de febrero de 1961 iniciaban viaje los Hermanos Daniel Montalbán y Javier Aguirre quienes recibían el crucifijo de misioneros en el Castillo de Javier. Con su presencia, la Comunidad se siente muy animada y reconfortada. La reciente fundación de la Laguna y la futura de Ovalle y Puente Alto abren nuevos horizontes de expansión.
Durante esta época la opinión pública de América Latina se está ocupando con vivo interés de los problemas del campo. El subdesarrollo, con sus terribles consecuencias que engendra el “drama del siglo”, y la inseguridad social, que crea las tensiones que amenazan la estabilidad del continente, encuentran una de sus principales fuentes en el problema de la tenencia de la tierra cultivable.
El Episcopado Nacional en numerosas ocasiones ha llamado al fiel cumplimiento de las enseñanzas sociales de la Iglesia y recientemente los obispos de Brasil, Colombia y Perú se han comprometido con la reforma agraria. Los congresos de vida rural han sido elocuentes testimonios del interés de la Iglesia, en que religiosos y laicos han estudiado este problema tanto a la luz de los principios de la Iglesia como de la realidad económica, social y cultural de Latinoamérica.
Monseñor Emilio Tagle escribe a Monseñor Manuel Larraín: "No podemos permitir que la Iglesia aparezca ausente de este problema, y sean otras ideologías las que propicien, cuando esto constituye un aspecto de nuestro pensamiento".
Una nueva oportunidad de responder a las necesidades y preocupaciones de la Iglesia se presenta a la joven comunidad viatoriana chilena y se lanza a una nueva inserción entre el campesinado de Melipilla.

Merece destacarse esta obra por tratarse a la vez de una escuela básica y una parroquia que nos recuerda las del P. Luis Querbes. El contacto inicial lo hicieron los padres franciscanos belgas y a petición del Nuncio Apostólico Monseñor Sebastián Baggio, se acepta la invitación realizada por el dueño del Fundo "La Laguna", Don Emilio Madrid Osorio.
Se trata de una escuela de enseñanza primaria, gratuita, subvencionada por el Estado, para los hijos de campesinos quienes además de instrucción y educación recibían su ración de alimentos al medio día. Los alumnos son muy pobres. Se cuenta en las crónicas que los niños sólo tenían un par de zapatos con los que iban a clases y en el recreo, al jugar, se los quitaban para no romperlos.
Los Hermanos no se hacen esperar y con su acostumbrada generosidad, el día 26 de febrero de 1962 se trasladan para formar la nueva comunidad Jesús Gorostiza quien ejercerá como Director, Juan Urquiza, Miguel Uzábal y el P. Roque Mendizábal.
Los comienzos de esta fundación han sido consoladores: 170 niños, número insospechado, acuden al colegio y el celo parroquial de los religiosos se ve correspondido con cariño y devoción por aquella gente pobre, humilde y de gran corazón.
La donación de un terreno de 23 hectáreas que realiza el dueño del fundo crea las ilusiones de una futura casa de formación e incluso el amor a la Congregación hace pensar en un primer noviciado en Chile pues algunos jóvenes comienzan a plantearse la posible vocación viatoriana.
La realidad del Chile de los años 1960 iba a ser remecida. Además de uno de los más grandes terremotos a nivel mundial se unió un maremoto afectando a gran parte del centro y sobre todo del sur del país.
Eran las 14:55 P.M., del 22 de mayo de 1960, se detecta un gran sismo, con probable epicentro den el mar. El cual tuvo una duración de 10 minutos. Más tarde se comprendería que este verdadero cataclismo tuvo 37 epicentros que entraron en acción como una gran cadena. Estos se repartían de Norte a Sur en una extensión de 1350 kilómetros, lo que constituyen unos 400.000 km2. Es por ello que en algunos lugares el sismo concluyó primero. En ciertas zonas, como las comprendidas en Puerto Saavedra y Chiloé, los epicentros se encontraban en la región costera y en algunos puntos cordilleranos motivándose unos a otros, lo que explica la duración del fenómeno.
La magnitud máxima registrada fue de 9,5 en la escala de Richter, y constituye la mayor magnitud registrada de un terremoto en la historia sísmica mundial. El fuerte movimiento abarcó 13 provincias desde Talca hasta Chiloé, incluyendo 11 Provincias afectadas por el terremoto del día anterior. La intensidad máxima alcanzada fue de XI en escala de mercali modificada en la Zona de Valdivia, pero revisando los desastres provocados en algunas zonas, bien se pudo haber asignado una intensidad de XII.
Lo que sobrevino después fue indescriptible: Derrumbes, incendios, inundaciones. Una lluvia copiosa y el maremoto. El cálculo final de muertos y desaparecidos nunca se ha sabido con precisión, ya que, por falta de registros, o falta de datos de zonas demasiado lejanas los informes de la época no coinciden en una cifra única. Se habla de 10.000 muertos.
Varios rectores de la ciudad de Valdivia y 10.000 hectáreas al sur de ella se encontraban inundadas y desde el aire se puede ver, incluso hoy, las granjas y cercas que delimitaban zonas agrícolas y que hoy son parte de las aguas del mar que se internan 100 Kms. hacia el interior. Este fenómeno en un principio fue atribuido a un aumento del nivel de las aguas del mar, pero luego se explicó la verdadera razón del anegamiento: el terreno de la región se hundió con respecto de su nivel anterior al terremoto, una franja de 20 a 30 Kms. de largo y 500 Kms. de ancho se hundieron de golpe, unos dos metros.
La tragedia deja al descubierto una realidad mucho más cruda. La solidaridad de muchos descubre con asombro que emerge entre las ruinas una situación no de pobreza sino de miseria. Los procesos pastorales de la anterior década han ido formando en la Iglesia condiciones de sensibilidad social para denunciar la situación infrahumana que viven grandes sectores.
La comunidad no permaneció indiferente, además de realizar una colecta entre los padres y apoderados para ayudar a los damnificados, acogió en las aulas del colegio a un grupo de 23 niños de la ciudad de Valdivia que quedaron completamente abandonados, con su casa destruida y la familia desaparecida entre las ruinas o arrastrada a las profundidades del mar. Éste fue su hogar mientras el gobierno los reubicaba.
En la carta pastoral "Los Deberes de la Hora presente" publicada por los obispos de Chile denuncian que el terremoto les ha hecho ver con claridad "la miseria silenciosa de una gran porción de chilenos llevada a sus últimas consecuencias por el cataclismo. Los grandes problemas chilenos de la desnutrición, de la falta de casas suficientes, de la escasez de escuelas, de la carencia de trabajo, se ha ido destacando con caracteres más nítidos".
