jueves, 28 de octubre de 2010

LA ESCUELA Y LA PARROQUIA ( 6 )

(1977-1980). El Papa Pablo VI, había promulgado la Exhortación Apostólica: La Evangelización del mundo contemporáneo, “Evangelii Nuntiandi”, en 1976, documento que confirmaba la plena actualidad para la Iglesia del carisma propio de los Clérigos de San Viator. El Papa reafirmaba el principio que el ser de la Iglesia se expresa en su quehacer misionero:

“Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a las personas con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la Santa Misa, memorial de su Muerte y Resurrección gloriosa”.

La Congregación, en España, vive presagios de cambios y nuevas esperanzas. Tras 24 años de gran vitalidad se ha cerrado el Juniorado de Sopuerta y al noviciado llegan pocos candidatos. En 1976 se había interrumpido el noviciado para aumentar en un año la edad de los candidatos. Los escolásticos realizan sus estudios formando parte de las demás comunidades apostólicas a partir del noviciado. Se siente venir una crisis por la inestabilidad vocacional. Sin embargo, la demanda de nuevas experiencias e inserciones en la Provincia se continúa fortaleciendo y apoyando la misión de Chile. Se envían nuevos refuerzos. En febrero de 1976 llegaba a formar parte de la Delegación el Hermano Víctor López de Sosoaga. Fue un aporte muy significativo para la obra viatoriana chilena. En su paso por los colegios de Viña del Mar y Ovalle dejó muy buenos recuerdos. En agosto del mismo año, la Provincia “arriesgaba” tres jóvenes que recién habían terminado sus estudios de magisterio: Aitor Zubizarreta Alegría, Pablo Urbaneja Varona y Kepa Plaza Arróspide, se sumaban a los hombres que viven en profundidad y con gozo su propia vocación de servicio preferencial a los pobres, hombres capaces de acompañar a los jóvenes en sus búsquedas de trascendencia. Fue todo un acontecimiento que marcó la Provincia y a la joven Delegación de Chile. Su trabajo fue realmente fructuoso y la comunidad se sintió fortalecida y agradecida.

Consecuente con la tarea evangelizadora, el Papa Pablo VI, invita a descubrir con audacia y prudencia las formas más adecuadas y eficaces de comunicar el mensaje e impulsa a utilizar en la transmisión del mensaje evangélico, los medios modernos propios de la civilización de la imagen, la Liturgia y la catequesis, la utilización de los medios de comunicación social, el contacto personal indispensable e insiste en que es un error oponer evangelización a sacramentalización. “La finalidad de la evangelización, dice el Papa es precisamente la de educar en la fe de tal manera que conduzca a cada cristiano a vivir y no a recibir de modo pasivo o apático los sacramentos como verdaderos sacramentos de la fe”.

Un aspecto que marcó en estos años la vida apostólica de la Delegación y su apertura para responder a las urgencias de la Iglesia es la necesidad que sentían algunos Hermanos de contar en las comunidades con sacerdotes que pudieran enriquecer la labor evangelizadora con su ministerio. El Superior provincial, ante las inquietudes que surgen por la apertura que se daba en toda la Congregación escribe a los religiosos chilenos:

“A modo de reflexión os diré que el SACERDOCIO es un Don de Dios que es en beneficio y servicio de los demás. Que ayuda a la santificación personal. Que, entre nosotros, cuando un hermano ya maduro, lo solicita es porque lo ha madurado suficientemente a nivel personal. Sin embargo, la comunidad tiene un rol importante a la hora de discernir sobre la conveniencia o no de ordenar a un hermano. Veamos, pues, el mejor bien del hermano, de la comunidad eclesial a la que va a servir, y las cualidades de todo tipo que interesan a un candidato, sin querer exigirle más de lo debido, y además sabiendo que somos muy diferentes unos de otros y que cuenta mucho la complementariedad…”

En el mes de agosto de 1978 recibían en el templo parroquial de Puente Alto la ordenación sacerdotal, de manos de Mons. Sergio Valech Aldunate, Obispo Auxiliar de Santiago, los Hermanos Javier Ortuondo y Amador Angulo. Fue un acontecimiento que reunió a toda la comunidad viatoriana chilena, a alumnos, ex-alumnos y amigos de la Congregación. Así queda estampada esta celebración:

“A golpe de las siete estábamos en olor de multitud en la Parroquia de Puente Alto, listos para la ordenación sacerdotal de Javier Ortuondo y Amador Angulo. Les impuso las manos Monseñor Sergio Valech Aldunate y les recordó con San Pedro: “Vosotros, como piedras vivas, sois edificados en casa espiritual y sacerdocio santo para ofrecer sacrificios espirituales aceptos a Dios por Jesucristo.”

“José María Zorrilla y Cesáreo Martínez recibieron, respectivamente, el diaconado y las órdenes menores. Día de alegría para la comunidad viatoriana y, en especial para la misión de Chile. Todavía resuena: “Siembra, siembra sin descansar… pronto, pronto florecerán nuestros sudores”.

El P. José María Zorrilla, por grave enfermedad de su padre viaja a España y es ordenado sacerdote en la ciudad de Vitoria el 3 de marzo de 1979 junto a Jesús María Urrutia por Monseñor Jacinto Argaya. El P. Cesáreo Martínez es ordenado sacerdote por Monseñor Sergio Valech el 30 de junio de 1979 en la capilla del Monasterio las Monjas Clarisas de Puente Alto.

La Delegación, en su sencillez y pobreza realiza esfuerzos por vivir conscientemente y con verdadera pasión el momento presente. Intenta responder con realismo a las solicitudes de la Iglesia y a sus necesidades evangelizadoras proyectando con mayor claridad los signos proféticos viatorianos.

La catequesis y la liturgia son su permanente preocupación y se cultivan dándoles especial relevancia. Se asume como metodología la catequesis familiar que comenzó a dar grandes frutos en la Iglesia chilena en la que los verdaderos catequistas son los padres de los niños que se preparan para recibir el sacramento de la Eucaristía. La labor de los religiosos será apoyar la formación de aquellos monitores que acompañarán a los padres en esta novedosa metodología.

En cuanto a recursos de apoyo a la evangelización, un buen grupo de religiosos realizó un curso de “Medios audiovisuales” organizado por el P. Claudio Chouinard c.s.v. del Perú, Director de Sonoviso de Perú, en conjunto con las Hijas de San Pablo que en aquel tiempo dirigían el Centro Catequístico de Santiago. El P. Javier Ortuondo viaja a Lima para informarse del sistema pastoral de Sonoviso y sus técnicas de expansión. Trajo abundante material de Lima y también, aprovechando sus vacaciones en España, consiguió abundante material cualificado para montar un taller de electrónica y una oficina de Sonoviso-audio (pastoral de audiovisuales, diapositivas, etc…). Dado el enorme impacto que adquirió y la actualidad de esos medios para la evangelización, no sólo en nuestras obras, sino también en otras congregaciones, en el verano de 1979, se organizó en la Escuela “Las Nieves” de Puente Alto, un curso para los religiosos que lo desearan.

El informe de la Delegación de aquella época destaca:

“Creemos poder decir que estamos contentos con la labor apostólica que en la Delegación se ha realizado, tanto dentro de nuestros centros como fuera de ellos. Todos los alumnos desde los séptimos años de Enseñanza Básica han tenido Ejercicios Espirituales o jornadas. Se ha atendido a los padres de estos niños a las mamás catequistas, convivencias con los profesores, se ha interesado a laicos y profesores de otros centros por poseer el título de profesor de religión por medio de los estudios por correspondencia que da la Universidad del Norte con sede en Antofagasta.”

“Se ha preparado a jóvenes para la Primera Comunión, para la Confirmación, se ha prestado el colegio para jornadas de grupos parroquiales, se ha ayudado a las parroquias, colegios de religiosas, capellanías, grupos universitarios, etc…”

El documento Pontificio “La Evangelización del mundo contemporáneo” reanima la misión de los Clérigos de San Viator y le da nuevos impulsos.

La razón de ser y de obrar de los viatores que han trabajado a lo largo de estos años en tierra chilenas no ha sido otro que Cristo, centro de sus vidas, y el hombre, sobre todo los jóvenes más necesitados. La pasión viatoriana consiste en promocionar al ser humano desde su propia grandeza de hijo de Dios y constituido como protagonista en una sociedad en la que es necesario se desarrollen todos los valores humanos: la libertad, la verdad, la justicia, el amor, etc… como una respuesta cristiana a los grandes interrogantes del presente especialmente desde el mundo juvenil y escolar. En el informe de la visita del Consejo general a la Provincia de España, el Superior general, P. Thomas Langenfeld manifestaba:

“Se podría decir que el único campo de inserción de los religiosos de la provincia es el escolar. A través de él han aumentado notablemente los compromisos para-escolares. Habría que destacar la labor que se realiza con adultos, las escuelas de padres, los movimientos juveniles, las organizaciones deportivas. En varios lugares se colabora con la parroquia, insertándose en apostolados zonales.” Y añadía “Creemos que la provincia debe promocionar inserciones apostólicas distintas de las escolares. Sería conveniente, para evitar dispersión, que éstas se diesen en las mismas regiones en las que tenemos comunidades.”

A este lado de la Cordillera ya se estaban realizando experiencias nuevas distintas a las escolares. En Ovalle se daba la oportunidad de trabajar en las capillas a través de la catequesis y de la ayuda fraterna. En Puente Alto, en la Población “El Tranque” se dirigía una Comunidad de Base que se transformó en un sector parroquial. Netamente viatoriano, por su estilo acogedor, juvenil y solidario pronto se vio en la necesidad de ampliar sus locales y construir un gran comedor infantil con la colaboración de los católicos de Alemania y la Provincia española. La cercanía a la comunidad de Puente Alto permitía que se soñara un futuro en una nueva parroquia. Sin embargo, las necesidades de la Delegación obligaron con gran dolor establecer prioridades y se entregó la capilla “Nuestra Señora de Fátima”, en enero de 1980 al arzobispado de Santiago:

“Se vio el tema en Consejo Extraordinario y se determinó que la actitud de la Congregación de los C.S.V., en este caso, es hacer la entrega de la totalidad de los locales construidos y que conforman la Capilla, al Arzobispado en la persona del Sr. Vicario de la Zona Oriente, Presbítero Monseñor Cristián Precht y del Párroco de Nuestra Sra. De Las Mercedes, Presbítero Eugenio Pizarro, tal como se especifica en el Convenio existente y firmado por ambas partes el año 1973”.

