Los primeros Clérigos de San Viator llegan a Chile el 16 de noviembre de 1957. Fueron acogidos en Viña del Mar por Don Félix Ruiz de Escudero, Párroco de San Antonio y antiguo alumno del Colegio "San José" de Vitoria, España. Luego de pasar unos días en la residencia presbiteral, los Hermanos se establecieron para formar la primera comunidad en calle 11 Norte de la Población Vergara.
La primera expedición misionera estaba formada por los Hermanos Saturnino San Martín Vadillo y César Elorrieta Foronda. Ambos venían directamente de España.
La Congregación fundada en Lyón (Francia) en 1831, por el sacerdote Luis Querbes se desarrolló rápidamente y perseguida por la revolución laicista de 1903 se vio obligada a cerrar sus colegios y el seminario y los religiosos tuvieron que dispersarse por varios países. En España se insertan especialmente en el País Vasco donde las vocaciones florecieron con mucha vitalidad. Cuando se organizó la primera expedición a Chile ya había sido erigida la Provincia española y desde hacía varios años existía el anhelo misionero. El ejemplo de Canadá, Estados Unidos y Francia empujaba a ello. Además, en el año Santo de 1950, el Papa Pío XII realizaba un ferviente llamado a todas las Congregaciones e Institutos religiosos, para que colaboraran en una "puesta al día" en la pastoral eclesial. Frente a una Europa que ha resurgido de las ruinas de la guerra, se constata un materialismo y un ateísmo generalizado. Ante esto, el Santo Padre piensa que todos los religiosos y religiosas deben emprender una gran misión: “incentivar la pastoral en su dimensión misionera para favorecer la evangelización entre los más postergados”. El lugar privilegiado debería estar especialmente ubicado en las zonas periféricas de las grandes ciudades.
Pero, ¿cómo surgió el proyecto viatoriano chileno? Nos cuenta el Hermano Graciano San Martín que siendo profesor del Colegio San José de Vitoria (Álava), España, y encargado de hacer las listas de los antiguos alumnos cuya asociación comenzaba a formarse, se enteró por el periódico local "El Heraldo Alavés" de la llegada a la ciudad, a pasar sus vacaciones, de un sacerdote vitoriano que había hecho una gran obra social en Chile y que había sido antiguo alumno del colegio viatoriano llamado "San José" de Vitoria. Nadie le dio importancia al asunto, pero enseguida se puso a averiguar dónde podría entrevistarse con dicho sacerdote. Un capellán que frecuentaba el colegio dijo conocerle ya que guiaba el coche más lujoso de la ciudad. Un día al volver de la misa mayor de la Parroquia "San Vicente" de Vitoria, vio estacionado el vehículo y un sacerdote en su interior que resultó ser Don Félix Ruiz de Escudero. Había sido alumno del colegio "San José" en sus primeros años ya que a los doce años ingresó al seminario diocesano y guardaba el mejor de los recuerdos de sus profesores. Un año atrás había visitado el colegio de Vitoria Mons. Ramón Munita Eyzaguirre, obispo de Puerto Montt, buscando religiosos para sus escuelas, pero no se llegó a nada concreto. El Superior Provincial, P. Celso López de Munaín de inmediato solicitó una entrevista con Don Félix que más tarde cuajó en la Fundación Viatoriana de Chile. Inmediatamente se informó a la Dirección General.
El día 8 de diciembre de 1956, la Dirección general decidió enviar al Vicario general, Rvdo. P. Miguel Sudres, a informarse del estado de las misiones de América Latina, especialmente en aquellos lugares que solicitaban la presencia viatoriana. El 16 de enero de 1957, salía de Canadá con destino a México, Guatemala, Venezuela, Perú y Chile.
El P. Miguel Sudres se entrevistó con varios obispos, de un modo especial con Monseñor Manuel Larraín, obispo de Talca y allí palpó la necesidad que todos tenían de colegios católicos. También se entrevistó con Don. Félix Ruiz de Escudero y pudo conocer la parroquia y el colegio ofrecido a las familias de obreros de Viña del Mar.
Al final de su visita presentó un informe general al Capítulo Provincial de España, y éste aprobó la obra de Viña del Mar que consideraba en las mejores condiciones para iniciar la primera fundación viatoriana en Sudamérica.