Esto movió a que los cristianos robustecieran un movimiento cada vez más comprometidos en promover los cambios sociales y políticos del país para superar la injusticia social existente. La convocatoria realizada por el Papa Juan XXIII invitando a los obispos de todo el mundo a reunirse en el Concilio Vaticano II, provoca en la Iglesia chilena un despertar a favor de la renovación. Esto se ve reflejado en la carta pastoral del 21 de junio de 1961 en que los obispos invitan a preparar aportes para el Concilio, el cual realizaría su apertura solemne el 11 de octubre de 1962.
La organización pastoral chilena va tomando cada vez más conciencia de su responsabilidad y la urgencia del apostolado social. Toda esta realidad se expresó en la carta pastoral "El deber social y político en la hora presente" del 18 de septiembre de 1962, que después de denunciar la situación de injusticia social en que vive el país, concluye:
"Tenemos contraída con Cristo la obligación de cambiar con la mayor rapidez posible la realidad nacional, para que Chile sea patria para todos los chilenos por igual. No queremos tampoco actitudes violentas y superficiales que dejen intacta la miseria. No queremos tampoco contentarnos, dejando las cosas como están, con vagas promesas de cambio que nunca llega"
Este soplo del Espíritu impulsó a laicos, clero y religiosos a participar arduamente en un gran movimiento de la pastoral nacional, la Misión General de 1963.
La comunidad viatoriana no permanece encerrada en sus muros comunitarios o en sus responsabilidades escolares. Se involucra con todas sus energías en este despertar de la pastoral adhiriéndose al llamado de los obispos y a través de sus tribunas colegiales y misioneras.
"La misión de la Inmaculada de Viña del Mar consciente de la necesidad acuciante de acción apostólica por el ambiente que rodea, se organizó estratégicamente para aprovechar la devoción del pueblo por la Virgen y se lanzó al apostolado exterior. Tres fueron los centros de actuación: la Parroquia, la Gruta de Lourdes de Coraceros y el barrio obrero de la población textil en el Sausalito. Toda la comunidad de una u otra forma participó en la campaña; y en plena calle, "al estilo evangélico" partió la comunidad a llevar el Evangelio a mucha gente.
El carácter de la Misión deja de ser el tradicional. No habrá concentración de masas, sino que se irá en busca del individuo en particular, hombre por hombre, casa por casa, imitando el estilo protestante, creando lugares donde la gente se reúna para orar en grupos pequeños, aunque no vayan a misa y no estén presididos por un sacerdote sino por un laico. La experiencia de la Misión marca en forma definitiva un nuevo criterio pastoral, esto es, la prioridad del anuncio de Jesucristo y su Evangelio sobre la sacramentalización.
"Los Hermanos se plegaron a esta Misión. En La Laguna organizaron un plan de evangelización en todos los fundos cercanos que pusieron en marcha nada más comenzar la Misión en su diócesis antes que en Valparaíso. El 2 de marzo, visitó la zona el Arzobispo de Santiago, Cardenal Don Raúl Silva Henríquez. Hubo una gran concentración en Santa Emilia de Los Rulos, punto céntrico de la comarca y se dio allí un simpático esquinazo al querido Cardenal".

Si la primera visita del Superior Provincial, Padre Nazario en 1960 trajo abundantes frutos de esperanza y compromiso con los más abandonados de la sociedad, en su segunda vuelta por Chile en 1963 quedó muy satisfecho de la obra viatoriana, pero convencido que el esfuerzo debe ser mucho mayor en bien de la Iglesia del país.
Esta vez impulsa una nueva fundación que todos esperan con gran ilusión, se trata de un colegio en la ciudad de Ovalle distante unos 370 kilómetros al norte de Viña del Mar.
El Colegio "El Divino Salvador", adosado a la Parroquia del mismo nombre fue construido por los Padres Franciscanos Belgas para atender las necesidades de los niños y jóvenes de pueblitos alejados de la ciudad que por razones económicas o de lejanía no pueden acceder a una formación cristiana.
El inmueble, además de cuatro salas consta de un amplio comedor, cocina y un dormitorio para treinta niños internos.
Pareció un lugar interesante de apostolado para la joven comunidad viatoriana por ser una zona fría en lo religioso y considerada con escasa moralidad, pero la demasiada lejanía que impedía tener reuniones frecuentes con las demás comunidades religiosas y la falta de profesores eran dificultades serias para una comunidad que comenzaba. Sin embargo la generosidad y reciedumbre de sus hombres le hacía pasar más allá de los obstáculos.
Se realizaron varias consultas a amigos cercanos de la parroquia y a autoridades de la ciudad de Ovalle para tener mayores antecedentes a la hora de concretar un contrato con los Padres Franciscanos belgas quienes se comprometieron a donar el inmueble y habilitar cuatro salas de clases.
Todo dispuesto, se iniciaron las clases el 4 de marzo de 1963 con los tres primeros Clérigos de San Viator: Hermanos César Elorrieta, Daniel Montalbán e Ignacio Arzamendi.
El internado para niños no pudo hacerse realidad quedando solamente la atención a alumnos externos y medio pupilos, es decir, los alumnos que viven lejos se pueden quedar a almorzar sin costo alguno y además tienen estudio dirigido por un religioso en horario extraescolar. La enseñanza es totalmente gratuita.
La llegada de los hermanos puso en guardia a los masones y laicos dueños absolutos hasta ahora de la educación de la niñez y juventud masculina, sin embargo, fueron acogidos con mucha alegría por la población, prueba de ello es que las autoridades civiles, el gobernador, el alcalde y otros se mostraron muy amables y obsequiosos; honraron con su presencia la mesa de la comunidad el día de su llegada y ofrecieron su colaboración y apoyo pues iniciaban así uno de los más grandes anhelos: un colegio católico de varones con un sello propio, donde acuden a matricularse lo mismo el hijo del médico, del ingeniero o del gerente que el hijo de la empleada o los que viven en poblaciones de clase media y pobre.
El impacto que produjo la nueva comunidad viatoriana en la ciudad fue tal que tuvieron que limitar mucho la matrícula para no quitar alumnos a otros centros educativos y suscitar rivalidades desde el primer momento. Al poco tiempo de entrar en funciones, el Ministerio de Educación satisfecho de la excelencia académica y la seriedad en la gestión administrativa, declaró al colegio "Cooperador de la labor Educacional del Estado", requisito indispensable para recibir la subvención estatal y otros beneficios.