Los anhelos de tener una parroquia al cuidado de la comunidad viatoriana se hacía cada vez más fuerte. En Viña del Mar no parecía dar sus frutos los intercambios epistolares y diálogos con el obispo del lugar por la Parroquia “San Antonio” de la que dependía el Liceo San Antonio.

En Ovalle, los frailes Franciscanos belgas que ya en otras circunstancias han estado tan cerca de la Comunidad, nuevamente ofrecen una alternativa realmente valiosa para el carisma viatoriano. La necesidad de replegarse de sus efectivos religiosos les urgía abandonar algunas de sus obras. Su desprendimiento y pobreza evangélica que llevan tan noblemente les hace desprenderse de la parroquia más hermosa y que con tanto cariño habían construido con ayuda de sus Hermanos de Bélgica. Ofrecen la parroquia “El Divino Salvador” de Ovalle a los Clérigos de San Viator, sus vecinos por tantos años. Las relaciones entre las dos comunidades siempre fueron excelentes y los encuentros semanales hacían de los religiosos una delicia. Cada comunidad trataba de acoger con más cariño que la otra, cada vez que le tocaba el turno de organizar la convivencia y el compartir. El pueblo los conocía como los Padres franciscanos de San Viator. La despedida de los frailes Franciscanos costó lágrimas a la ciudad.

Después de un proceso de entendimiento entre ambos provinciales, se finiquitan los detalles del traspaso de la Parroquia. Así lo expresa el boletín de la Delegación de aquella época:

“El 19 de Noviembre de 1979, en el Seminario San Viator de Puente Alto, se reúnen los Consejos Franciscano y Viatoriano. Aquel venía presidido por el P. Provincial, que da plenos poderes al P. Oscar y Consejo para tramitar y finiquitar todos los detalles del traspaso de Parroquia y propiedades. Nuestra Congregación se haría cargo únicamente de los gastos de transferencia. La toma oficial de posesión de la Parroquia está fijada para el 1 de marzo de 1980.”

“La idea de este Consejo extraordinario sobre la OBRA de Ovalle es: “UNA SOLA OBRA CON UNA SOLA COMUNIDAD QUE LA DESARROLLA EN SUS ASPECTOS DE COLEGIO Y PARROQUIA” (Las mayúsculas son textuales).

Los Clérigos de San Viator se hacen cargo definitivamente de la Parroquia “El Divino Salvador” el 26 de octubre de 1980 con el consentimiento del Obispo Mons. Francisco Fresno Larraín, gran amigo de la comunidad. Se nombró párroco al P. Saturnino López y se transformó ésta en la primera parroquia de los Clérigos de San Viator de la Provincia de España. Toda la comunidad religiosa se trasladó a vivir en la casa parroquial, antigua residencia de los Padres franciscanos. La obra adquiría un sello especial. Parroquia y colegio, juntos dieron un matiz muy querido por el Fundador el P. Luis Querbes. Fue el comienzo de una nueva obra añorada por la comunidad viatoriana chilena.

Chile está pasando momentos muy críticos. La Iglesia chilena, sabiamente pastoreada por sus obispos, había hecho un discernimiento frente a las graves violaciones contra los derechos humanos que estaban ocurriendo. Al no ser escuchada por las autoridades del gobierno militar, en orden a remediar estos apremios ilegítimos y desapariciones forzosas se había comprometido decididamente en la defensa de la dignidad humana. Había establecido el Comité Pro-Paz, junto con otras Iglesias, para acoger a las víctimas de la persecución de los Servicios de Inteligencia Militar. Como consecuencia, los propios obispos fueron objeto de una gran campaña en que se les acusaba de “hacer política”.

Por esta razón la Iglesia chilena acoge con alegría la exhortación apostólica “Evangelii Nuntiandi”, por cuanto en ella proclamaba que le Evangelización debía preocuparse de los problemas sociales y económicos que afligen a los pobres:

“No es posible aceptar que la obra de la Evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad”.

Era el gran mensaje de una Evangelización preocupada por el ser humano, por su promoción, por miles de personas que sufrían el hambre y el atropello en su dignidad.

A partir de 1976 se imponía en la Iglesia la convicción de que la implacable aplicación del modelo económico estaba recaía en las espaldas de los estratos más pobres y que aquel desarrollo venía a conculcar nuevos y apremiantes derechos humanos. La juventud se encuentra privada de ideales. Internamente existían grandes tensiones: por los desaparecidos, abusos contra los derechos humanos, exilio.

El Superior Provincial P. José Luis Ezcurra dejó su impresión con motivo de una visita que realizó a la Delegación:

“Realmente el pueblo sufre mucho y su situación es angustiosa, siendo una de las preocupaciones mayores de los Hermanos el acudir en alivio del hambre y necesidades más elementales de muchos niños.”

“La política económica actualmente tiene un doble objetivo que quiere conseguir a “cualquier costo”: reducir los niveles de inflación y mantener la estabilidad de los precios. Esto ha llevado a los economistas del gobierno a descuidar el impacto de las distintas medidas de política económica utilizadas sobre la distribución del ingreso y particularmente sobre niveles de los sectores más pobres. Cada día el rico se hace más rico y el pobre más pobre.”

“Comparando la evolución de sueldos y salarios con el ingreso nacional por habitante se observa que mientras los asalariados han experimentado una baja de poder adquisitivo del 20%, el ingreso nacional por habitante ha caído el 12%... es decir, que el grupo asalariado que representa el 60% de la fuerza de trabajo es el que ha llevado el peso de la inflación. La evolución de los precios relativos de los distintos bienes ha incrementado en contra de los grupos de bajos ingresos.”

“¿Cómo logran subsistir las familias pobres? Para mí resulta un misterio. Se ha llegado a la conclusión de que el 25% de los chilenos viven en extrema pobreza.”

En varias ocasiones los obispos se han constituido en portadores de este malestar público denunciando la fuerte crisis moral y auspiciando un pronto retorno a la democracia.

Los Clérigos de San Viator no están ajenos a la difícil y dura realidad que está viviendo la Iglesia y el pueblo chileno. Su aporte ha sido desde la constante adhesión a los planteamientos de los obispos y al servicio a los más pobres desde la educación, la colaboración parroquial y el servicio solidario.

La comunidad viatoriana mostró al pueblo chileno la misericordia y ternura de Dios con sus hijos de muchas formas, tales como, los comedores de la Escuela Industrial Las Nieves de Puente Alto que ampliaron su capacidad para dar alimentación a la amplia población escolar que no podía realizarla normalmente en sus hogares. En Ovalle también ampliaron la posibilidad de instalar comedores en diferentes centros parroquiales y capillas dando alimentación a más de trescientos niños de escasos recursos; así mismo se instalaron talleres de costura y confección para dar una posibilidad de trabajo a las dueñas de casa. También el colegio San Viator aumentó la capacidad de comensales diarios. En Viña del Mar el método era diferente y los alumnos llevaban discretamente los alimentos a sus familias.

El Padre Roque Mendizábal, quien fuera gran amigo de los pobres y cerca de dos años Secretario particular de Monseñor Francisco Fresno Larraín, Arzobispo de La Serena y Presidente de la Conferencia Episcopal, viaja Canadá y Estados Unidos con grandes proyectos y solicitudes de ayuda para los más necesitados. Nos deja este dramático testimonio en una carta dirigida al Superior provincial:

“Sabes por qué situación tan dura están pasando los pobres en Chile. Mis contactos con los hambrientos son cada día más estremecedores. Tengo datos y casos espantosos, que apenas me atrevo a contar…”

“La semana pasada en la población Carmelitana de Ovalle, cerca de donde trabajan los viatores, encontraron en un camastro muerta de hambre en una mediagua, una pobrecita mujer que se había acostado para morir de inanición…”

“Pero lo tremendo son los niños hambrientos. Una monjita catalana de una escuela de un barrio de La Serena me decía que los niñitos, al comienzo de este curso en marzo, tenían 7 u 8 kilos menos a lo que corresponde a su peso corriente.”

“Pues, pensando y orando sobre esto hace quince días, me vino esta idea: “¿si yo fuera a Canadá y Estados Unidos a pedir ayuda para los hambrientos…?”

“Le hablé a mi Pastor, exponiéndole mi idea y concluyendo: “No será, Monseñor, una tontera mía?”

“No, Roque, no es una tontera. Tú te vienes conmigo, como mi secretario a Canadá a la reunión que vamos a tener en Ottawa diversos obispos del CELAM a finales de julio… y de allí podemos ir al Congreso Eucarístico de Filadelfia, que precisamente tiene por tema el hambre en el mundo.”

Volvió con una contundente ayuda económica y proyectos para diversas instituciones que apoyaron a los más necesitados otorgando, de manera preferente, trabajo a los jefes de hogares cesantes.

Por otra parte, una constante que marcó a la Delegación durante el trienio 1980-1983, ha sido la preocupación por renovarse internamente y en planificar sus obras y actividades con nuevas orientaciones en diferentes aspectos de la pastoral. Fue también una época de reajustes internos y adaptaciones pedagógicas. Se buscó las personas más cualificadas dentro de la diócesis de Santiago para iluminar el camino viatoriano de evangelización. Durante los vacaciones escolares, en los veranos, se invitaron a diversas personalidades eclesiales, tales como, Monseñor Enrique Alvear, Vicario de Santiago; Monseñor Vicente Ahumada, experto en espiritualidad y formador del Seminario Pontificio; P. Alfredo Poully, experto en Liturgia; P. Miguel Ortega, Director Nacional de Pastoral Juvenil; P. Raúl Hasbún, experto en Moral y responsable de los medios de comunicación de la Diócesis; Monseñor Cristián Precht, Vicario de Pastoral y responsable de la Vicaría de la Solidaridad. También, todos los religiosos asistieron a los Talleres de Experiencia de Dios, del P. Ignacio Larrañaga, en Punta de Tralca.