Posteriormente el Capítulo General de 1957, dio la aprobación definitiva y el mismo P. General, el P. Lucien Pagé, nombró como superior de la nueva fundación al Hermano Saturnino San Martín Vadillo el 16 de julio de 1957, fiesta de la Virgen del Carmen, Patrona de Chile.
Muy impresionado quedó el Hermano Saturnino por tal nombramiento. Según nos cuenta él mismo, lo pensó y lo consultó con su Padre Espiritual, el P. Nazario Izar de la Fuente. También muy sorprendido quedó el Hermano César Elorrieta al saber que le solicitaban ser parte de los primeros Clérigos de San Viator que surcarían los mares lejos de su patria para una nueva inserción. Iniciaron los trámites para emprender el viaje hacia un mundo totalmente desconocido. Entre los recuerdos que guarda el Hermano Saturnino, especialmente de los últimos días cuando pensaban que nunca más volverían a su querida España es el cariñoso gesto que hizo el P. Miguel Sudres, recientemente elegido Superior general, de invitarle al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes en Francia para celebrar una Eucaristía en la misma gruta y consagrar la Fundación a María. El mismo Padre Miguel Sudres le puso el nombre de "Fundación de la Inmaculada"
Eran mínimos los conocimientos que los dos viatores tenían de Chile. En la Historia y Geografía Universal sólo aparecían algunas fechas destacadas y la riqueza del país se centraba especialmente en el salitre. En la Enciclopedia Espasa se destacaba que Valparaíso y Viña del Mar gozaban de un clima muy bueno: "La ciudad sin invierno".
Los Hermanos pasaron despidiéndose por varias comunidades viatorianas y el 20 de octubre, día misional, día del Domund (Domingo Mundial de las Misiones), y víspera de la Fiesta de San Viator, fue el señalado para el adiós en el colegio "San José" de Vitoria. La Dirección del establecimiento y la Asociación de Antiguos Alumnos prepararon el homenaje. Comenzó con una emotiva Eucaristía en la capilla colegial presidida por el Superior provincial. El 25 de Octubre de 1957 se embarcaron en Barcelona rumbo a Buenos Aires. Tras unos días de espera en esta ciudad, el tren los condujo hasta Viña del Mar.
El objetivo que tenían los Clérigos de San Viator al venir a Chile era la evangelización. Los anhelos de evangelizar desde la educación a los pobres, humildes y sencillos se podría realizar en Viña del Mar. El P. Miguel Sudres, advirtió a los fundadores que no aceptasen colegios pagados. Se venía a Chile para atender preferentemente a los niños y jóvenes de escasos recursos, pues los ricos tenían más facilidades para educarse.
El P. Sudres les escribía en estos términos:
"Este Pobre, de apariencias diversas y rara vez atrayentes es, pues, el que vive en mí y en mi prójimo, el que yo debo amar en mí, y en mi prójimo como a mí mismo. ¿Y quién es mi prójimo? Nuestro Señor nos dió la respuesta en la parábola del Buen Samaritano: mi prójimo, es el desgraciado que la Providencia ha puesto en mi camino.”
“Para cada uno de vosotros, el prójimo son vuestros alumnos y vuestros hermanos. Sólo ocasionalmente puede encontrarse en otra parte. Todas las imaginaciones que os aparten de este prójimo inmediato que la obediencia os confía, son sueños peligrosos y orgullosos. Siendo siempre el mismo Cristo el que vive y sufre en toda miseria, cuando socorréis a aquellos que la Providencia pone en vuestro camino, socorréis a Jesús en todos los que sufren. Sería una equivocación el soñar con un apostolado de formas distintas de las que nos ha señalado la obediencia.”
“Seamos realistas: aún antes de consolar a Jesús en los pobres, veamos si no le entristecemos en ellos. "
Los Clérigos de San Viator no habrían podido comenzar esta labor sin el apoyo de "Don Félix", como se le decía cariñosamente. Este gran servidor y luchador por el progreso y el bien del barrio de la "Población Vergara" de Viña del Mar nació en Vitoria, España, el 14 de enero de 1904. Cursó sus primeras letras en el colegio "San José" de Vitoria, y posteriormente ingresó al Seminario Diocesano. Concluidos sus estudios eclesiásticos a los 20 años, permanece como formador en el mismo Seminario hasta los 22 años en que recibe la ordenación sacerdotal. Invitado por el obispo de Valparaíso para ser profesor de la Universidad Católica de Valparaíso llega en 1930, en la fiesta del Sagrado Corazón. Se radica en la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores donde junto al P. Martín Cárcamo se vuelca a la atención pastoral de la Población Vergara integrada en su gran mayoría por emigrantes de las salitreras del norte del país en plena crisis.