El grano de trigo sembrado en tierra chilena comienza a dar buenos frutos. Ya son tres obras dirigidas por los Clérigos de San Viator y se anuncian las primeras vocaciones.
El Superior general, P. Miguel Sudres, sigue con mucha atención y cariño los pasos que se van dando y conoce las dificultades de toda obra que inician sus hermanos. Les escribe diciendo:
"La Laguna y Ovalle no son una fortuna, en el sentido en que le podrían juzgar los espíritus superficiales y terrenos. Ciertamente se encontrará allí a Jesús con su cruz, y a vosotros con él en la cruz, pero sé también que los que tienen el honor temible de llevar a buen puerto estas difíciles empresas, lo hacen con un espíritu apostólico sobrenatural. Sea cualquiera las apariencias, harán mucho por el reino de Dios".
La Fundación comenzaba a germinar robustamente, mas como toda obra buena que crece, también pasa por la prueba y el sufrimiento. Desde sus inicios la obra se fue fraguando en el dolor. Varios Hermanos abandonaron la Congregación. Algunos volvieron a España y otros permanecieron en Chile y se abrieron camino como laicos comprometidos. Las causas fueron varias, tal vez, lejos de su querida Patria sintieron la nostalgia de los suyos y unido al descuido de la vida comunitaria, la vida espiritual fue decayendo hasta enfriarse el espíritu misionero pues, probablemente, las expectativas eran otras o la selección para enviar religiosos a Chile no fue muy clara. Así nos describe esta situación el P. Saturnino San Martín, superior en aquellos años:
"Hubo desde el inicio de la Fundación un punto doloroso: el abandono de la vocación de varios religiosos venidos de España, unos ocho quedaron en Chile. Otros dejaron la Congregación después de varios años, en España; quizá sin tener nada que ver con Chile. ¿Cuáles fueron las causas? Sin duda que varias. Para algunos fue el criterio de selección que en un principio se usó para venir a Chile. No era suficiente el deseo personal de venir a Chile, a veces en busca de una liberación de índole diversa, pero con poco espíritu misionero. Otra causa pudo ser el recargo de trabajo del superior que no tenía tiempo para un diálogo. El no dar debida importancia a la vida fraterna, etc. "
"Momentos difíciles por las pérdidas de vocaciones, falta de adecuada adaptación de los cambios del Vaticano II y se tomó la decisión de reclutar vocaciones chilenas en 1965, año que por estas deserciones el Superior provincial envía un Visitador y se dio cuenta de la realidad que se vivía y la Delegación se fue consolidando"
Sin embargo, ante esta situación, los superiores en la Provincia, pusieron todos los medios a su alcance para discernir con objetividad el paso de Dios por la Fundación. No se desencantaron y continuaron enviando gente valiosa y emprendedora y se plantearon, al mismo tiempo que una profunda reflexión, la apertura de una obra tan esperada en la Capital chilena, Santiago o en sus cercanías.
El 1 de marzo de 1964 hubo fiesta en el convento de Escoriaza en España. El P. Cantagrel, Superior Provincial de Vourles, Francia, y delegado del Superior general para realizar la visita canónica, impone el crucifijo de misionero al Hermano Esteban Sáez de Heredia, nuevo misionero para Chile. El 17 de marzo ya estaba dejando lo mejor de sí en La Laguna. El 18 de noviembre salía de Barajas, Madrid, el joven P. José Luis Escurra, presencia exigida para la consolidación del proyecto de fundación en Santiago. Esta fundación puede ser un punto de apoyo muy interesante para la resolución de los trámites que las otras obras necesitan solucionar en la Capital, así como la recepción y acogida para los nuevos misioneros.
El Visitador, Padre Adrián Ormazábal después de seis meses se despedía de la Comunidad chilena y dejaba una carta a sus Hermanos muy satisfecho de lo que había observado, reflexionado y vivido:
"Me apresuro a confesarles que vuelvo muy contento, muy consolado y altamente optimista. Tengo motivos para afirmarlo. Durante seis meses largos he podido calar en lo más hondo en la valía de todos Uds., en el magnífico espíritu que les anima, en la hermosa viña que la Iglesia nos ofrece en Hispanoamérica. ¡Mucho ánimo! "Que en la misión de Chile empieza a amanecer"".
La Divina Providencia tenía sus planes. El 15 de febrero de 1965 se cierra definitivamente la obra de La Laguna. Fue aconsejada por la necesidad de reagrupar y fortalecer las demás comunidades y obras. La situación económica creada por las nuevas orientaciones políticas que se estaban desarrollando en el país interferían en el normal funcionamiento escolar. La devaluación del dólar impidió continuar dando la alimentación tan indispensable para el sostenimiento de la obra. Además se consideraba más urgente la atención de otros centros más necesitados de personal religioso.
Desde marzo de 1964 y a petición expresa del Directorio de la "Sociedad Protectora de la Infancia" la Congregación es invitada a dirigir el complejo educacional que patrocinaba en Puente Alto, ciudad a unos 25 kilómetros al sur de Santiago: escuelas profesionales que habían dirigido los Hermanos de La Salle durante 25 años.
El campo se ve extenso y prometedor para que los religiosos pudiesen realizar su carisma en una obra educacional de gran envergadura y de promoción integral, pues se toma al niño a través de los años en el Establecimiento y se le inserta en la sociedad en condiciones de desempeñarse como buen cristiano y ciudadano y al mismo tiempo con unas habilidades para ganarse la vida en forma digna.
Esta obra consta de un internado para 150 alumnos, amplios dormitorios, comedores, cocina, capilla, espacios para el deporte y la diversión. Capacidad para unos 400 alumnos donde pueden recibir enseñanza básica y conocimientos en talleres de mueblería, zapatería, sastrería, mecánica y electricidad. Es totalmente gratuito.
Una de las ventajas que ofrece la Institución y uno de los motivos para aceptar un compromiso con ella es la de poner a disposición de la Congregación un extenso terreno para cultivar, locales y patios independientes para casa de formación.
Se logra un acuerdo con el Directorio de la Sociedad Protectora de la Infancia y el Hermano Saturnino San Martín toma la dirección de la obra, llamada posteriormente Escuela Industrial "Las Nieves". Al año siguiente se nombra para esa nueva fundación a los Hermanos Jesús Gorostiza, Miguel Uzábal, Antolín Llarena y el Padre José Luis Escurra.