A nivel de Educación se realizó el Primer Encuentro de Profesores de nuestros tres colegios durante las vacaciones de invierno, entre los días 16 y 19 de julio de 1980. Se realizó en la casa de la Compañía de María, en Viña del Mar. Asistieron diversos especialistas en educación. El Encuentro dio muy buenos resultados, tanto por el compartir de los asistentes, como por las temáticas de actualidad que se trataron.

Las congregaciones religiosas en América Latina, y especialmente en Chile, en un intento de ser fieles a sus carismas fundacionales que les constituye y da sentido de identidad, como lo pedía el Concilio Vaticano II, revisan sus obras apostólicas y comienzan a abandonar los colegios optando por una acción pastoral más decidida en el ámbito parroquial y poblacional. Este cambio, además, coincide con un nuevo rol que el laicado asume en el ámbito de la Educación.

Sin embargo, el respaldo que dan los obispos a nuestras obras en las diócesis donde las Comunidades están insertas, y el constante discernimiento comunitario sobre la validez de las obras, confirman profundamente a los Hermanos en el trabajo educativo en que estaban comprometidos. Así lo corrobora el Superior Provincial:

“Los señores obispos consultados han insistido en que se continúe con la obra colegial como apostolado más deseado por ellos. Esto nos debe animar a conservar con optimismo las actuales obras y desde ellas potenciar aquellas actividades variadas y de valor inapreciable que difícilmente se pudiera conseguir sin la base colegial”.

Monseñor Sótero Sanz Villalba, Nuncio apostólico, en 1977, expresaba:

“Lo que se siembra en la niñez y en la juventud es garantía de cosecha para la edad madura. Hoy puedo constatar – y quiero expresarlo con toda claridad – que la fe en la validez de la Escuela Católica a todos los niveles, años atrás algún tanto opacada y aún contradicha en el seno de bastantes Comunidades Religiosas, ha renacido en Chile. Uno de mis mayores sufrimientos, hasta hace algún tiempo era recibir Comisiones de Padres y Apoderados, a Señores Obispos o a otros Representantes, que venían a pedirme intercesión y ayuda a fin de que se evitara el cierre de tal o cual escuela particular.”

Era una realidad, que incluso, a nivel de religiosos de diferentes congregaciones, se diferenciaban como progresistas o conservadores si mantenían o no los colegios.

La Sagrada Congregación para la Educación Católica zanja esta discusión y la misión viatoriana chilena con motivo del documento que publicara en 1977 “La Escuela Católica” se siente una vez más confirmada en el camino emprendido:

“La Escuela Católica entra de lleno en la misión salvífica de la Iglesia y particularmente en la exigencia de la educación a la fe. Sabiendo que la conciencia psicológica y moral son llamados por Cristo a una simultánea plenitud como condición para que el hombre reciba convenientemente los dones divinos de la verdad y de la gracia, la Iglesia se siente comprometida a promover en sus hijos la plena conciencia de que han sido regenerados a una vida nueva. El proyecto educativo de la Escuela Católica se define precisamente por su referencia explícita al Evangelio de Jesucristo, con el intento de arraigarlo en la conciencia y en la vida de los jóvenes, teniendo en cuenta los condicionamientos culturales de hoy”.

Más adelante agrega: “Así como ella (la escuela) desarrolla un “auténtico apostolado”. Dedicarse, pues, a este apostolado” significa cumplir una tarea eclesial insustituible y urgente”.

Refiriéndose a la escuela y los Institutos religiosos el documento especifica:

“Algunos problemas provienen del hecho de que algunos Institutos Religiosos fundados para el apostolado educativo escolar, a causa de las transformaciones sociales o políticas, posteriormente se han dedicado a otras actividades abandonando las escuelas. En otros casos, el esfuerzo de adecuarse a las recomendaciones, del Concilio Vaticano II respecto de una revisión del propio carisma a la luz de los orígenes del Instituto, ha orientado a algunos religiosos y religiosas a abandonar las Escuelas Católicas.”

“Es necesario revisar ciertas motivaciones aducidas contra la enseñanza. Se escoge un apostolado llamado “más directo”, olvidando la excelencia y el valor apostólico de la actividad educativa en la escuela. Algunos tienden a dar mayor importancia a una acción individual que a la desarrollada comunitariamente en instituciones específicamente apostólicas. Las ventajas de un apostolado comunitario en el campo educativo son evidentes. Algunas veces se pretende justificar el abandono de las escuelas católicas por un motivo de ineficacia, al menos aparente, en la consecución de ciertos objetivos. Estas consideraciones invitarían, más bien, a someter a una profunda actitud de humildad y esperanza, propias de todo educador convencido de que su obra no puede ser medida con los criterios racionalistas que se aplican en otros campos.”

“En el caso de que situaciones particulares pudieren revisar el apostolado escolar, o transformarlo en otras actividades, corresponde a la competente autoridad eclesiástica local valorar la oportunidad y necesidad de semejante cambio, teniendo presentes las reflexiones de la pastoral de conjunto anteriormente expuestas”.

La vinculación entre Evangelización y escuela viatoriana, como característica que define el apostolado de los Clérigos de San Viator en Chile también es reconocido por muchos padres de familias y personalidades que han compartido con la Comunidad viatoriana. Estos son los sentimientos expresados por Ninfa Casanova madre de los cuatro hermanos Valenzuela que estudiaron en el colegio San Viator de Ovalle:

“ Como madre que soy, me dirijo expresando mis sentimientos muy honestos y humildes al Colegio San Viator, ya que para mí ha sido la prolongación de mi hogar, debido a que mis hijos pasan la mayor parte del tiempo en él, recibiendo los conocimientos, el cariño y toda la educación tanto humanista, moral y cristiana que el colegio les brinda, pues muchas veces para mí es difícil dárselas, ya que como mujer soy madre, dueña de casa, y me desempeño trabajando todo el día fuera de ella.”

“Para nosotros, como familia y padres de tantos hijos, es un orgullo y estamos muy agradecidos y hemos tenido la gran satisfacción y alegría de ver que ellos, día a día, se han ido convirtiendo poco a poco en los jóvenes responsables, educados y cariñosos; es por eso que deseo sinceramente que el Colegio San Viator, continúe la senda trazada hasta hoy, entregando su enseñanza dentro de la base de la Comunidad Cristiana. También como madre les diría a mis hijos que se sientan orgullosos de ser escogidos por la Comunidad Viatoriana, recibiendo toda enseñanza que les entregan los profesores”.

Quien fuera alumno de los Clérigos de San Viator y posteriormente Alcalde de la ciudad de Ovalle, Don. Sergio Peralta Morales, abogado, no se queda atrás en elogios hacia su querida comunidad viatoriana:

“Fueron en efecto, quienes llegaron desde España, y muchos de nuestros chilenos, los que hicieron posible la estructuración humana y física del Colegio San Viator y, quienes en el transcurso de estos años, produjeron también el reconocimiento nacional, por la valorización educacional y cultural entregada por el establecimiento ovallino, que surge y se destaca como uno de los pilares básicos en que se fundamenta y desarrolla la cultura en nuestra Provincia.”

“Hemos sido muchos quienes hemos vivido la convivencia fraternidad y estudios en las aulas del Colegio San Viator, y cada uno de nosotros tiene lazos inmejorables con los que también han compartido la difícil tarea de formar a los futuros chilenos.”

“No tengo dudas, acerca de que, cada uno de quienes hemos compartido la educación entregada por el Colegio San Viator, hemos sido capaces en nuestras diversas funciones, de entregar en mayor o menor grado, los mismos principios, bases de justicia, equidad, solidaridad, y fraternidad que fundamentaron la acción constante y permanente de quienes nos entregaron lo mejor de sí, sin esperar retribución.”

“Por ello, no puedo, en estas cuatro líneas, omitir el nombre de sacerdotes, hermanos, clérigos y profesores como Roque Mendizábal, Ramón Arizón, Aitor Zubizarreta, Javier, Daniel, Amador y tantos otros, quienes hicieron posible que cientos de jóvenes de Ovalle recogiesen el mensaje de Paz y cultura que prodigaban todos ellos.”

“Por ello, todos quienes hemos vivido la experiencia de estudiar en el colegio San Viator de Ovalle, sentimos con profunda alegría cómo se ha consolidado en nuestro ser, el pensamiento, acción y cultura entregado por todos los estamentos del Colegio, esperando asimismo que las generaciones futuras estudien y egresen del mismo colegio recibiendo los valores trascendentes que nos fueron entregados en nuestros años de colegio.”

Un gran amigo de la Comunidad religiosa, apoderado y posteriormente Intendente de la Cuarta Región del País, Don Omar Elorza Smith, había conocido a los Clérigos de San Viator desde sus inicios en la ciudad de Ovalle. Deja su sentido testimonio:

“Llegan a esta ciudad laica por excelencia, poco creyente por decir lo menos y sin embargo les acoge con alegría y casi sin darse cuenta ella es marcada por su acción y especialmente por su manera de ser, y la Comunidad de San Viator penetra en ella y se hace parte de la ciudad. Esta conquista tiene también un alto precio ya que más de un misionero, sin perder la fe, deja su vocación religiosa.”

“La segunda razón importante, es su filosofía y la manera de aplicarla. Es naturalmente de inspiración cristiana y su objetivo: educar y formar jóvenes, pero lo significativo, es que no importa su origen, sus padres pueden ser obreros, campesinos o profesionales, comerciantes o latifundistas, todos tendrán las mismas oportunidades y esto se proyecta a Padres y Apoderados, formando así la gran familia Viatoriana, fuerza creadora de grandes realizaciones.”