Con el modesto aporte de los pobladores y la generosa colaboración de Doña María Teresa Brown de Ariztía va perfilando el complejo de obras parroquiales: templo de San Antonio, casa presbiteral, Hogar de ciegos, residencia de religiosos, Colegio Parroquial. Organizó la Acción Católica, fundó el Centro Sagrado Corazón para mujeres, el Centro Hijas de María para jóvenes, el Grupo de Cruzados para niños, fundó el Centro Deportivo "San Antonio".
Sentía un gran amor por Chile. Así queda plasmado en una entrevista que le hizo un periodista de "Las Últimas Noticias" el 28 de octubre de 1981:
"Considero que si es interesante el panorama físico que ofrece Chile en su larga y estrecha lengua de tierra, que por un lado baña el mar Pacífico, lo es tanto su gente y hace honor o resguarda este rincón precioso que Dios quiso adornar con personas difíciles de hallar en otros puntos de la Tierra".
Más adelante añade el mismo periódico " Ayudar a los demás, difundir la verdad es un deber de cada cristiano, allanar dificultades y triunfar, no sólo han sido las batallas, los triunfos y las derrotas de este pastor, pero nos ha costado años, se puede decir que todos los años que Chile me ha concedido; ante todo tengo que declarar que el trabajo en vez de cansarme me ha estimulado por la generosidad de tantos que se han dignado ayudarme".
Y desfilan por su recuerdo: "La benefactora más insigne, la distinguida, Doña María Teresa Brown de Ariztía, que después de consagrar su vida a hacer el bien a los pobres, al morir quiso enviar un beso de amor a la niñez desvalida como a la ancianidad abandonada a quienes dejó todos sus bienes, confiándoselos a la Parroquia de San Antonio y nombrando como albacea a su párroco". El ejemplo de tan distinguida benefactora - añade Monseñor Ruiz de Escudero – “lo han imitado tanto ricos como pobres para traducir sueños e ilusiones en escuelas, colegios, liceos y obras sociales”.
Junto a la perenne obra de la señora de Ariztía, Monseñor Ruiz de Escudero recuerda a la señora Ewertz que le ayudó a crear las "Ollas del Pobre", para los cientos de trabajadores y sus grupos familiares que cayeron como aluvión sobre la crisis de 1930 a 1931, en lo que era entonces arenales en el ex barrio chino donde no podía entrar la policía y proliferaban, en tanto, los burdeles, y tugurios clandestinos".
Y termina el comentario del periódico: "Con gran paciencia, pudimos alimentar, vestir y dar techo a estos pobres y sus niños, y no sólo creamos un albergue sino que después, una escuela, que con el tiempo se convertiría en capilla..."
Llevaba 27 años trabajando en Viña del Mar cuando llegaron los primeros viatores para comenzar tan hermoso proyecto. "Quiero, dijo repetidas veces en sus cartas, que ese mi colegio de Viña del Mar, sea como una prolongación viatoriana por excelencia, de mi antiguo colegio de "San José" del que guardo el mejor recuerdo. Nadie mejor que los que a él educaron podrían encargarse de los niños y jóvenes de su parroquia. Quería un colegio netamente parroquial y especialmente para la clase pobre"
Esta es la carta que envió Don Félix al Superior Provincial de España con motivo de la aceptación de la obra viñamarina:
"Mi buen amigo y recordado Padre:
Dios ha querido lo que Ud. y yo tanto anhelábamos: los Clérigos de San Viator en Viña, en la Parroquia de San Antonio, que quiere ser un pedazo de Vitoria y ahora lo va a ser más. Estoy felicísimo. Dios bendiga a Ud. y a la Dirección General de su Instituto, que nos envió el buen P. Miguel Sudres, que es un santo con mucha "cachativa" y perspicacia.