Cuando se asume la obra de Puente Alto, la comunidad religiosa logra un gran sueño que desde los inicios estaba en la mente de los superiores: abrir una casa de formación. Así consta en el acta de la reunión de Catequistas Mayores de Chile, efectuada en La Laguna, con la presencia del Superior Provincial, el P. Nazario Izar de la Fuente:
"3° Vocaciones. Mientras no dispongamos de centro propio de Humanidades donde reunir como internos a los aspirantes a Clérigos de San Viator:
a) Hacer que formen parte de agrupaciones colegiales y parroquiales activas: catequesis.
b) Juntarles al menos una vez por semana o reunirlos para una charla vocacional viatoriana y alguna oración pidiéndola.
c) Reunirles una o varias semanas durante las vacaciones de verano y algunos días en las demás vacaciones, en La Laguna, haciéndoles pagar algo.
d) El P. Quintanal se encargará de esa misión vocacional.
El amor a la Congregación de estos intrépidos apóstoles, contando con escasos medios, comenzaban así con un plan vocacional concreto y responsabilizando de manera especial a un religioso. Entre las consignas que dejó antes de emprender vuelo de retorno a España, el P. Nazario insiste:

"Todos tengan en su mente y corazón el discernir y cultivar vocaciones eclesiásticas y de c.s.v.
Hasta nueva orden enuncien el segundo misterio del Rosario de comunidad:"Por la santificación de los Clérigos de San Viator en Chile y vocaciones misioneras.""
El ejemplo de la caridad vivida entre los Hermanos va abriendo paso a una pastoral vocacional natural. Además, el P. José Luis Escurra realiza una labor de reclutamiento en los colegios de Viña del Mar, Ovalle y La Laguna. Pasa por diferentes cursos y visita las familias de aquellos que tienen interés por realizar un trabajo de discernimiento entre los Clérigos de san Viator. Son los primeros intentos de una pastoral vocacional organizada y sistemática que en el futuro traerá esperanzas de relevo con religiosos del país.
La primera casa de formación de Puente Alto acoge el primer año a cinco jóvenes que desean comenzar su experiencia vocacional entre los Clérigos de san Viator y con el nombramiento del Hermano José Luis Iturriaga, como Director, recientemente llegado de España, se oficializa el inicio del Juniorado (Seminario Menor) en Chile. En los años sucesivos otros se van integrando hasta lograr un grupito de unos 14 jóvenes como promedio.
Los juniores o seminaristas menores comparten con la comunidad religiosa de Puente Alto y sus estudios los realizan en el Instituto "La Salle" de la Florida donde asisten otros jóvenes de diferentes congregaciones que tienen sus casas de formación en los alrededores de Puente Alto.
El P. Feliciano Nebreda recientemente llegado de España ayuda en la tarea formadora de estos jóvenes como capellán. Al mismo tiempo presta servicios de pastoral entre los alumnos del colegio.
La Obra de Las Nieves se va transformando, en alguna medida, en el centro de la misión viatoriana chilena. Será la casa de acogida para muchas reuniones, asambleas y retiros de los hermanos, residencia de los superiores y casa de formación.
El Señor bendice los esfuerzos de estos hombres comprometidos con la causa de Luis Querbes dándole solidez e identidad a la Misión de la Inmaculada. La Provincia de España ve en tierras latinoamericanas los frutos del trabajo silencioso y abnegado de sus hermanos.

jueves, 3 de junio de 2010

Al alba de una aventura

Los primeros Clérigos de San Viator llegan a Chile el 16 de noviembre de 1957. Fueron acogidos en Viña del Mar por Don Félix Ruiz de Escudero, Párroco de San Antonio y antiguo alumno del Colegio "San José" de Vitoria, España. Luego de pasar unos días en la residencia presbiteral, los Hermanos se establecieron para formar la primera comunidad en calle 11 Norte de la Población Vergara.
La primera expedición misionera estaba formada por los Hermanos Saturnino San Martín Vadillo y César Elorrieta Foronda. Ambos venían directamente de España.
La Congregación fundada en Lyón (Francia) en 1831, por el sacerdote Luis Querbes se desarrolló rápidamente y perseguida por la revolución laicista de 1903 se vio obligada a cerrar sus colegios y el seminario y los religiosos tuvieron que dispersarse por varios países. En España se insertan especialmente en el País Vasco donde las vocaciones florecieron con mucha vitalidad. Cuando se organizó la primera expedición a Chile ya había sido erigida la Provincia española y desde hacía varios años existía el anhelo misionero. El ejemplo de Canadá, Estados Unidos y Francia empujaba a ello. Además, en el año Santo de 1950, el Papa Pío XII realizaba un ferviente llamado a todas las Congregaciones e Institutos religiosos, para que colaboraran en una "puesta al día" en la pastoral eclesial. Frente a una Europa que ha resurgido de las ruinas de la guerra, se constata un materialismo y un ateísmo generalizado. Ante esto, el Santo Padre piensa que todos los religiosos y religiosas deben emprender una gran misión: “incentivar la pastoral en su dimensión misionera para favorecer la evangelización entre los más postergados”. El lugar privilegiado debería estar especialmente ubicado en las zonas periféricas de las grandes ciudades.
Pero, ¿cómo surgió el proyecto viatoriano chileno? Nos cuenta el Hermano Graciano San Martín que siendo profesor del Colegio San José de Vitoria (Álava), España, y encargado de hacer las listas de los antiguos alumnos cuya asociación comenzaba a formarse, se enteró por el periódico local "El Heraldo Alavés" de la llegada a la ciudad, a pasar sus vacaciones, de un sacerdote vitoriano que había hecho una gran obra social en Chile y que había sido antiguo alumno del colegio viatoriano llamado "San José" de Vitoria. Nadie le dio importancia al asunto, pero enseguida se puso a averiguar dónde podría entrevistarse con dicho sacerdote. Un capellán que frecuentaba el colegio dijo conocerle ya que guiaba el coche más lujoso de la ciudad. Un día al volver de la misa mayor de la Parroquia "San Vicente" de Vitoria, vio estacionado el vehículo y un sacerdote en su interior que resultó ser Don Félix Ruiz de Escudero. Había sido alumno del colegio "San José" en sus primeros años ya que a los doce años ingresó al seminario diocesano y guardaba el mejor de los recuerdos de sus profesores. Un año atrás había visitado el colegio de Vitoria Mons. Ramón Munita Eyzaguirre, obispo de Puerto Montt, buscando religiosos para sus escuelas, pero no se llegó a nada concreto. El Superior Provincial, P. Celso López de Munaín de inmediato solicitó una entrevista con Don Félix que más tarde cuajó en la Fundación Viatoriana de Chile. Inmediatamente se informó a la Dirección General.
