1970- 1974. El pueblo chileno se polariza. Se crea un clima de extrema tensión política y social que llega a su punto más peligroso con el atentado que sufre el general René Schneider en 1970, comandante en Jefe del Ejército quien es asesinado por un comando derechista.
El 4 de septiembre de 1970, el candidato presidencial de la Unidad Popular, Salvador Allende, obtiene el primer lugar, pero no logra la mayoría absoluta. Esto provoca un clima de incertidumbre que logra ser superado con la ratificación como nuevo presidente de la República por el Congreso Nacional, pese a la oposición de la derecha y el asesinato del comandante en Jefe del Ejército. Esta situación marca la vida del país. Se inicia así el período de la "Unidad Popular". La Conferencia episcopal chilena no rehuye enfrentar la problemática nacional y declaraba:
"Hemos cooperado y queremos cooperar con los cambios, especialmente con los que favorecen a los más pobres."
Se manifiesta la preocupación que existe ante la situación que puede afectar a las congregaciones religiosas y a los mismos colegios. Los superiores mayores se reúnen en CONFERRE (Conferencia de religiosos) y en FIDE (Federación de Institutos de Enseñanza) para encontrar una línea común de futuro.
En la comunidad viatoriana existe inquietud. El futuro de la misión se ve confuso. Algunos Hermanos tienen muy presente aún en su memoria la revolución española. Existen conversaciones en vistas a prever con tiempo, si las circunstancias son adversas, otra república hispanoamericana donde insertarse. Temen ser expulsados del país o que se les haga muy difícil permanecer en él. Sin embargo, la determinación por permanecer en el país es total. El Superior general escribía conociendo las dificultades en las que se encontraban los Hermanos y les animaba en sus decisiones y nuevas búsquedas:
"Esto no significa que tengan que retirarse del país, quizá haya que repensar su inserción en la vida apostólica en Chile. Por eso apoyamos el proyecto de visita del Superior provincial y del Administrador provincial. Los estudios y conversaciones sobre el terreno ayudarán mucho a identificar los problemas y a imaginar las soluciones posibles".
Con motivo del retiro del mes de septiembre el P. Nazario envía una carta de animación a los religiosos donde refleja este ambiente de expectación:
"Nos cueste o no nos cueste se impone hoy al religioso y a las comunidades de Chile en las presentes circunstancias mucha reflexión, mucha oración y mucha auténtica acción si de verdad queremos cumplir una misión eclesial. Pienso que nuestra actual posición de árbitros o directores de obras apostólicas va a desaparecer quedando nuestra acción en la penumbra probablemente más dispersos y sometidos a voluntades ajenas que exigirán al religioso mucha paciencia y humildad además de grande sentido de responsabilidad. Pienso que nos tenemos que ir haciendo la idea de que seremos más solicitados por el mundo y que, por tanto, habremos de estar más vigilantes. Pienso que incluso en lo material puede llegar el día en que tengamos que sufrir necesidad y hayamos de ingeniarnos para encontrar lo necesario para vivir. Pienso que el testimonio de consagrados que "aparece como símbolo que puede atraer eficazmente a todos los miembros de la Iglesia a cumplir sin desfallecer sus deberes de cristianos" (LG.44), deberá ser más auténtico e inconfundible y capaz de arrastrar hacia Cristo. Pero pienso que, por otra parte, las dificultades y la lucha misma nos llevarán a mirar al Cielo con más fervor y menos rutina, a definirnos con más claridad ante el mundo y que se producirá una renovación, la anhelada renovación de nuestra vida religiosa y apostólica como en Polonia, etc.,etc."
Dentro de estas circunstancias los Hermanos Ángel Sánchez y Carlos Orduna de 24 y 22 años, respectivamente llegan a fortalecer la misión. Vienen acompañados por el joven profesor laico que trabajaba en Mondragón, España, Juan Carlos Martínez, de 21 años, que desea dedicarse por algún tiempo al apostolado educacional colaborando en la misión chilena.