Remito a Ud. el contrato firmado y estoy seguro que nunca nos arrepentiremos de este paso. Estoy a sus órdenes en todo y las espero. Mi mayor gusto es ver a Ud. y enseñarle mi colegio, que es el de los Clérigos de San Viator.
Un día sabrá Ud. algo que ha podido retardar y aún enfriar el entusiasmo que Uds. sintieron de llegar a estos lugares viñamarinos. Aquel algo ha desaparecido y tenemos el Visto Bueno Prelaticio.
Con el mejor recuerdo del amigo agradece al Provincial su atención y bondad para este Cura Vitoriano, Párroco en San Antonio de Viña del Mar. Un abrazo, Félix Ruiz de Escudero".
Realizó muchas obras sociales y también recibió merecidas condecoraciones y distinciones: Prelado Doméstico de Su Santidad Paulo VI, Hijo Predilecto de la Ciudad de Vitoria, Benefactor Insigne de la Ciudad de Viña del Mar, Encomienda de Isabel la Católica, Bienhechor Insigne de la Congregación de Clérigos de San Viator, cuatro condecoraciones de la Universidad Católica de Valparaíso, Medalla de Oro "Gabriela Mistral" de parte del Gobierno chileno.
No pudo concretar una obra en la que tenía puesta toda su ilusión: "La Ciudad del Niño", un gran complejo por el que tanto luchó para acoger a niños abandonados. Los edificios los ocupa actualmente la Universidad Católica de Valparaíso ubicados en los alrededores de la Laguna Sausalito de Viña del Mar.
Don Félix murió santamente. Su sobrino, sacerdote diocesano, Don Jesús Martínez, que trabajó con él algunos años en Chile, fue testigo fiel de sus obras y le acompañó en sus últimos momentos. Su deceso ocurrió el 14 de Noviembre de 1987 en la ciudad de Vitoria, España. En sus funerales estaban presentes autoridades locales, y entre los numerosos Clérigos de san Viator se encontraba el primer sacerdote viatoriano salido de su querida parroquia, el P. Gerardo Soto.
Los dos viatores que habían llegado por primera vez a fundar en Viña del Mar asumieron el colegio parroquial. El Hermano Saturnino San Martín se responsabilizó de la Dirección y el Hermano César Elorrieta de la subdirección. Las peripecias que pasaron merecen un capítulo aparte. Solos y en un país totalmente desconocido tuvieron a veces que enjugar sus lágrimas. Tantas palabras distintas, tantas costumbres extrañas y tanta lejanía de la Patria, Congregación y familiares, produjeron en los primeros misioneros momentos duros y difíciles. Gracias a Dios supieron echar mano de la fe y encomendarse a la Virgen en su mes, el mes de noviembre. Así nos deja en sus apuntes personales las primeras impresiones nuestro primer Director:
"Al llegar a Viña del Mar, me parecía realmente estar en otro mundo. Distintos giros, distinta manera de hablar y acentuar las palabras, me coartaban las relaciones con el entorno. Llamaba poderosamente la atención la notable entremezcla de ricos y pobres; de paisajes encantadores con ruinosas 'callampas' y en medio de estos contrastes resaltaban la amable acogida de la gente que reconfortaba y en parte hacía olvidar la Patria y la Congregación tan lejanas. Más de alguna lágrima furtiva aparecía en momentos de silencio y soledad"
Poco a poco, fueron comprendiendo la idiosincrasia del pueblo. Pronto constataron la deficiencia de la vida familiar, el poco apoyo y dedicación a los hijos, no en todos, pero sí era una realidad.
Las relaciones con la jerarquía eclesiástica, el clero y las demás comunidades religiosas, desde un comienzo fueron excelentes. Todos vieron con muy buenos ojos la llegada de los Clérigos de San Viator a un colegio parroquial enclavado en un sector pobre de la "Ciudad Jardín". Extraña y dolorosa fue para ellos la presencia de los Evangélicos, algo totalmente desconocido, por entonces, en España que les asustaban con sus prédicas y cantos en la misma esquina donde se encontraba la residencia comunitaria.