El día 8 de diciembre de 1956, la Dirección general decidió enviar al Vicario general, Rvdo. P. Miguel Sudres, a informarse del estado de las misiones de América Latina, especialmente en aquellos lugares que solicitaban la presencia viatoriana. El 16 de enero de 1957, salía de Canadá con destino a México, Guatemala, Venezuela, Perú y Chile.
El P. Miguel Sudres se entrevistó con varios obispos, de un modo especial con Monseñor Manuel Larraín, obispo de Talca y allí palpó la necesidad que todos tenían de colegios católicos. También se entrevistó con Don. Félix Ruiz de Escudero y pudo conocer la parroquia y el colegio ofrecido a las familias de obreros de Viña del Mar.
Al final de su visita presentó un informe general al Capítulo Provincial de España, y éste aprobó la obra de Viña del Mar que consideraba en las mejores condiciones para iniciar la primera fundación viatoriana en Sudamérica.
Posteriormente el Capítulo General de 1957, dio la aprobación definitiva y el mismo P. General, el P. Lucien Pagé, nombró como superior de la nueva fundación al Hermano Saturnino San Martín Vadillo el 16 de julio de 1957, fiesta de la Virgen del Carmen, Patrona de Chile.
Muy impresionado quedó el Hermano Saturnino por tal nombramiento. Según nos cuenta él mismo, lo pensó y lo consultó con su Padre Espiritual, el P. Nazario Izar de la Fuente. También muy sorprendido quedó el Hermano César Elorrieta al saber que le solicitaban ser parte de los primeros Clérigos de San Viator que surcarían los mares lejos de su patria para una nueva inserción. Iniciaron los trámites para emprender el viaje hacia un mundo totalmente desconocido. Entre los recuerdos que guarda el Hermano Saturnino, especialmente de los últimos días cuando pensaban que nunca más volverían a su querida España es el cariñoso gesto que hizo el P. Miguel Sudres, recientemente elegido Superior general, de invitarle al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes en Francia para celebrar una Eucaristía en la misma gruta y consagrar la Fundación a María. El mismo Padre Miguel Sudres le puso el nombre de "Fundación de la Inmaculada"
Eran mínimos los conocimientos que los dos viatores tenían de Chile. En la Historia y Geografía Universal sólo aparecían algunas fechas destacadas y la riqueza del país se centraba especialmente en el salitre. En la Enciclopedia Espasa se destacaba que Valparaíso y Viña del Mar gozaban de un clima muy bueno: "La ciudad sin invierno".
Los Hermanos pasaron despidiéndose por varias comunidades viatorianas y el 20 de octubre, día misional, día del Domund (Domingo Mundial de las Misiones), y víspera de la Fiesta de San Viator, fue el señalado para el adiós en el colegio "San José" de Vitoria. La Dirección del establecimiento y la Asociación de Antiguos Alumnos prepararon el homenaje. Comenzó con una emotiva Eucaristía en la capilla colegial presidida por el Superior provincial. El 25 de Octubre de 1957 se embarcaron en Barcelona rumbo a Buenos Aires. Tras unos días de espera en esta ciudad, el tren los condujo hasta Viña del Mar.
El objetivo que tenían los Clérigos de San Viator al venir a Chile era la evangelización. Los anhelos de evangelizar desde la educación a los pobres, humildes y sencillos se podría realizar en Viña del Mar. El P. Miguel Sudres, advirtió a los fundadores que no aceptasen colegios pagados. Se venía a Chile para atender preferentemente a los niños y jóvenes de escasos recursos, pues los ricos tenían más facilidades para educarse.
El P. Sudres les escribía en estos términos:
"Este Pobre, de apariencias diversas y rara vez atrayentes es, pues, el que vive en mí y en mi prójimo, el que yo debo amar en mí, y en mi prójimo como a mí mismo. ¿Y quién es mi prójimo? Nuestro Señor nos dió la respuesta en la parábola del Buen Samaritano: mi prójimo, es el desgraciado que la Providencia ha puesto en mi camino.”
“Para cada uno de vosotros, el prójimo son vuestros alumnos y vuestros hermanos. Sólo ocasionalmente puede encontrarse en otra parte. Todas las imaginaciones que os aparten de este prójimo inmediato que la obediencia os confía, son sueños peligrosos y orgullosos. Siendo siempre el mismo Cristo el que vive y sufre en toda miseria, cuando socorréis a aquellos que la Providencia pone en vuestro camino, socorréis a Jesús en todos los que sufren. Sería una equivocación el soñar con un apostolado de formas distintas de las que nos ha señalado la obediencia.”
“Seamos realistas: aún antes de consolar a Jesús en los pobres, veamos si no le entristecemos en ellos. "
Los Clérigos de San Viator no habrían podido comenzar esta labor sin el apoyo de "Don Félix", como se le decía cariñosamente. Este gran servidor y luchador por el progreso y el bien del barrio de la "Población Vergara" de Viña del Mar nació en Vitoria, España, el 14 de enero de 1904. Cursó sus primeras letras en el colegio "San José" de Vitoria, y posteriormente ingresó al Seminario Diocesano. Concluidos sus estudios eclesiásticos a los 20 años, permanece como formador en el mismo Seminario hasta los 22 años en que recibe la ordenación sacerdotal. Invitado por el obispo de Valparaíso para ser profesor de la Universidad Católica de Valparaíso llega en 1930, en la fiesta del Sagrado Corazón. Se radica en la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores donde junto al P. Martín Cárcamo se vuelca a la atención pastoral de la Población Vergara integrada en su gran mayoría por emigrantes de las salitreras del norte del país en plena crisis.
Con el modesto aporte de los pobladores y la generosa colaboración de Doña María Teresa Brown de Ariztía va perfilando el complejo de obras parroquiales: templo de San Antonio, casa presbiteral, Hogar de ciegos, residencia de religiosos, Colegio Parroquial. Organizó la Acción Católica, fundó el Centro Sagrado Corazón para mujeres, el Centro Hijas de María para jóvenes, el Grupo de Cruzados para niños, fundó el Centro Deportivo "San Antonio".
Sentía un gran amor por Chile. Así queda plasmado en una entrevista que le hizo un periodista de "Las Últimas Noticias" el 28 de octubre de 1981:
"Considero que si es interesante el panorama físico que ofrece Chile en su larga y estrecha lengua de tierra, que por un lado baña el mar Pacífico, lo es tanto su gente y hace honor o resguarda este rincón precioso que Dios quiso adornar con personas difíciles de hallar en otros puntos de la Tierra".