“Hoy vemos un Colegio consolidado en lo material, con alto prestigio académico; pero lo que es más importante, con renovadas inquietudes para abrir nuevas rutas. No actuar de esa manera sería como traicionar a su Santo Patrono, viajero y leal. Por ello el Colegio debe seguir creciendo y mirando hacia atrás sólo para sacar más energía al ver lo bueno realizado. Ovalle lo necesita y así creo también lo demandan el cariñoso recuerdo de los que ya no están con nosotros y que ayer fueron protagonistas de esta obra, me refiero a Nazario, Marcelino, Juan, Feliciano, Valentín, Jesús, Julián, Roque y tantos otros que espiritualmente siguen con nosotros.”

“Si ayer la Congregación confió en vecinos, que no siempre compartieron sus puntos de vista espirituales y que en respeto mutuo obtuvieron logros significativos para bien de los educandos y de la propia ciudad; hoy con exalumnos numerosos e importantes, con activas comunidades de base, con una congregación en aumento, con gran credibilidad y respaldo de la ciudad; ¿no será el momento de emprender nuevos pasos tras antiguas esperanzas de un pueblo que ve en los Clérigos de San Viator, el camino para sus hijos?”

“Por todo lo anterior, me permito pensar en voz alta y sugerir a la actual Familia Viatoriana, seamos leales a San Viator y sigamos caminando.”

Una madre y apoderada de sus cinco hijos que estudiaron en el Liceo Parroquial San Antonio de Viña del Mar, la Sra. Doña María Cristina Altamirano, testimonia la experiencia y los buenos momentos que vivió a junto a la Comunidad viatoriana:

“… Siendo apoderada, participé en cuanta actividad pastoral se nos presentaba. Participé en los Retiros de Padres y en actividades solidarias.”

“En una ocasión, el Padre Miguel Uzábal me comentó la necesidad de hacer algo por los demás. Comenzábamos un gran proyecto de solidaridad en el Comedor del Liceo y en actividades de recolección de alimentos y ropas para familias que estaban pasando por una situación económica difícil. No contento, el Padre Miguel abrió el proyecto a otros grupos de necesitados fuera del ámbito colegial. En cada una de las actividades me tocó ver lo grande que es Dios, lo silencioso de su actuar, la sonrisa de los niños y de tantas mujeres que veían llegar la ayuda en momentos de suma necesidad. Doblegamos nuestras estrategias para sensibilizar y recolectar las ayudas que llegaban de toda la Comunidad Educativa.”

“En ese momento, junto con otros apoderados, vivíamos la fe, nuestra fe. Cada actividad se sosegaba con el agradecimiento a Dios, que sostenía nuestro obrar. Las Eucaristías reunían nuestras voces para celebrar aquello que creíamos. Dios nos había convocado para servir, nos había reunido en torno a una comunidad religiosa: los Clérigos de San Viator.”

“En pocas palabras, los religiosos inyectaban en nuestra vida la pasión de hacer algo concreto por los demás, de celebrar nuestra fe, de profundizarla en cada uno de los encuentros y retiros que realizábamos para degustar la Palabra de Dios y discernir cuánto quería de cada uno de nosotras”.

“Me tocó acompañar a mis hijos en su participación en movimientos de la pastoral que suscitaban en ellos muchas energías para servir. Muchos fines de semana asistían y ayudaban a otros jóvenes a conocer y seguir a Jesús. Los veía apasionados (hasta ahora) y me llamaba mucho la atención. Descubrí, en aquellos religiosos que los guiaban, una gran pasión por Jesús. Hombres enamorados de Cristo que suscitaban en muchos jóvenes el apasionarse por la causa de Jesús. Estos jóvenes dejaban muchas cosas para ayudar a otros y esto lo encontraba formativo en todos sus aspectos. Estos religiosos, con sus vidas, mostraban a un Dios vivo, lleno de vitalidad y con muchas ganas de transformar, de revolucionar la sociedad con el Evangelio”.

En 1979, los Clérigos de San Viator acogieron con mucha alegría la visita del Superior provincial, el P. José Luis Ezcurra, que vino acompañado por el P. Jaime Gómez, consejero provincial. En diversos encuentros entregó sus orientaciones. Entre sus diversos consejos recomendó sobre la vida comunitaria y la urgente necesidad de un estilo de pastoral vocacional:

“a/ En Latinoamérica, por el contexto en que nos movemos y por la idiosincrasia peculiar de estos pueblos, es preciso el cultivo vigoroso de la vida fraterna como integradora de la AFECTIVIDAD, que fácilmente podría desviarse a compensaciones inadecuadas.
b/ También hay que destacar que el temperamento español es distinto al de los chilenos, consecuentemente habrá que hacer un esfuerzo grande para que la pastoral vocacional se adapte en su forma de ser, más que implantar la nuestra”.

Un compromiso que quedó claro con su visita fue el de elaborar en cada casa, antes del comienzo de curso el: PLAN O PROYECTO DE VIDA COMUNITARIA.

El P. Provincial insistió también en lo provechoso que podría resultar la elaboración del Proyecto personal y ofrecido a la consideración del grupo comunitario.

Este año concluía su segundo período de gobierno el P. Feliciano Nebreda. El 20 de enero de 1979, en presencia del Superior provincial, se procedió a la elección y nombramiento de Superior delegado. Resultó elegido el P. Amador Angulo por amplia mayoría y el Superior provincial, con el voto del Consejo provincial, hizo el nombramiento público, confirmando así al P. Amador como Delegado provincial por tres años. Se reflexionó sobre el número de consejeros y se consideró la conveniencia que de que lo acompañaran dos consejeros y en lo posible formaran un equipo de vida. Resultaron elegidos los Hermanos Miguel Uzábal y Ramón Arizón. Los tres Hermanos fijan su residencia en “La Parcela” de Puente Alto. Se confirma como Administrador de la Delegación el P. Javier Ortuondo Vicarregui.

Fue un deseo manifestado por el reciente nombrado Superior delegado, junto a sus consejeros, que todas las comunidades se transformaran en “comunidades suscitadoras y cultivadoras de vocaciones”, una gran inquietud que venía surgiendo hacía varios años y que ahora se transformaba decididamente en la primera prioridad.

Se nombra una comisión, formada por el Javier Ortuondo, José María Zorrilla y Gerardo Soto, para buscar una casa de acogida para jóvenes con inquietud vocacional. Se estudian varias alternativas tanto en Santiago como en Viña del Mar. Después de realizar un serio discernimiento sobre esta situación se recomienda que se refaccione la “parcela” de Puente Alto. En agosto del mismo año se inician las obras de ampliación de la casa primitiva con 9 habitaciones, sala de reuniones, recibidor y biblioteca en la parte nueva. Capilla y comedor ampliado, recibidor y 4 habitaciones más en la parte antigua, transformándose así esta casa en Postulantado y casa de acogida para los jóvenes que asisten a jornadas vocacionales.

También surge en la Delegación un trabajo muy interesante en relación a la pastoral juvenil y vocacional. En los tres colegios se organizan grupos de jóvenes comprometidos y con alguna idea de vocación cristiana específica. En Ovalle aparece el “Grupo Viator” y en Viña del Mar el “Grupo Inquietud”, como semillas de un futuro movimiento juvenil viatoriano.

Con veinte religiosos terminaba la Misión de la Inmaculada el año 1979. Durante el mismo regresaron a España, después de una estancia de tres años en Chile los Hermanos Aitor Zubizarreta, Pedro Plaza y Pablo Urbaneja. Era el mes de septiembre. En agosto habían llegado, por primera vez, animados y llenos del espíritu misionero propio de los hijos del P. Luis Querbes, los Hermanos José Ángel Murguía, Juan Alarcón, José Ignacio San Román y Julián Osorno. El 26 de octubre del año siguiente el Hermano José Gómez Huidobro, con sus sesenta años, partía de España a unirse al grupo de los misioneros. Se le despidió en Casaquemada, residencia provincial. Al día siguiente de su llegada a Chile ya estaba en su querida comunidad y escribía: “feliz y lleno de emociones. Grandes recibimientos. Las Comunidades de la Parcela y las Nieves, encantadoras, a porfía por obsequiarme. He dejado mucho, pero he encontrado mucho…emocionado por la despedida y el recibimiento”.

A partir del 25 de mayo de 1980, fiesta de Pentecostés, corrieron aires de gran impulso misionero en la Iglesia y en todo el país. Se lanza la campaña de inicio del Congreso Eucarístico a nivel Nacional. El inicio fue con una misa de juventud, celebrada en todas las catedrales. En ellas cada obispo entregó una carta pastoral que fue la carta magna de toda la campaña de evangelización. Ella misma es un anuncio de Cristo y una convocación a las actividades del Congreso. El Lema: “No teman, abran las puertas a Cristo”. Los objetivos: una acción pastoral centrada en Cristo, un Congreso Eucarístico, una movilización masiva en que se introduce en todos los hogares “El Cristo Peregrino”, y una acción pastoral de multitudes.

Todos los religiosos viatorianos responden a la invitación del Superior delegado en orden a comprometerse a nivel personal, comunitario, colegial y parroquial adhiriéndose a toda la Iglesia y planificando las actividades propias de acuerdo a las orientaciones de la Conferencia episcopal nacional. La gran novedad fue no centrar el Congreso Eucarístico en concentraciones masivas de pocos días, sino establecer todo un plan de evangelización y catequesis distribuido a lo largo del año para el trabajo en comunidades de base. La evaluación final demostró que el esfuerzo realizado merecía la pena.

Sin lugar a dudas, una evaluación realizada sobre el significado que los Clérigos de San Viator han tenido en la Iglesia y en la Pastoral de Chile nos demuestra con claridad que su aporte se ha realizado decididamente en comunión con los obispos e insertos en la realidad concreta eclesial. Su característica pastoral desde los inicios de la fundación, es la causa por los pobres y los jóvenes.






