La Congregación de los Clérigos de San Viator era un nuevo milagro del impulso del Espíritu Santo, que suscitaba misioneros que iban hasta los últimos rincones del mundo para anunciar a Jesucristo y su Evangelio entre los más pobres. El camino lo había iniciado el P. Luis Querbes, en un pequeño pueblo de Francia, Vourles. Este carisma había ido creciendo y algo que parecía temerario y humanamente imposible comenzaba a florecer en un pequeño colegio parroquial de la Población Vergara de Viña del Mar.
La llegada de los primeros viatores debe ser integrada a la historia del Apostolado de la Educación católica en Chile. Nada más llegar, aprovechando los meses de verano, los misioneros se pusieron al tanto de las costumbres, programas, legislación escolar, etc. También siguieron cursos de Pedagogía Aplicada en la Escuela Normal Abelardo Núñez, con sede en Viña del Mar, para así planificar mejor el año académico y convalidar los títulos que más adelante les valdrían para desempeñarse como educadores. Al mismo tiempo prestaron servicios en la Parroquia animando y acompañando a los fieles en las Eucaristías, presidiendo el rosario, dirigiendo el coro... hasta tal punto que, admirado y entusiasmado el párroco, los presentó a los feligreses tributándoles los mayores elogios.
Durante la década del cincuenta se da el desarrollo de nuevos centros de educación particular, favorecidos por la creación de la subvención estatal de 1951. Esto permite que una gran cantidad de colegios confesionales se acojan a este beneficio.
El espíritu que animó desde el principio las obras viatorianas fue atender a los niños y jóvenes de escasos recursos. La escuela recién fundada, al ser subvencionada por el Estado, es totalmente gratuita, pudiéndose matricular cualquier joven que alcance los requisitos correspondientes.
Un educador, testigo de la obra Viatoriana en Viña del Mar, Don Fernando Aliaga, impactado por el desarrollo del carisma fundacional expresa:
“Desde la perspectiva del Carisma fundacional del P. Luis Querbes, los religiosos de San Viator impactan en la iglesia chilena como misioneros que realizan su misión en los sectores urbanos populares, a través de la educación de los ´´hijos del pueblo´´. La gran oferta que los define, entonces, es que evangelizan a los pobres educándolos.”
“Las características específicas que definen el Proyecto Educativo Viatoriano, tal como es percibido a la llegada de los Clérigos de San Viator a Chile, son:
1. Apostolado de la Educación, integrada en la pastoral diocesana y parroquial. El objetivo es suscitar en el educando una vocación de responsabilidad cristiana en la construcción del Reino.
2. Constituir al Colegio como una instancia fecunda de la pastoral juvenil parroquial y como centro de iniciativas juveniles. (Deporte, banda, Coro y expresiones culturales), en que se cultiva la mutua relación de convivencia.
3. El Proyecto Educativo Viatoriano define como perfil del joven educando el despertar en él la vocación de ser animador de experiencias e iniciativas en el mundo juvenil popular.
4. El educador Viatoriano enfatiza la pedagogía del acompañamiento, esto es, promover un proceso de crecimiento personal del joven en la vivencia de la solidaridad y del compromiso social.”
Premunidos de varios diplomas que acreditaban su formación pedagógica, iniciaron la organización escolar: matrícula, programas, contratación de profesores, materiales pedagógicos, etc. Fue notable el afán de las familias de matricular a sus hijos llegando a alcanzar en los cursos de segundo, tercero, cuarto y quinto básico a más de sesenta y cinco alumnos por aula. Más de cien niños no pudieron ingresar por falta de espacio.
Mientras tanto, el 26 de enero de 1958 salían rumbo a Sudamérica, en la motonave Cabo San Roque desde Barcelona, para llegar a Buenos Aires el día 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, y continuar viaje por ferrocarril, los Hermanos Ángel López Valluerca, alavés de 30 años, Juan José Fernández de Arrillaga, vizcaíno de 31 años y Javier López Angulo, burgalés de 23 años. Sin detenerse, atravesaron la Cordillera de Los Andes y llegaron a Viña del Mar. Era la segunda expedición de misioneros. Es fácil imaginarse con qué alegría y cariño fueron recibidos. El Hermano Superior salió a su encuentro hasta la estación de Los Andes donde se encontraba la aduana chilena. La emoción sincera y verdaderamente fraternal que sintieron en esos momentos es indescriptible, sólo puede ser calibrada por aquéllos que la vivieron. En la estación de trenes de Viña del Mar los esperaban con no menos emoción Don Félix Ruiz de Escudero, su sobrino Don Jesús Martínez y el Hermano César Elorrieta.