Más adelante añade el mismo periódico " Ayudar a los demás, difundir la verdad es un deber de cada cristiano, allanar dificultades y triunfar, no sólo han sido las batallas, los triunfos y las derrotas de este pastor, pero nos ha costado años, se puede decir que todos los años que Chile me ha concedido; ante todo tengo que declarar que el trabajo en vez de cansarme me ha estimulado por la generosidad de tantos que se han dignado ayudarme".
Y desfilan por su recuerdo: "La benefactora más insigne, la distinguida, Doña María Teresa Brown de Ariztía, que después de consagrar su vida a hacer el bien a los pobres, al morir quiso enviar un beso de amor a la niñez desvalida como a la ancianidad abandonada a quienes dejó todos sus bienes, confiándoselos a la Parroquia de San Antonio y nombrando como albacea a su párroco". El ejemplo de tan distinguida benefactora - añade Monseñor Ruiz de Escudero – “lo han imitado tanto ricos como pobres para traducir sueños e ilusiones en escuelas, colegios, liceos y obras sociales”.
Junto a la perenne obra de la señora de Ariztía, Monseñor Ruiz de Escudero recuerda a la señora Ewertz que le ayudó a crear las "Ollas del Pobre", para los cientos de trabajadores y sus grupos familiares que cayeron como aluvión sobre la crisis de 1930 a 1931, en lo que era entonces arenales en el ex barrio chino donde no podía entrar la policía y proliferaban, en tanto, los burdeles, y tugurios clandestinos".
Y termina el comentario del periódico: "Con gran paciencia, pudimos alimentar, vestir y dar techo a estos pobres y sus niños, y no sólo creamos un albergue sino que después, una escuela, que con el tiempo se convertiría en capilla..."
Llevaba 27 años trabajando en Viña del Mar cuando llegaron los primeros viatores para comenzar tan hermoso proyecto. "Quiero, dijo repetidas veces en sus cartas, que ese mi colegio de Viña del Mar, sea como una prolongación viatoriana por excelencia, de mi antiguo colegio de "San José" del que guardo el mejor recuerdo. Nadie mejor que los que a él educaron podrían encargarse de los niños y jóvenes de su parroquia. Quería un colegio netamente parroquial y especialmente para la clase pobre"
Esta es la carta que envió Don Félix al Superior Provincial de España con motivo de la aceptación de la obra viñamarina:
"Mi buen amigo y recordado Padre:
Dios ha querido lo que Ud. y yo tanto anhelábamos: los Clérigos de San Viator en Viña, en la Parroquia de San Antonio, que quiere ser un pedazo de Vitoria y ahora lo va a ser más. Estoy felicísimo. Dios bendiga a Ud. y a la Dirección General de su Instituto, que nos envió el buen P. Miguel Sudres, que es un santo con mucha "cachativa" y perspicacia.
Remito a Ud. el contrato firmado y estoy seguro que nunca nos arrepentiremos de este paso. Estoy a sus órdenes en todo y las espero. Mi mayor gusto es ver a Ud. y enseñarle mi colegio, que es el de los Clérigos de San Viator.
Un día sabrá Ud. algo que ha podido retardar y aún enfriar el entusiasmo que Uds. sintieron de llegar a estos lugares viñamarinos. Aquel algo ha desaparecido y tenemos el Visto Bueno Prelaticio.
Con el mejor recuerdo del amigo agradece al Provincial su atención y bondad para este Cura Vitoriano, Párroco en San Antonio de Viña del Mar. Un abrazo, Félix Ruiz de Escudero".
Realizó muchas obras sociales y también recibió merecidas condecoraciones y distinciones: Prelado Doméstico de Su Santidad Paulo VI, Hijo Predilecto de la Ciudad de Vitoria, Benefactor Insigne de la Ciudad de Viña del Mar, Encomienda de Isabel la Católica, Bienhechor Insigne de la Congregación de Clérigos de San Viator, cuatro condecoraciones de la Universidad Católica de Valparaíso, Medalla de Oro "Gabriela Mistral" de parte del Gobierno chileno.
No pudo concretar una obra en la que tenía puesta toda su ilusión: "La Ciudad del Niño", un gran complejo por el que tanto luchó para acoger a niños abandonados. Los edificios los ocupa actualmente la Universidad Católica de Valparaíso ubicados en los alrededores de la Laguna Sausalito de Viña del Mar.
Don Félix murió santamente. Su sobrino, sacerdote diocesano, Don Jesús Martínez, que trabajó con él algunos años en Chile, fue testigo fiel de sus obras y le acompañó en sus últimos momentos. Su deceso ocurrió el 14 de Noviembre de 1987 en la ciudad de Vitoria, España. En sus funerales estaban presentes autoridades locales, y entre los numerosos Clérigos de san Viator se encontraba el primer sacerdote viatoriano salido de su querida parroquia, el P. Gerardo Soto.
Los dos viatores que habían llegado por primera vez a fundar en Viña del Mar asumieron el colegio parroquial. El Hermano Saturnino San Martín se responsabilizó de la Dirección y el Hermano César Elorrieta de la subdirección. Las peripecias que pasaron merecen un capítulo aparte. Solos y en un país totalmente desconocido tuvieron a veces que enjugar sus lágrimas. Tantas palabras distintas, tantas costumbres extrañas y tanta lejanía de la Patria, Congregación y familiares, produjeron en los primeros misioneros momentos duros y difíciles. Gracias a Dios supieron echar mano de la fe y encomendarse a la Virgen en su mes, el mes de noviembre. Así nos deja en sus apuntes personales las primeras impresiones nuestro primer Director:
"Al llegar a Viña del Mar, me parecía realmente estar en otro mundo. Distintos giros, distinta manera de hablar y acentuar las palabras, me coartaban las relaciones con el entorno. Llamaba poderosamente la atención la notable entremezcla de ricos y pobres; de paisajes encantadores con ruinosas 'callampas' y en medio de estos contrastes resaltaban la amable acogida de la gente que reconfortaba y en parte hacía olvidar la Patria y la Congregación tan lejanas. Más de alguna lágrima furtiva aparecía en momentos de silencio y soledad"
Poco a poco, fueron comprendiendo la idiosincrasia del pueblo. Pronto constataron la deficiencia de la vida familiar, el poco apoyo y dedicación a los hijos, no en todos, pero sí era una realidad.