(1977-1980). El Papa Pablo VI, había promulgado la Exhortación Apostólica: La Evangelización del mundo contemporáneo, “Evangelii Nuntiandi”, en 1976, documento que confirmaba la plena actualidad para la Iglesia del carisma propio de los Clérigos de San Viator. El Papa reafirmaba el principio que el ser de la Iglesia se expresa en su quehacer misionero:

“Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a las personas con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la Santa Misa, memorial de su Muerte y Resurrección gloriosa”.

La Congregación, en España, vive presagios de cambios y nuevas esperanzas. Tras 24 años de gran vitalidad se ha cerrado el Juniorado de Sopuerta y al noviciado llegan pocos candidatos. En 1976 se había interrumpido el noviciado para aumentar en un año la edad de los candidatos. Los escolásticos realizan sus estudios formando parte de las demás comunidades apostólicas a partir del noviciado. Se siente venir una crisis por la inestabilidad vocacional. Sin embargo, la demanda de nuevas experiencias e inserciones en la Provincia se continúa fortaleciendo y apoyando la misión de Chile. Se envían nuevos refuerzos. En febrero de 1976 llegaba a formar parte de la Delegación el Hermano Víctor López de Sosoaga. Fue un aporte muy significativo para la obra viatoriana chilena. En su paso por los colegios de Viña del Mar y Ovalle dejó muy buenos recuerdos. En agosto del mismo año, la Provincia “arriesgaba” tres jóvenes que recién habían terminado sus estudios de magisterio: Aitor Zubizarreta Alegría, Pablo Urbaneja Varona y Kepa Plaza Arróspide, se sumaban a los hombres que viven en profundidad y con gozo su propia vocación de servicio preferencial a los pobres, hombres capaces de acompañar a los jóvenes en sus búsquedas de trascendencia. Fue todo un acontecimiento que marcó la Provincia y a la joven Delegación de Chile. Su trabajo fue realmente fructuoso y la comunidad se sintió fortalecida y agradecida.

Consecuente con la tarea evangelizadora, el Papa Pablo VI, invita a descubrir con audacia y prudencia las formas más adecuadas y eficaces de comunicar el mensaje e impulsa a utilizar en la transmisión del mensaje evangélico, los medios modernos propios de la civilización de la imagen, la Liturgia y la catequesis, la utilización de los medios de comunicación social, el contacto personal indispensable e insiste en que es un error oponer evangelización a sacramentalización. “La finalidad de la evangelización, dice el Papa es precisamente la de educar en la fe de tal manera que conduzca a cada cristiano a vivir y no a recibir de modo pasivo o apático los sacramentos como verdaderos sacramentos de la fe”.

Un aspecto que marcó en estos años la vida apostólica de la Delegación y su apertura para responder a las urgencias de la Iglesia es la necesidad que sentían algunos Hermanos de contar en las comunidades con sacerdotes que pudieran enriquecer la labor evangelizadora con su ministerio. El Superior provincial, ante las inquietudes que surgen por la apertura que se daba en toda la Congregación escribe a los religiosos chilenos:

“A modo de reflexión os diré que el SACERDOCIO es un Don de Dios que es en beneficio y servicio de los demás. Que ayuda a la santificación personal. Que, entre nosotros, cuando un hermano ya maduro, lo solicita es porque lo ha madurado suficientemente a nivel personal. Sin embargo, la comunidad tiene un rol importante a la hora de discernir sobre la conveniencia o no de ordenar a un hermano. Veamos, pues, el mejor bien del hermano, de la comunidad eclesial a la que va a servir, y las cualidades de todo tipo que interesan a un candidato, sin querer exigirle más de lo debido, y además sabiendo que somos muy diferentes unos de otros y que cuenta mucho la complementariedad…”

En el mes de agosto de 1978 recibían en el templo parroquial de Puente Alto la ordenación sacerdotal, de manos de Mons. Sergio Valech Aldunate, Obispo Auxiliar de Santiago, los Hermanos Javier Ortuondo y Amador Angulo. Fue un acontecimiento que reunió a toda la comunidad viatoriana chilena, a alumnos, ex-alumnos y amigos de la Congregación. Así queda estampada esta celebración:

“A golpe de las siete estábamos en olor de multitud en la Parroquia de Puente Alto, listos para la ordenación sacerdotal de Javier Ortuondo y Amador Angulo. Les impuso las manos Monseñor Sergio Valech Aldunate y les recordó con San Pedro: “Vosotros, como piedras vivas, sois edificados en casa espiritual y sacerdocio santo para ofrecer sacrificios espirituales aceptos a Dios por Jesucristo.”

“José María Zorrilla y Cesáreo Martínez recibieron, respectivamente, el diaconado y las órdenes menores. Día de alegría para la comunidad viatoriana y, en especial para la misión de Chile. Todavía resuena: “Siembra, siembra sin descansar… pronto, pronto florecerán nuestros sudores”.

El P. José María Zorrilla, por grave enfermedad de su padre viaja a España y es ordenado sacerdote en la ciudad de Vitoria el 3 de marzo de 1979 junto a Jesús María Urrutia por Monseñor Jacinto Argaya. El P. Cesáreo Martínez es ordenado sacerdote por Monseñor Sergio Valech el 30 de junio de 1979 en la capilla del Monasterio las Monjas Clarisas de Puente Alto.

La Delegación, en su sencillez y pobreza realiza esfuerzos por vivir conscientemente y con verdadera pasión el momento presente. Intenta responder con realismo a las solicitudes de la Iglesia y a sus necesidades evangelizadoras proyectando con mayor claridad los signos proféticos viatorianos.

La catequesis y la liturgia son su permanente preocupación y se cultivan dándoles especial relevancia. Se asume como metodología la catequesis familiar que comenzó a dar grandes frutos en la Iglesia chilena en la que los verdaderos catequistas son los padres de los niños que se preparan para recibir el sacramento de la Eucaristía. La labor de los religiosos será apoyar la formación de aquellos monitores que acompañarán a los padres en esta novedosa metodología.

En cuanto a recursos de apoyo a la evangelización, un buen grupo de religiosos realizó un curso de “Medios audiovisuales” organizado por el P. Claudio Chouinard c.s.v. del Perú, Director de Sonoviso de Perú, en conjunto con las Hijas de San Pablo que en aquel tiempo dirigían el Centro Catequístico de Santiago. El P. Javier Ortuondo viaja a Lima para informarse del sistema pastoral de Sonoviso y sus técnicas de expansión. Trajo abundante material de Lima y también, aprovechando sus vacaciones en España, consiguió abundante material cualificado para montar un taller de electrónica y una oficina de Sonoviso-audio (pastoral de audiovisuales, diapositivas, etc…). Dado el enorme impacto que adquirió y la actualidad de esos medios para la evangelización, no sólo en nuestras obras, sino también en otras congregaciones, en el verano de 1979, se organizó en la Escuela “Las Nieves” de Puente Alto, un curso para los religiosos que lo desearan.

El informe de la Delegación de aquella época destaca:

“Creemos poder decir que estamos contentos con la labor apostólica que en la Delegación se ha realizado, tanto dentro de nuestros centros como fuera de ellos. Todos los alumnos desde los séptimos años de Enseñanza Básica han tenido Ejercicios Espirituales o jornadas. Se ha atendido a los padres de estos niños a las mamás catequistas, convivencias con los profesores, se ha interesado a laicos y profesores de otros centros por poseer el título de profesor de religión por medio de los estudios por correspondencia que da la Universidad del Norte con sede en Antofagasta.”

“Se ha preparado a jóvenes para la Primera Comunión, para la Confirmación, se ha prestado el colegio para jornadas de grupos parroquiales, se ha ayudado a las parroquias, colegios de religiosas, capellanías, grupos universitarios, etc…”

El documento Pontificio “La Evangelización del mundo contemporáneo” reanima la misión de los Clérigos de San Viator y le da nuevos impulsos.

La razón de ser y de obrar de los viatores que han trabajado a lo largo de estos años en tierra chilenas no ha sido otro que Cristo, centro de sus vidas, y el hombre, sobre todo los jóvenes más necesitados. La pasión viatoriana consiste en promocionar al ser humano desde su propia grandeza de hijo de Dios y constituido como protagonista en una sociedad en la que es necesario se desarrollen todos los valores humanos: la libertad, la verdad, la justicia, el amor, etc… como una respuesta cristiana a los grandes interrogantes del presente especialmente desde el mundo juvenil y escolar. En el informe de la visita del Consejo general a la Provincia de España, el Superior general, P. Thomas Langenfeld manifestaba:

“Se podría decir que el único campo de inserción de los religiosos de la provincia es el escolar. A través de él han aumentado notablemente los compromisos para-escolares. Habría que destacar la labor que se realiza con adultos, las escuelas de padres, los movimientos juveniles, las organizaciones deportivas. En varios lugares se colabora con la parroquia, insertándose en apostolados zonales.” Y añadía “Creemos que la provincia debe promocionar inserciones apostólicas distintas de las escolares. Sería conveniente, para evitar dispersión, que éstas se diesen en las mismas regiones en las que tenemos comunidades.”

A este lado de la Cordillera ya se estaban realizando experiencias nuevas distintas a las escolares. En Ovalle se daba la oportunidad de trabajar en las capillas a través de la catequesis y de la ayuda fraterna. En Puente Alto, en la Población “El Tranque” se dirigía una Comunidad de Base que se transformó en un sector parroquial. Netamente viatoriano, por su estilo acogedor, juvenil y solidario pronto se vio en la necesidad de ampliar sus locales y construir un gran comedor infantil con la colaboración de los católicos de Alemania y la Provincia española. La cercanía a la comunidad de Puente Alto permitía que se soñara un futuro en una nueva parroquia. Sin embargo, las necesidades de la Delegación obligaron con gran dolor establecer prioridades y se entregó la capilla “Nuestra Señora de Fátima”, en enero de 1980 al arzobispado de Santiago:

“Se vio el tema en Consejo Extraordinario y se determinó que la actitud de la Congregación de los C.S.V., en este caso, es hacer la entrega de la totalidad de los locales construidos y que conforman la Capilla, al Arzobispado en la persona del Sr. Vicario de la Zona Oriente, Presbítero Monseñor Cristián Precht y del Párroco de Nuestra Sra. De Las Mercedes, Presbítero Eugenio Pizarro, tal como se especifica en el Convenio existente y firmado por ambas partes el año 1973”.