En estos años el Estado es el principal organizador de la educación chilena, pasando de un protagonismo regulador al de fiscalizador, sostenedor y ejecutor de las tareas educativas. La centralidad estaba puesta en la obligatoriedad de la enseñanza primaria. Esta campaña fue impulsada con el fin de alfabetizar a la mayoría de la población y fue en gran medida efectiva. En cinco años hubo un aumento de 177.523 alumnos. En 1960 había un veinte por ciento de iletrados en el país.
Este período estuvo muy marcado por un gran auge de la escolarización de la niñez y también de la formación de profesores. "En 1950 egresaron de las escuelas normales 1285 nuevos maestros que vendrán a incrementar la dotación de profesores para los diversos centros de primera enseñanza."
Hasta 1959 el alumnado total alcanzaba a 1.029.274 alumnos, de los cuales 722.232 pertenecían a colegios del Estado y 307.042 a colegios particulares.
En cuanto a los colegios particulares, el mensaje presidencial, señala que "existen 453 establecimientos que controla y supervigila la Dirección General de Educación Secundaria y cuya matrícula alcanza a más de 85.000 alumnos". Sin embargo, esta aparente expansión, no afecta por igual a todos los estratos de la población, siendo mayoritaria la matrícula en los sectores socio-económicos altos. Por otra parte, si bien existen mayores posibilidades de acceder a la educación, se mantenían las dificultades para permanecer y ascender a ella. Sólo el siete por ciento de los que ingresaron a primero básico terminaron los doce años de estudio.
El equipo de los cinco viatores estaba preparado y dispuesto. Cuando optaron por esta solidaria misión, o cuando consintieron en marchar a tierras lejanas, su alma vibró al unísono con la voz de Dios. El rico temperamento español no acostumbra a calcular las dificultades ni frenar el entusiasmo.
Un artículo aparecido en el periódico de la época, La Unión de Valparaíso, el día 2 de marzo de 1958 anunciaba lo siguiente:
"Desde mañana hasta el diez estará abierta la matrícula en el colegio parroquial "San Antonio" situado en la esquina Once Norte con Cinco Oriente. Este año, el plantel que ha llenado una sentida necesidad de la comuna, está a cargo de la Congregación de los Clérigos de San Viator legalmente reconocida por el Gobierno y que por primera vez se instala en un país sudamericano, a pesar de contar con numerosos establecimientos educacionales en diversas naciones del mundo, especialmente en Norteamérica y Canadá". Y más adelante agregaba: "El Colegio Parroquial "San Antonio" posee amplias salas orientadas al sol, un espacioso salón de actos y el moderno material pedagógico de que dispone, forman un conjunto que ha merecido, muy acertadamente, el calificativo de "Palacio de la Enseñanza". Es enteramente gratuito. El Director es don Saturnino San Martín, don César Elorrieta Foronda, don Ángel López Valluerca, don Juan José Arrillaga y don Javier López Angulo..."
Las clases comenzaron oficialmente el 10 de marzo de 1958. Así nos relata este acontecimiento su Director:
"Todavía recuerdo la emoción que sentí el primer día de clases. Eran 305 alumnos, todos nuevos para nosotros, todas caras sonrientes y llenos de vida. Sí nos impactó que entre las filas había cuatro alumnos descalzos ("a pata pelá" como se dice en Chile). Habíamos elegido bien; los pobres eran los preferidos. Los sueños viatorianos y de Don Félix se convirtieron en realidad"
El 13 de junio día de San Antonio, Patrono de la Parroquia, se invitó al Sr. Obispo de la diócesis, Mons. Don Rafael Lira Infante para que bendijera el Establecimiento y la capilla doméstica de la residencia de los religiosos. No regateaba en los elogios. Había percibido los ecos de los sonoros triunfos de esta joven Comunidad.