Las relaciones con la jerarquía eclesiástica, el clero y las demás comunidades religiosas, desde un comienzo fueron excelentes. Todos vieron con muy buenos ojos la llegada de los Clérigos de San Viator a un colegio parroquial enclavado en un sector pobre de la "Ciudad Jardín". Extraña y dolorosa fue para ellos la presencia de los Evangélicos, algo totalmente desconocido, por entonces, en España que les asustaban con sus prédicas y cantos en la misma esquina donde se encontraba la residencia comunitaria.
La Congregación de los Clérigos de San Viator era un nuevo milagro del impulso del Espíritu Santo, que suscitaba misioneros que iban hasta los últimos rincones del mundo para anunciar a Jesucristo y su Evangelio entre los más pobres. El camino lo había iniciado el P. Luis Querbes, en un pequeño pueblo de Francia, Vourles. Este carisma había ido creciendo y algo que parecía temerario y humanamente imposible comenzaba a florecer en un pequeño colegio parroquial de la Población Vergara de Viña del Mar.
La llegada de los primeros viatores debe ser integrada a la historia del Apostolado de la Educación católica en Chile. Nada más llegar, aprovechando los meses de verano, los misioneros se pusieron al tanto de las costumbres, programas, legislación escolar, etc. También siguieron cursos de Pedagogía Aplicada en la Escuela Normal Abelardo Núñez, con sede en Viña del Mar, para así planificar mejor el año académico y convalidar los títulos que más adelante les valdrían para desempeñarse como educadores. Al mismo tiempo prestaron servicios en la Parroquia animando y acompañando a los fieles en las Eucaristías, presidiendo el rosario, dirigiendo el coro... hasta tal punto que, admirado y entusiasmado el párroco, los presentó a los feligreses tributándoles los mayores elogios.
Durante la década del cincuenta se da el desarrollo de nuevos centros de educación particular, favorecidos por la creación de la subvención estatal de 1951. Esto permite que una gran cantidad de colegios confesionales se acojan a este beneficio.
El espíritu que animó desde el principio las obras viatorianas fue atender a los niños y jóvenes de escasos recursos. La escuela recién fundada, al ser subvencionada por el Estado, es totalmente gratuita, pudiéndose matricular cualquier joven que alcance los requisitos correspondientes.
Un educador, testigo de la obra Viatoriana en Viña del Mar, Don Fernando Aliaga, impactado por el desarrollo del carisma fundacional expresa:
“Desde la perspectiva del Carisma fundacional del P. Luis Querbes, los religiosos de San Viator impactan en la iglesia chilena como misioneros que realizan su misión en los sectores urbanos populares, a través de la educación de los ´´hijos del pueblo´´. La gran oferta que los define, entonces, es que evangelizan a los pobres educándolos.”
“Las características específicas que definen el Proyecto Educativo Viatoriano, tal como es percibido a la llegada de los Clérigos de San Viator a Chile, son:
1. Apostolado de la Educación, integrada en la pastoral diocesana y parroquial. El objetivo es suscitar en el educando una vocación de responsabilidad cristiana en la construcción del Reino.
2. Constituir al Colegio como una instancia fecunda de la pastoral juvenil parroquial y como centro de iniciativas juveniles. (Deporte, banda, Coro y expresiones culturales), en que se cultiva la mutua relación de convivencia.
3. El Proyecto Educativo Viatoriano define como perfil del joven educando el despertar en él la vocación de ser animador de experiencias e iniciativas en el mundo juvenil popular.
4. El educador Viatoriano enfatiza la pedagogía del acompañamiento, esto es, promover un proceso de crecimiento personal del joven en la vivencia de la solidaridad y del compromiso social.”
Premunidos de varios diplomas que acreditaban su formación pedagógica, iniciaron la organización escolar: matrícula, programas, contratación de profesores, materiales pedagógicos, etc. Fue notable el afán de las familias de matricular a sus hijos llegando a alcanzar en los cursos de segundo, tercero, cuarto y quinto básico a más de sesenta y cinco alumnos por aula. Más de cien niños no pudieron ingresar por falta de espacio.
Mientras tanto, el 26 de enero de 1958 salían rumbo a Sudamérica, en la motonave Cabo San Roque desde Barcelona, para llegar a Buenos Aires el día 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, y continuar viaje por ferrocarril, los Hermanos Ángel López Valluerca, alavés de 30 años, Juan José Fernández de Arrillaga, vizcaíno de 31 años y Javier López Angulo, burgalés de 23 años. Sin detenerse, atravesaron la Cordillera de Los Andes y llegaron a Viña del Mar. Era la segunda expedición de misioneros. Es fácil imaginarse con qué alegría y cariño fueron recibidos. El Hermano Superior salió a su encuentro hasta la estación de Los Andes donde se encontraba la aduana chilena. La emoción sincera y verdaderamente fraternal que sintieron en esos momentos es indescriptible, sólo puede ser calibrada por aquéllos que la vivieron. En la estación de trenes de Viña del Mar los esperaban con no menos emoción Don Félix Ruiz de Escudero, su sobrino Don Jesús Martínez y el Hermano César Elorrieta.
En estos años el Estado es el principal organizador de la educación chilena, pasando de un protagonismo regulador al de fiscalizador, sostenedor y ejecutor de las tareas educativas. La centralidad estaba puesta en la obligatoriedad de la enseñanza primaria. Esta campaña fue impulsada con el fin de alfabetizar a la mayoría de la población y fue en gran medida efectiva. En cinco años hubo un aumento de 177.523 alumnos. En 1960 había un veinte por ciento de iletrados en el país.
Este período estuvo muy marcado por un gran auge de la escolarización de la niñez y también de la formación de profesores. "En 1950 egresaron de las escuelas normales 1285 nuevos maestros que vendrán a incrementar la dotación de profesores para los diversos centros de primera enseñanza."
Hasta 1959 el alumnado total alcanzaba a 1.029.274 alumnos, de los cuales 722.232 pertenecían a colegios del Estado y 307.042 a colegios particulares.
En cuanto a los colegios particulares, el mensaje presidencial, señala que "existen 453 establecimientos que controla y supervigila la Dirección General de Educación Secundaria y cuya matrícula alcanza a más de 85.000 alumnos". Sin embargo, esta aparente expansión, no afecta por igual a todos los estratos de la población, siendo mayoritaria la matrícula en los sectores socio-económicos altos. Por otra parte, si bien existen mayores posibilidades de acceder a la educación, se mantenían las dificultades para permanecer y ascender a ella. Sólo el siete por ciento de los que ingresaron a primero básico terminaron los doce años de estudio.