A fines del año 1970, el P. Nazario Superior de la delegación invita a todos los religiosos a realizar un gran encuentro como parte de una revitalización interna y también para enfrentar los difíciles tiempos que vivía la sociedad y la Iglesia chilena. Animaba a una honesta revisión personal y comunitaria. Teme que llegando momentos más difíciles no sean capaces de hacer frente con dignidad. No les oculta su pensamiento y no desea ser responsable de no poner de su parte todos los medios a su alcance. Les invita a prepararse para un posible futuro apostolado fuera de la escuela asistiendo a cursos de catequesis de adultos, catequesis en los centros de Enseñanza Media, etc.
Después del retiro anual de ese mismo año y a comienzos del año escolar de 1971 la comunidad viatoriana se reúne en dos oportunidades para realizar la evaluación solicitada por el Superior delegado. El balance y las conclusiones son positivas. El tema de la pobreza es recurrente. El tipo de pobreza vivido por la comunidad se ajusta al tipo de trabajo apostólico (Educación y enseñanza), teniendo en cuenta el medio donde están insertos. Estiman que las manifestaciones personales y comunitarias de la pobreza "efectiva" son buenas; se insiste en mayor relación con ambientes pobres, comenzando por conocer mejor las familias de los alumnos en su vida concreta; no escatimar el trabajo diario sin excluir el trabajo manual, imponerse privaciones y dar su valor a los pobres; mayor integración con los profesores; estudiar formas de coparticipación de los bienes e intereses: limosnas, ayuda a los alumnos, profesores etc.
La mayoría de los religiosos se inclinan por no abandonar la enseñanza primaria, no ampliar las Humanidades y dedicarse con preferencia a la enseñanza técnica. Se da como motivación que la enseñanza técnica recibe, de ordinario, alumnos más necesitados.
Siguiendo en esta línea de actuación el P. Nazario exhorta a los religiosos, con espíritu realista, a seguir con la enseñanza como actividad básica con una dedicación mayor que la actual al apostolado colegial y extracolegial e invita a experimentar en este último campo, que exigirá mayor flexibilidad en los reglamentos comunitarios. Recuerda que las actividades apostólicas que deben ocupar un lugar preferente son las que piden las decisiones capitulares en la parroquia y con la parroquia dentro de la pastoral de conjunto.
Ocuparon largo espacio las conversaciones sobre las organizaciones apostólicas que deberían atraer las preferencias viatorianas: catequesis, escultismo y Palestra (Movimiento de la época que atrajo a muchos jóvenes); consideran que la formación de acólitos podría ser medio muy eficaz para suscitar y alimentar vocaciones.
El deporte no estaba ausente de la mirada de los misioneros en la escuela. Se insistía en que había que sentar el principio general de que esa actividad estuviese supeditada o no perjudicara al apostolado propiamente dicho ni a la vida litúrgica, colegial o parroquial:
“En esto estábamos todos implicados. En un principio sólo hubo un campeonato de semilleros, compuesto de equipos de la ciudad. Participaban jóvenes de séptimos y octavos años básicos. Lo comenzó el Hermano Daniel y lo siguió el Hermano Marino. Esta competencia se realizaba los domingos después de la Misa de las 10.00 a.m, a la que tenían que asistir los participantes. Este campeonato se interrumpió el año 70.”
“Luego se continuó con el campeonato de juveniles iniciado por el P. Juan Van Roy, franciscano, que escogió los colores de su pueblo en Bélgica. Aquí le acompañábamos todos los religiosos ya que eran los sábados por la tarde.”
“Como enseguida empezaron a destacar, se nos obligó a tener sección adulta, si queríamos tener la juvenil. Para poder tener el número suficiente de adultos fuimos inscritos todos los religiosos. También se inscribió la directiva del Centro de Padres.”
“Para poder jugar, algunas veces, tuvimos que hacerlo los religiosos hasta que llegaban los titulares. Varias veces jugamos tres, y alguna vez cuatro: Antolín, Marino, Ángel Serna y yo. Ángel fue propuesto para ser fichado como jugador del Deporte Ovalle. El compromiso era solo tener que ir a jugar los partidos oficiales, no era necesario que fuera a los entrenamientos. (La comunidad no se lo permitió). Yo tuve que inscribirme como árbitro. Esto no menoscababa nuestra vida religiosa.”