Los anhelos de tener una parroquia al cuidado de la comunidad viatoriana se hacía cada vez más fuerte. En Viña del Mar no parecía dar sus frutos los intercambios epistolares y diálogos con el obispo del lugar por la Parroquia “San Antonio” de la que dependía el Liceo San Antonio.

En Ovalle, los frailes Franciscanos belgas que ya en otras circunstancias han estado tan cerca de la Comunidad, nuevamente ofrecen una alternativa realmente valiosa para el carisma viatoriano. La necesidad de replegarse de sus efectivos religiosos les urgía abandonar algunas de sus obras. Su desprendimiento y pobreza evangélica que llevan tan noblemente les hace desprenderse de la parroquia más hermosa y que con tanto cariño habían construido con ayuda de sus Hermanos de Bélgica. Ofrecen la parroquia “El Divino Salvador” de Ovalle a los Clérigos de San Viator, sus vecinos por tantos años. Las relaciones entre las dos comunidades siempre fueron excelentes y los encuentros semanales hacían de los religiosos una delicia. Cada comunidad trataba de acoger con más cariño que la otra, cada vez que le tocaba el turno de organizar la convivencia y el compartir. El pueblo los conocía como los Padres franciscanos de San Viator. La despedida de los frailes Franciscanos costó lágrimas a la ciudad.

Después de un proceso de entendimiento entre ambos provinciales, se finiquitan los detalles del traspaso de la Parroquia. Así lo expresa el boletín de la Delegación de aquella época:

“El 19 de Noviembre de 1979, en el Seminario San Viator de Puente Alto, se reúnen los Consejos Franciscano y Viatoriano. Aquel venía presidido por el P. Provincial, que da plenos poderes al P. Oscar y Consejo para tramitar y finiquitar todos los detalles del traspaso de Parroquia y propiedades. Nuestra Congregación se haría cargo únicamente de los gastos de transferencia. La toma oficial de posesión de la Parroquia está fijada para el 1 de marzo de 1980.”

“La idea de este Consejo extraordinario sobre la OBRA de Ovalle es: “UNA SOLA OBRA CON UNA SOLA COMUNIDAD QUE LA DESARROLLA EN SUS ASPECTOS DE COLEGIO Y PARROQUIA” (Las mayúsculas son textuales).

Los Clérigos de San Viator se hacen cargo definitivamente de la Parroquia “El Divino Salvador” el 26 de octubre de 1980 con el consentimiento del Obispo Mons. Francisco Fresno Larraín, gran amigo de la comunidad. Se nombró párroco al P. Saturnino López y se transformó ésta en la primera parroquia de los Clérigos de San Viator de la Provincia de España. Toda la comunidad religiosa se trasladó a vivir en la casa parroquial, antigua residencia de los Padres franciscanos. La obra adquiría un sello especial. Parroquia y colegio, juntos dieron un matiz muy querido por el Fundador el P. Luis Querbes. Fue el comienzo de una nueva obra añorada por la comunidad viatoriana chilena.

Chile está pasando momentos muy críticos. La Iglesia chilena, sabiamente pastoreada por sus obispos, había hecho un discernimiento frente a las graves violaciones contra los derechos humanos que estaban ocurriendo. Al no ser escuchada por las autoridades del gobierno militar, en orden a remediar estos apremios ilegítimos y desapariciones forzosas se había comprometido decididamente en la defensa de la dignidad humana. Había establecido el Comité Pro-Paz, junto con otras Iglesias, para acoger a las víctimas de la persecución de los Servicios de Inteligencia Militar. Como consecuencia, los propios obispos fueron objeto de una gran campaña en que se les acusaba de “hacer política”.

Por esta razón la Iglesia chilena acoge con alegría la exhortación apostólica “Evangelii Nuntiandi”, por cuanto en ella proclamaba que le Evangelización debía preocuparse de los problemas sociales y económicos que afligen a los pobres:

“No es posible aceptar que la obra de la Evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad”.

Era el gran mensaje de una Evangelización preocupada por el ser humano, por su promoción, por miles de personas que sufrían el hambre y el atropello en su dignidad.

A partir de 1976 se imponía en la Iglesia la convicción de que la implacable aplicación del modelo económico estaba recaía en las espaldas de los estratos más pobres y que aquel desarrollo venía a conculcar nuevos y apremiantes derechos humanos. La juventud se encuentra privada de ideales. Internamente existían grandes tensiones: por los desaparecidos, abusos contra los derechos humanos, exilio.

El Superior Provincial P. José Luis Ezcurra dejó su impresión con motivo de una visita que realizó a la Delegación:

“Realmente el pueblo sufre mucho y su situación es angustiosa, siendo una de las preocupaciones mayores de los Hermanos el acudir en alivio del hambre y necesidades más elementales de muchos niños.”

“La política económica actualmente tiene un doble objetivo que quiere conseguir a “cualquier costo”: reducir los niveles de inflación y mantener la estabilidad de los precios. Esto ha llevado a los economistas del gobierno a descuidar el impacto de las distintas medidas de política económica utilizadas sobre la distribución del ingreso y particularmente sobre niveles de los sectores más pobres. Cada día el rico se hace más rico y el pobre más pobre.”

“Comparando la evolución de sueldos y salarios con el ingreso nacional por habitante se observa que mientras los asalariados han experimentado una baja de poder adquisitivo del 20%, el ingreso nacional por habitante ha caído el 12%... es decir, que el grupo asalariado que representa el 60% de la fuerza de trabajo es el que ha llevado el peso de la inflación. La evolución de los precios relativos de los distintos bienes ha incrementado en contra de los grupos de bajos ingresos.”

“¿Cómo logran subsistir las familias pobres? Para mí resulta un misterio. Se ha llegado a la conclusión de que el 25% de los chilenos viven en extrema pobreza.”

En varias ocasiones los obispos se han constituido en portadores de este malestar público denunciando la fuerte crisis moral y auspiciando un pronto retorno a la democracia.

Los Clérigos de San Viator no están ajenos a la difícil y dura realidad que está viviendo la Iglesia y el pueblo chileno. Su aporte ha sido desde la constante adhesión a los planteamientos de los obispos y al servicio a los más pobres desde la educación, la colaboración parroquial y el servicio solidario.

La comunidad viatoriana mostró al pueblo chileno la misericordia y ternura de Dios con sus hijos de muchas formas, tales como, los comedores de la Escuela Industrial Las Nieves de Puente Alto que ampliaron su capacidad para dar alimentación a la amplia población escolar que no podía realizarla normalmente en sus hogares. En Ovalle también ampliaron la posibilidad de instalar comedores en diferentes centros parroquiales y capillas dando alimentación a más de trescientos niños de escasos recursos; así mismo se instalaron talleres de costura y confección para dar una posibilidad de trabajo a las dueñas de casa. También el colegio San Viator aumentó la capacidad de comensales diarios. En Viña del Mar el método era diferente y los alumnos llevaban discretamente los alimentos a sus familias.

El Padre Roque Mendizábal, quien fuera gran amigo de los pobres y cerca de dos años Secretario particular de Monseñor Francisco Fresno Larraín, Arzobispo de La Serena y Presidente de la Conferencia Episcopal, viaja Canadá y Estados Unidos con grandes proyectos y solicitudes de ayuda para los más necesitados. Nos deja este dramático testimonio en una carta dirigida al Superior provincial:

“Sabes por qué situación tan dura están pasando los pobres en Chile. Mis contactos con los hambrientos son cada día más estremecedores. Tengo datos y casos espantosos, que apenas me atrevo a contar…”

“La semana pasada en la población Carmelitana de Ovalle, cerca de donde trabajan los viatores, encontraron en un camastro muerta de hambre en una mediagua, una pobrecita mujer que se había acostado para morir de inanición…”

“Pero lo tremendo son los niños hambrientos. Una monjita catalana de una escuela de un barrio de La Serena me decía que los niñitos, al comienzo de este curso en marzo, tenían 7 u 8 kilos menos a lo que corresponde a su peso corriente.”

“Pues, pensando y orando sobre esto hace quince días, me vino esta idea: “¿si yo fuera a Canadá y Estados Unidos a pedir ayuda para los hambrientos…?”

“Le hablé a mi Pastor, exponiéndole mi idea y concluyendo: “No será, Monseñor, una tontera mía?”

“No, Roque, no es una tontera. Tú te vienes conmigo, como mi secretario a Canadá a la reunión que vamos a tener en Ottawa diversos obispos del CELAM a finales de julio… y de allí podemos ir al Congreso Eucarístico de Filadelfia, que precisamente tiene por tema el hambre en el mundo.”

Volvió con una contundente ayuda económica y proyectos para diversas instituciones que apoyaron a los más necesitados otorgando, de manera preferente, trabajo a los jefes de hogares cesantes.

Por otra parte, una constante que marcó a la Delegación durante el trienio 1980-1983, ha sido la preocupación por renovarse internamente y en planificar sus obras y actividades con nuevas orientaciones en diferentes aspectos de la pastoral. Fue también una época de reajustes internos y adaptaciones pedagógicas. Se buscó las personas más cualificadas dentro de la diócesis de Santiago para iluminar el camino viatoriano de evangelización. Durante los vacaciones escolares, en los veranos, se invitaron a diversas personalidades eclesiales, tales como, Monseñor Enrique Alvear, Vicario de Santiago; Monseñor Vicente Ahumada, experto en espiritualidad y formador del Seminario Pontificio; P. Alfredo Poully, experto en Liturgia; P. Miguel Ortega, Director Nacional de Pastoral Juvenil; P. Raúl Hasbún, experto en Moral y responsable de los medios de comunicación de la Diócesis; Monseñor Cristián Precht, Vicario de Pastoral y responsable de la Vicaría de la Solidaridad. También, todos los religiosos asistieron a los Talleres de Experiencia de Dios, del P. Ignacio Larrañaga, en Punta de Tralca.