El equipo de los cinco viatores estaba preparado y dispuesto. Cuando optaron por esta solidaria misión, o cuando consintieron en marchar a tierras lejanas, su alma vibró al unísono con la voz de Dios. El rico temperamento español no acostumbra a calcular las dificultades ni frenar el entusiasmo.
Un artículo aparecido en el periódico de la época, La Unión de Valparaíso, el día 2 de marzo de 1958 anunciaba lo siguiente:
"Desde mañana hasta el diez estará abierta la matrícula en el colegio parroquial "San Antonio" situado en la esquina Once Norte con Cinco Oriente. Este año, el plantel que ha llenado una sentida necesidad de la comuna, está a cargo de la Congregación de los Clérigos de San Viator legalmente reconocida por el Gobierno y que por primera vez se instala en un país sudamericano, a pesar de contar con numerosos establecimientos educacionales en diversas naciones del mundo, especialmente en Norteamérica y Canadá". Y más adelante agregaba: "El Colegio Parroquial "San Antonio" posee amplias salas orientadas al sol, un espacioso salón de actos y el moderno material pedagógico de que dispone, forman un conjunto que ha merecido, muy acertadamente, el calificativo de "Palacio de la Enseñanza". Es enteramente gratuito. El Director es don Saturnino San Martín, don César Elorrieta Foronda, don Ángel López Valluerca, don Juan José Arrillaga y don Javier López Angulo..."
Las clases comenzaron oficialmente el 10 de marzo de 1958. Así nos relata este acontecimiento su Director:
"Todavía recuerdo la emoción que sentí el primer día de clases. Eran 305 alumnos, todos nuevos para nosotros, todas caras sonrientes y llenos de vida. Sí nos impactó que entre las filas había cuatro alumnos descalzos ("a pata pelá" como se dice en Chile). Habíamos elegido bien; los pobres eran los preferidos. Los sueños viatorianos y de Don Félix se convirtieron en realidad"
El 13 de junio día de San Antonio, Patrono de la Parroquia, se invitó al Sr. Obispo de la diócesis, Mons. Don Rafael Lira Infante para que bendijera el Establecimiento y la capilla doméstica de la residencia de los religiosos. No regateaba en los elogios. Había percibido los ecos de los sonoros triunfos de esta joven Comunidad.
En la fiesta de la Inmaculada, 110 alumnos recibieron su Primera Comunión. Se sumó a esta alegría la esperada noticia del nombramiento de la tercera expedición misionera: el P. Roque Mendizábal, con sus cuarenta y cinco años sería el primer sacerdote que se sumaría a la Misión y el Hermano José María Zorrilla La Fuente que con sus veinticinco años viene a dar lo mejor de su vida para hacer de ésta su nueva tierra. El 15 de febrero de 1959, la comunidad completa salió llena de alegría a recibirles al aeropuerto de Los Cerrillos de Santiago. La Fundación ya contaba con siete religiosos y se daba un paso más en la estructuración de ella al contar entre sus miembros con un sacerdote, pues, desde el primer momento se consideró muy necesaria la presencia de un capellán en el colegio. Al año siguiente se les agregarían el Hermano Valentín Izar de la Fuente, trabajador infatigable por las vocaciones viatorianas, y el Hermano Ignacio Arzamendi, "el vasco" como le llamaban cariñosamente.
Los meses de septiembre y octubre de 1959 son totalmente querbesianos. Las fiestas de centenario de la muerte del P. Luis culminan con un solemne triduo alrededor de la fiesta de San Viator, día del colegio. Discursos, escenificaciones, posters alusivos, actos académicos, emisiones radiofónicas en la emisora “Presidente Prieto” de Valparaíso, etc. Todo ello impregnado de sencillez y de espíritu de familia y sobre todo de una gran admiración por el Fundador de la Congregación. Se repartieron abundantes estampas-recuerdos del Centenario y eran muchos los que se encomendaban a la protección del P. Luis Querbes.
Se clausuró el año escolar el 20 de diciembre. La comisión examinadora enviada por la Dirección de Educación del Estado quedó sumamente complacida de los resultados académicos de los niños y dejó constancia escrita en las actas de la Inspección escolar.
El impacto que fue suscitando la calidad de enseñanza viatoriana trae como consecuencia la excelente reputación en el Ministerio de Educación y al año siguiente nuevamente lo manifiestan los inspectores dejando constancia escrita en las actas de supervisión escolar, convirtiéndole a ellos mismos en incansables propagandistas del trabajo y eficacia de los Hermanos. Se le concede al colegio el título de Cooperador del Estado y recibió las felicitaciones del Presidente de la República Don Jorge Alessandri.
Para finalizar las actividades, el Hermano César Elorrieta con la capacidad creativa que le caracterizaba realizó una brillante presentación artística con alumnado en traje de gala, desfile y revista de gimnasia. La banda de música instrumental del Regimiento de Coraceros amenizó y solemnizó el acto. Estaban presentes las más altas autoridades: el Gobernador Provincial, el Alcalde, numerosos padres y apoderados y varios amigos. Finalizó un curso escolar que por ser el primero en tierras chilenas había sido muy agotador. Después de unos días de completo descanso, los cinco Hermanos se unieron a un grupo de sesenta Maristas para realizar los Ejercicios Espirituales anuales en la casa Loyola de la localidad de Padre Hurtado.
Fue el inicio de una gran obra que como en otras partes del mundo, han tenido los Clérigos de San Viator. El carisma del Padre Luis Querbes ha llegado hasta rincones insospechados del mundo. Esta comunidad de hombres valientes y generosos responde a las necesidades más urgentes de la Iglesia y la Sociedad, especialmente entre los más pobres y abandonados.
El P. Sudres, Superior general, el 8 de diciembre de 1959 impulsaba a los Hermanos de la Provincia de España "Nosotros debemos tender a insertarnos en la vida parroquial. Demos a nuestros alumnos, el culto de la Parroquia" y agrega más adelante, "Monseñor Larraín, Obispo de Talca, en Chile, entusiasmado por estas perspectivas de colaboración en la pastoral parroquial, insiste en tener viatores, con el fin de que sus métodos fuesen ejemplo para las otras congregaciones de su diócesis" .
Los religiosos que habían llegado a Viña del Mar y que sorprendieron a sus habitantes, eran exponentes de esta Comunidad que además de las grandes responsabilidades y éxitos académicos se comprometían activamente animando las celebraciones litúrgicas, formando monaguillos, el coro de niños, la música, la Catequesis de Primera Comunión, el Mes de María en distintos puntos de la Parroquia San Antonio. Se cierra así el primer capítulo de su historia en tierras chilenas.