“Se comenzó también el campeonato de Baby-fútbol, que ahora se llama Monumental. Fue llevado a Ovalle con las bases del campeonato del colegio de Viña. Sirvió para que a lo largo del año se comprometieran los Padres y Apoderados. Los dos primeros años se vendía café y bebidas con algunos queques que hacían las esposas de los integrantes del Centro de Padres. Aquí, también estábamos implicados todos los religiosos (incluido Ramón llevando el control de las entradas y el quiosco).”
Sin embargo los fines de semana, atrajeron la atención de los religiosos para afianzar la vida comunitaria, el apostolado y el servicio a la parroquia.
Un hecho que marcó internamente en estos difíciles momentos a la comunidad viatoriana chilena fue la situación del P. Honorato Zudaire, quien había solicitado abandonar la Congregación y se le había concedido un tiempo de experiencia fuera de la comunidad religiosa. Residía en España y fue invitado por unos sacerdotes, compañeros suyos de estudios universitarios que trabajaban en Chile. Viajó y se incardinó en la diócesis de Santiago para trabajar entre los campesinos de la zona de Melipilla.
Dos de sus compañeros vivían en Puente Alto. Uno era párroco y el otro, Vicario Cooperador. Eran sacerdotes muy comprometidos en su vivir y en su labor ministerial. Llevaban un estilo de vida muy austero y pobre dependiendo totalmente de lo que la gente de su parroquia les daba para comer y vestir. Vivían en una mediagua. Se ganaron el cariño de la gente y especialmente de los jóvenes con quienes realizaban muchas actividades culturales y de evangelización. Sus críticas a la Iglesia y el llamado a la conversión eran constantes. Una vez a la semana iban a almorzar con los Hermanos de la Comunidad de "Las Nieves" donde podían compartir y al mismo tiempo se les ofrecía la oportunidad de descansar. Existía una cercanía muy profunda con ellos. Al llegar a Chile el P. Honorato fue recibido por estos sacerdotes y comenzó a practicar el mismo estilo de vida vendiendo y entregando a los pobres todo lo que traía de España. Algunos miembros de la comunidad fueron invitados a ser partícipes de esta vida. Algunos Hermanos comenzaron a extrañarse de ciertas ideas y actitudes que manifestaban. En sus prédicas comenzaron a comunicar ideas ajenas a la sana teología y a criticar duramente a la jerarquía de la Iglesia. Comenzaron a distanciarse de la comunidad religiosa viatoriana al verse cuestionados por los Hermanos al apartarse bruscamente de la Iglesia.
Esta situación pronto comenzó a aparecer en los periódicos del país poniéndose del lado de estos sacerdotes sin sospechar en qué iba a terminar todo. Al crearse un clima muy polémico entre los católicos de Puente Alto intervino la jerarquía eclesiástica. Como era el estilo del Cardenal Raúl Silva Henríquez fue a dialogar públicamente con estos sacerdotes y aclarar los malos entendidos. Ellos no aparecieron.
Pronto se hizo una investigación y se descubrió que estaban totalmente influenciados por una mujer con ciertas habilidades espiritistas y de una inteligencia que maravillaba a estos sacerdotes. A tal punto llegó su influencia negativa que los arrastró a creer, entre otras cosas, en seres extraterrestres, en que ellos eran la reencarnación de ciertos apóstoles y que esperaran al Mesías en la criatura que ella iba a dar a luz.
El P. Honorato por disposición del Arzobispado dejó la Parroquia de Curacaví a la que estaba adscrito y recibió la orden de integrarse a la Congregación, la cual no aceptó y se apartó definitivamente de ella. La decisión del arzobispado se tomó ante los desvíos doctrinales y por su relación con los sacerdotes españoles de Puente Alto. Se hicieron intentos de que volviera a España, pero no aceptó. Los sacerdotes fundaron su propia iglesia, fueron excomulgados y se decretó la expulsión del P. Honorato de la Congregación.