A nivel de Educación se realizó el Primer Encuentro de Profesores de nuestros tres colegios durante las vacaciones de invierno, entre los días 16 y 19 de julio de 1980. Se realizó en la casa de la Compañía de María, en Viña del Mar. Asistieron diversos especialistas en educación. El Encuentro dio muy buenos resultados, tanto por el compartir de los asistentes, como por las temáticas de actualidad que se trataron.

Las congregaciones religiosas en América Latina, y especialmente en Chile, en un intento de ser fieles a sus carismas fundacionales que les constituye y da sentido de identidad, como lo pedía el Concilio Vaticano II, revisan sus obras apostólicas y comienzan a abandonar los colegios optando por una acción pastoral más decidida en el ámbito parroquial y poblacional. Este cambio, además, coincide con un nuevo rol que el laicado asume en el ámbito de la Educación.

Sin embargo, el respaldo que dan los obispos a nuestras obras en las diócesis donde las Comunidades están insertas, y el constante discernimiento comunitario sobre la validez de las obras, confirman profundamente a los Hermanos en el trabajo educativo en que estaban comprometidos. Así lo corrobora el Superior Provincial:

“Los señores obispos consultados han insistido en que se continúe con la obra colegial como apostolado más deseado por ellos. Esto nos debe animar a conservar con optimismo las actuales obras y desde ellas potenciar aquellas actividades variadas y de valor inapreciable que difícilmente se pudiera conseguir sin la base colegial”.

Monseñor Sótero Sanz Villalba, Nuncio apostólico, en 1977, expresaba:

“Lo que se siembra en la niñez y en la juventud es garantía de cosecha para la edad madura. Hoy puedo constatar – y quiero expresarlo con toda claridad – que la fe en la validez de la Escuela Católica a todos los niveles, años atrás algún tanto opacada y aún contradicha en el seno de bastantes Comunidades Religiosas, ha renacido en Chile. Uno de mis mayores sufrimientos, hasta hace algún tiempo era recibir Comisiones de Padres y Apoderados, a Señores Obispos o a otros Representantes, que venían a pedirme intercesión y ayuda a fin de que se evitara el cierre de tal o cual escuela particular.”

Era una realidad, que incluso, a nivel de religiosos de diferentes congregaciones, se diferenciaban como progresistas o conservadores si mantenían o no los colegios.

La Sagrada Congregación para la Educación Católica zanja esta discusión y la misión viatoriana chilena con motivo del documento que publicara en 1977 “La Escuela Católica” se siente una vez más confirmada en el camino emprendido:

“La Escuela Católica entra de lleno en la misión salvífica de la Iglesia y particularmente en la exigencia de la educación a la fe. Sabiendo que la conciencia psicológica y moral son llamados por Cristo a una simultánea plenitud como condición para que el hombre reciba convenientemente los dones divinos de la verdad y de la gracia, la Iglesia se siente comprometida a promover en sus hijos la plena conciencia de que han sido regenerados a una vida nueva. El proyecto educativo de la Escuela Católica se define precisamente por su referencia explícita al Evangelio de Jesucristo, con el intento de arraigarlo en la conciencia y en la vida de los jóvenes, teniendo en cuenta los condicionamientos culturales de hoy”.

Más adelante agrega: “Así como ella (la escuela) desarrolla un “auténtico apostolado”. Dedicarse, pues, a este apostolado” significa cumplir una tarea eclesial insustituible y urgente”.

Refiriéndose a la escuela y los Institutos religiosos el documento especifica:

“Algunos problemas provienen del hecho de que algunos Institutos Religiosos fundados para el apostolado educativo escolar, a causa de las transformaciones sociales o políticas, posteriormente se han dedicado a otras actividades abandonando las escuelas. En otros casos, el esfuerzo de adecuarse a las recomendaciones, del Concilio Vaticano II respecto de una revisión del propio carisma a la luz de los orígenes del Instituto, ha orientado a algunos religiosos y religiosas a abandonar las Escuelas Católicas.”

“Es necesario revisar ciertas motivaciones aducidas contra la enseñanza. Se escoge un apostolado llamado “más directo”, olvidando la excelencia y el valor apostólico de la actividad educativa en la escuela. Algunos tienden a dar mayor importancia a una acción individual que a la desarrollada comunitariamente en instituciones específicamente apostólicas. Las ventajas de un apostolado comunitario en el campo educativo son evidentes. Algunas veces se pretende justificar el abandono de las escuelas católicas por un motivo de ineficacia, al menos aparente, en la consecución de ciertos objetivos. Estas consideraciones invitarían, más bien, a someter a una profunda actitud de humildad y esperanza, propias de todo educador convencido de que su obra no puede ser medida con los criterios racionalistas que se aplican en otros campos.”

“En el caso de que situaciones particulares pudieren revisar el apostolado escolar, o transformarlo en otras actividades, corresponde a la competente autoridad eclesiástica local valorar la oportunidad y necesidad de semejante cambio, teniendo presentes las reflexiones de la pastoral de conjunto anteriormente expuestas”.

La vinculación entre Evangelización y escuela viatoriana, como característica que define el apostolado de los Clérigos de San Viator en Chile también es reconocido por muchos padres de familias y personalidades que han compartido con la Comunidad viatoriana. Estos son los sentimientos expresados por Ninfa Casanova madre de los cuatro hermanos Valenzuela que estudiaron en el colegio San Viator de Ovalle:

“ Como madre que soy, me dirijo expresando mis sentimientos muy honestos y humildes al Colegio San Viator, ya que para mí ha sido la prolongación de mi hogar, debido a que mis hijos pasan la mayor parte del tiempo en él, recibiendo los conocimientos, el cariño y toda la educación tanto humanista, moral y cristiana que el colegio les brinda, pues muchas veces para mí es difícil dárselas, ya que como mujer soy madre, dueña de casa, y me desempeño trabajando todo el día fuera de ella.”

“Para nosotros, como familia y padres de tantos hijos, es un orgullo y estamos muy agradecidos y hemos tenido la gran satisfacción y alegría de ver que ellos, día a día, se han ido convirtiendo poco a poco en los jóvenes responsables, educados y cariñosos; es por eso que deseo sinceramente que el Colegio San Viator, continúe la senda trazada hasta hoy, entregando su enseñanza dentro de la base de la Comunidad Cristiana. También como madre les diría a mis hijos que se sientan orgullosos de ser escogidos por la Comunidad Viatoriana, recibiendo toda enseñanza que les entregan los profesores”.

Quien fuera alumno de los Clérigos de San Viator y posteriormente Alcalde de la ciudad de Ovalle, Don. Sergio Peralta Morales, abogado, no se queda atrás en elogios hacia su querida comunidad viatoriana:

“Fueron en efecto, quienes llegaron desde España, y muchos de nuestros chilenos, los que hicieron posible la estructuración humana y física del Colegio San Viator y, quienes en el transcurso de estos años, produjeron también el reconocimiento nacional, por la valorización educacional y cultural entregada por el establecimiento ovallino, que surge y se destaca como uno de los pilares básicos en que se fundamenta y desarrolla la cultura en nuestra Provincia.”

“Hemos sido muchos quienes hemos vivido la convivencia fraternidad y estudios en las aulas del Colegio San Viator, y cada uno de nosotros tiene lazos inmejorables con los que también han compartido la difícil tarea de formar a los futuros chilenos.”

“No tengo dudas, acerca de que, cada uno de quienes hemos compartido la educación entregada por el Colegio San Viator, hemos sido capaces en nuestras diversas funciones, de entregar en mayor o menor grado, los mismos principios, bases de justicia, equidad, solidaridad, y fraternidad que fundamentaron la acción constante y permanente de quienes nos entregaron lo mejor de sí, sin esperar retribución.”

“Por ello, no puedo, en estas cuatro líneas, omitir el nombre de sacerdotes, hermanos, clérigos y profesores como Roque Mendizábal, Ramón Arizón, Aitor Zubizarreta, Javier, Daniel, Amador y tantos otros, quienes hicieron posible que cientos de jóvenes de Ovalle recogiesen el mensaje de Paz y cultura que prodigaban todos ellos.”

“Por ello, todos quienes hemos vivido la experiencia de estudiar en el colegio San Viator de Ovalle, sentimos con profunda alegría cómo se ha consolidado en nuestro ser, el pensamiento, acción y cultura entregado por todos los estamentos del Colegio, esperando asimismo que las generaciones futuras estudien y egresen del mismo colegio recibiendo los valores trascendentes que nos fueron entregados en nuestros años de colegio.”

Un gran amigo de la Comunidad religiosa, apoderado y posteriormente Intendente de la Cuarta Región del País, Don Omar Elorza Smith, había conocido a los Clérigos de San Viator desde sus inicios en la ciudad de Ovalle. Deja su sentido testimonio:

“Llegan a esta ciudad laica por excelencia, poco creyente por decir lo menos y sin embargo les acoge con alegría y casi sin darse cuenta ella es marcada por su acción y especialmente por su manera de ser, y la Comunidad de San Viator penetra en ella y se hace parte de la ciudad. Esta conquista tiene también un alto precio ya que más de un misionero, sin perder la fe, deja su vocación religiosa.”

“La segunda razón importante, es su filosofía y la manera de aplicarla. Es naturalmente de inspiración cristiana y su objetivo: educar y formar jóvenes, pero lo significativo, es que no importa su origen, sus padres pueden ser obreros, campesinos o profesionales, comerciantes o latifundistas, todos tendrán las mismas oportunidades y esto se proyecta a Padres y Apoderados, formando así la gran familia Viatoriana, fuerza creadora de grandes realizaciones.”