En la fiesta de la Inmaculada, 110 alumnos recibieron su Primera Comunión. Se sumó a esta alegría la esperada noticia del nombramiento de la tercera expedición misionera: el P. Roque Mendizábal, con sus cuarenta y cinco años sería el primer sacerdote que se sumaría a la Misión y el Hermano José María Zorrilla La Fuente que con sus veinticinco años viene a dar lo mejor de su vida para hacer de ésta su nueva tierra. El 15 de febrero de 1959, la comunidad completa salió llena de alegría a recibirles al aeropuerto de Los Cerrillos de Santiago. La Fundación ya contaba con siete religiosos y se daba un paso más en la estructuración de ella al contar entre sus miembros con un sacerdote, pues, desde el primer momento se consideró muy necesaria la presencia de un capellán en el colegio. Al año siguiente se les agregarían el Hermano Valentín Izar de la Fuente, trabajador infatigable por las vocaciones viatorianas, y el Hermano Ignacio Arzamendi, "el vasco" como le llamaban cariñosamente.
Los meses de septiembre y octubre de 1959 son totalmente querbesianos. Las fiestas de centenario de la muerte del P. Luis culminan con un solemne triduo alrededor de la fiesta de San Viator, día del colegio. Discursos, escenificaciones, posters alusivos, actos académicos, emisiones radiofónicas en la emisora “Presidente Prieto” de Valparaíso, etc. Todo ello impregnado de sencillez y de espíritu de familia y sobre todo de una gran admiración por el Fundador de la Congregación. Se repartieron abundantes estampas-recuerdos del Centenario y eran muchos los que se encomendaban a la protección del P. Luis Querbes.
Se clausuró el año escolar el 20 de diciembre. La comisión examinadora enviada por la Dirección de Educación del Estado quedó sumamente complacida de los resultados académicos de los niños y dejó constancia escrita en las actas de la Inspección escolar.
El impacto que fue suscitando la calidad de enseñanza viatoriana trae como consecuencia la excelente reputación en el Ministerio de Educación y al año siguiente nuevamente lo manifiestan los inspectores dejando constancia escrita en las actas de supervisión escolar, convirtiéndole a ellos mismos en incansables propagandistas del trabajo y eficacia de los Hermanos. Se le concede al colegio el título de Cooperador del Estado y recibió las felicitaciones del Presidente de la República Don Jorge Alessandri.
Para finalizar las actividades, el Hermano César Elorrieta con la capacidad creativa que le caracterizaba realizó una brillante presentación artística con alumnado en traje de gala, desfile y revista de gimnasia. La banda de música instrumental del Regimiento de Coraceros amenizó y solemnizó el acto. Estaban presentes las más altas autoridades: el Gobernador Provincial, el Alcalde, numerosos padres y apoderados y varios amigos. Finalizó un curso escolar que por ser el primero en tierras chilenas había sido muy agotador. Después de unos días de completo descanso, los cinco Hermanos se unieron a un grupo de sesenta Maristas para realizar los Ejercicios Espirituales anuales en la casa Loyola de la localidad de Padre Hurtado.
Fue el inicio de una gran obra que como en otras partes del mundo, han tenido los Clérigos de San Viator. El carisma del Padre Luis Querbes ha llegado hasta rincones insospechados del mundo. Esta comunidad de hombres valientes y generosos responde a las necesidades más urgentes de la Iglesia y la Sociedad, especialmente entre los más pobres y abandonados.
El P. Sudres, Superior general, el 8 de diciembre de 1959 impulsaba a los Hermanos de la Provincia de España "Nosotros debemos tender a insertarnos en la vida parroquial. Demos a nuestros alumnos, el culto de la Parroquia" y agrega más adelante, "Monseñor Larraín, Obispo de Talca, en Chile, entusiasmado por estas perspectivas de colaboración en la pastoral parroquial, insiste en tener viatores, con el fin de que sus métodos fuesen ejemplo para las otras congregaciones de su diócesis" .
Los religiosos que habían llegado a Viña del Mar y que sorprendieron a sus habitantes, eran exponentes de esta Comunidad que además de las grandes responsabilidades y éxitos académicos se comprometían activamente animando las celebraciones litúrgicas, formando monaguillos, el coro de niños, la música, la Catequesis de Primera Comunión, el Mes de María en distintos puntos de la Parroquia San Antonio. Se cierra así el primer capítulo de su historia en tierras chilenas.