“Hoy vemos un Colegio consolidado en lo material, con alto prestigio académico; pero lo que es más importante, con renovadas inquietudes para abrir nuevas rutas. No actuar de esa manera sería como traicionar a su Santo Patrono, viajero y leal. Por ello el Colegio debe seguir creciendo y mirando hacia atrás sólo para sacar más energía al ver lo bueno realizado. Ovalle lo necesita y así creo también lo demandan el cariñoso recuerdo de los que ya no están con nosotros y que ayer fueron protagonistas de esta obra, me refiero a Nazario, Marcelino, Juan, Feliciano, Valentín, Jesús, Julián, Roque y tantos otros que espiritualmente siguen con nosotros.”

“Si ayer la Congregación confió en vecinos, que no siempre compartieron sus puntos de vista espirituales y que en respeto mutuo obtuvieron logros significativos para bien de los educandos y de la propia ciudad; hoy con exalumnos numerosos e importantes, con activas comunidades de base, con una congregación en aumento, con gran credibilidad y respaldo de la ciudad; ¿no será el momento de emprender nuevos pasos tras antiguas esperanzas de un pueblo que ve en los Clérigos de San Viator, el camino para sus hijos?”

“Por todo lo anterior, me permito pensar en voz alta y sugerir a la actual Familia Viatoriana, seamos leales a San Viator y sigamos caminando.”

Una madre y apoderada de sus cinco hijos que estudiaron en el Liceo Parroquial San Antonio de Viña del Mar, la Sra. Doña María Cristina Altamirano, testimonia la experiencia y los buenos momentos que vivió a junto a la Comunidad viatoriana:

“… Siendo apoderada, participé en cuanta actividad pastoral se nos presentaba. Participé en los Retiros de Padres y en actividades solidarias.”

“En una ocasión, el Padre Miguel Uzábal me comentó la necesidad de hacer algo por los demás. Comenzábamos un gran proyecto de solidaridad en el Comedor del Liceo y en actividades de recolección de alimentos y ropas para familias que estaban pasando por una situación económica difícil. No contento, el Padre Miguel abrió el proyecto a otros grupos de necesitados fuera del ámbito colegial. En cada una de las actividades me tocó ver lo grande que es Dios, lo silencioso de su actuar, la sonrisa de los niños y de tantas mujeres que veían llegar la ayuda en momentos de suma necesidad. Doblegamos nuestras estrategias para sensibilizar y recolectar las ayudas que llegaban de toda la Comunidad Educativa.”

“En ese momento, junto con otros apoderados, vivíamos la fe, nuestra fe. Cada actividad se sosegaba con el agradecimiento a Dios, que sostenía nuestro obrar. Las Eucaristías reunían nuestras voces para celebrar aquello que creíamos. Dios nos había convocado para servir, nos había reunido en torno a una comunidad religiosa: los Clérigos de San Viator.”

“En pocas palabras, los religiosos inyectaban en nuestra vida la pasión de hacer algo concreto por los demás, de celebrar nuestra fe, de profundizarla en cada uno de los encuentros y retiros que realizábamos para degustar la Palabra de Dios y discernir cuánto quería de cada uno de nosotras”.

“Me tocó acompañar a mis hijos en su participación en movimientos de la pastoral que suscitaban en ellos muchas energías para servir. Muchos fines de semana asistían y ayudaban a otros jóvenes a conocer y seguir a Jesús. Los veía apasionados (hasta ahora) y me llamaba mucho la atención. Descubrí, en aquellos religiosos que los guiaban, una gran pasión por Jesús. Hombres enamorados de Cristo que suscitaban en muchos jóvenes el apasionarse por la causa de Jesús. Estos jóvenes dejaban muchas cosas para ayudar a otros y esto lo encontraba formativo en todos sus aspectos. Estos religiosos, con sus vidas, mostraban a un Dios vivo, lleno de vitalidad y con muchas ganas de transformar, de revolucionar la sociedad con el Evangelio”.

En 1979, los Clérigos de San Viator acogieron con mucha alegría la visita del Superior provincial, el P. José Luis Ezcurra, que vino acompañado por el P. Jaime Gómez, consejero provincial. En diversos encuentros entregó sus orientaciones. Entre sus diversos consejos recomendó sobre la vida comunitaria y la urgente necesidad de un estilo de pastoral vocacional:

“a/ En Latinoamérica, por el contexto en que nos movemos y por la idiosincrasia peculiar de estos pueblos, es preciso el cultivo vigoroso de la vida fraterna como integradora de la AFECTIVIDAD, que fácilmente podría desviarse a compensaciones inadecuadas.
b/ También hay que destacar que el temperamento español es distinto al de los chilenos, consecuentemente habrá que hacer un esfuerzo grande para que la pastoral vocacional se adapte en su forma de ser, más que implantar la nuestra”.

Un compromiso que quedó claro con su visita fue el de elaborar en cada casa, antes del comienzo de curso el: PLAN O PROYECTO DE VIDA COMUNITARIA.

El P. Provincial insistió también en lo provechoso que podría resultar la elaboración del Proyecto personal y ofrecido a la consideración del grupo comunitario.

Este año concluía su segundo período de gobierno el P. Feliciano Nebreda. El 20 de enero de 1979, en presencia del Superior provincial, se procedió a la elección y nombramiento de Superior delegado. Resultó elegido el P. Amador Angulo por amplia mayoría y el Superior provincial, con el voto del Consejo provincial, hizo el nombramiento público, confirmando así al P. Amador como Delegado provincial por tres años. Se reflexionó sobre el número de consejeros y se consideró la conveniencia que de que lo acompañaran dos consejeros y en lo posible formaran un equipo de vida. Resultaron elegidos los Hermanos Miguel Uzábal y Ramón Arizón. Los tres Hermanos fijan su residencia en “La Parcela” de Puente Alto. Se confirma como Administrador de la Delegación el P. Javier Ortuondo Vicarregui.

Fue un deseo manifestado por el reciente nombrado Superior delegado, junto a sus consejeros, que todas las comunidades se transformaran en “comunidades suscitadoras y cultivadoras de vocaciones”, una gran inquietud que venía surgiendo hacía varios años y que ahora se transformaba decididamente en la primera prioridad.

Se nombra una comisión, formada por el Javier Ortuondo, José María Zorrilla y Gerardo Soto, para buscar una casa de acogida para jóvenes con inquietud vocacional. Se estudian varias alternativas tanto en Santiago como en Viña del Mar. Después de realizar un serio discernimiento sobre esta situación se recomienda que se refaccione la “parcela” de Puente Alto. En agosto del mismo año se inician las obras de ampliación de la casa primitiva con 9 habitaciones, sala de reuniones, recibidor y biblioteca en la parte nueva. Capilla y comedor ampliado, recibidor y 4 habitaciones más en la parte antigua, transformándose así esta casa en Postulantado y casa de acogida para los jóvenes que asisten a jornadas vocacionales.

También surge en la Delegación un trabajo muy interesante en relación a la pastoral juvenil y vocacional. En los tres colegios se organizan grupos de jóvenes comprometidos y con alguna idea de vocación cristiana específica. En Ovalle aparece el “Grupo Viator” y en Viña del Mar el “Grupo Inquietud”, como semillas de un futuro movimiento juvenil viatoriano.

Con veinte religiosos terminaba la Misión de la Inmaculada el año 1979. Durante el mismo regresaron a España, después de una estancia de tres años en Chile los Hermanos Aitor Zubizarreta, Pedro Plaza y Pablo Urbaneja. Era el mes de septiembre. En agosto habían llegado, por primera vez, animados y llenos del espíritu misionero propio de los hijos del P. Luis Querbes, los Hermanos José Ángel Murguía, Juan Alarcón, José Ignacio San Román y Julián Osorno. El 26 de octubre del año siguiente el Hermano José Gómez Huidobro, con sus sesenta años, partía de España a unirse al grupo de los misioneros. Se le despidió en Casaquemada, residencia provincial. Al día siguiente de su llegada a Chile ya estaba en su querida comunidad y escribía: “feliz y lleno de emociones. Grandes recibimientos. Las Comunidades de la Parcela y las Nieves, encantadoras, a porfía por obsequiarme. He dejado mucho, pero he encontrado mucho…emocionado por la despedida y el recibimiento”.

A partir del 25 de mayo de 1980, fiesta de Pentecostés, corrieron aires de gran impulso misionero en la Iglesia y en todo el país. Se lanza la campaña de inicio del Congreso Eucarístico a nivel Nacional. El inicio fue con una misa de juventud, celebrada en todas las catedrales. En ellas cada obispo entregó una carta pastoral que fue la carta magna de toda la campaña de evangelización. Ella misma es un anuncio de Cristo y una convocación a las actividades del Congreso. El Lema: “No teman, abran las puertas a Cristo”. Los objetivos: una acción pastoral centrada en Cristo, un Congreso Eucarístico, una movilización masiva en que se introduce en todos los hogares “El Cristo Peregrino”, y una acción pastoral de multitudes.

Todos los religiosos viatorianos responden a la invitación del Superior delegado en orden a comprometerse a nivel personal, comunitario, colegial y parroquial adhiriéndose a toda la Iglesia y planificando las actividades propias de acuerdo a las orientaciones de la Conferencia episcopal nacional. La gran novedad fue no centrar el Congreso Eucarístico en concentraciones masivas de pocos días, sino establecer todo un plan de evangelización y catequesis distribuido a lo largo del año para el trabajo en comunidades de base. La evaluación final demostró que el esfuerzo realizado merecía la pena.

Sin lugar a dudas, una evaluación realizada sobre el significado que los Clérigos de San Viator han tenido en la Iglesia y en la Pastoral de Chile nos demuestra con claridad que su aporte se ha realizado decididamente en comunión con los obispos e insertos en la realidad concreta eclesial. Su característica pastoral desde los inicios de la fundación, es la causa por los pobres y los jóvenes.