Estos acontecimientos afectaron en demasía al P. Nazario. Algunos religiosos han dicho que esto quebrantó gravemente su salud.
El 10 de mayo de 1971 se recibió la esperada visita del P. Luis Martín, Superior provincial y del Hermano Andrés Viguri, Ecónomo provincial. Comenzó su visita pastoral trasladándose a la comunidad de Ovalle donde pudieron conocer la realidad concreta de esa obra, compartieron con los Hermanos y se entrevistaron con varias autoridades de la región. Después se trasladaron a Viña del Mar para compartir con los hermanos de esa comunidad y conocer ampliamente su trabajo. Finalizaron su visita en Puente Alto.
Toda la comunidad viatoriana chilena fue convocada por el Superior provincial los días 13 y 14 de marzo antes de comenzar el curso escolar, a una asamblea en la casa de la comunidad puentealtina de "Las Nieves". El encuentro fue muy gratificante, pues los religiosos estaban muy interesados de escuchar a su Pastor que traía noticias de España, Colombia y Perú. Comentaron el Informe Anual sobre el estado moral, material y de estudios de la Provincia y hubo un intercambio muy rico de impresiones, sueños e informaciones que dejó a todos muy satisfechos.
Los frutos de esta visita se manifestaron sobre todo en la confirmación de la presencia viatoriana en Chile que se encontraba en una situación de incertidumbre por los cambios sociales y políticos de la nación, en la animación espiritual de los religiosos y en una serie de indicaciones prácticas que se dejaron plasmadas en el Informe de la Visita al Consejo de la delegación.
La Presencia del Superior provincial permitió que los Hermanos continuaran su misión decididamente y con serenidad compartiendo un trabajo fecundo en las obras que se dirigían especialmente entre los pobres y los jóvenes, en el ámbito escolar y parroquial.
El Capítulo Provincial de España ratificó en agosto del mismo año el trabajo que se realizaba en Chile con estas palabras:
"El Capítulo provincial ve con agrado la decisión de los hermanos de Chile de permanecer en el país, a pesar de la inestabilidad política... Las actividades de Chile son típicamente viatorianas. Se dirigen a la juventud. Se trata de una juventud pobre. Se trabaja en estrecha colaboración con la parroquia. Se aplaude también la preocupación por una mejor formación de los religiosos".
La vida comunitaria se vivía con gran alegría y entusiasmo. Los Hermanos que sentían en lo profundo el dolor de los más abandonados y la necesidad de ayudar a los párrocos se proyectaban al exterior con diversas iniciativas apostólicas. Una prueba de ello es la respuesta que se dio comunitariamente a la petición de ayuda del cura párroco de Puente Alto cuando no alcanzaba a atender la catequesis de una nueva población llamada "El Tranque".
Un año atrás hubo una toma de terreno, donde mucha gente "sin casa" construyó su cabaña esperando que el gobierno les proporcionara una vivienda más digna y amplia. Esta gente había sufrido uno de los inviernos más crudos por el frío y la lluvia.
El llamado del párroco fue para organizar una especie de "Escuela de Educación de la Fe" para los padres de esos niños que iban a recibir su primera Comunión. Con su característica generosidad acuden para organizar las inscripciones de los niños que alcanzaron a más de cien. En la pequeña escuela del barrio se comenzó el primer encuentro. Se formó un equipo para atenderlos y el resto de la comunidad se ocupó de otras actividades de la escuela "Las Nieves" y del cuidado de los alumnos del internado que no salían a sus casas los fines de semana. Así, cada fin de semana, los religiosos más jóvenes, después de la jornada escolar llegaban a la población a atender las necesidades pastorales del sector.
El éxito de esta empresa fue total. Se comenzó a formar una comunidad cristiana de base y los grupos se multiplicaron. La comunidad una vez más dio testimonio de estar inserta en el centro mismo de la vida del pueblo y de la Iglesia. El espacio se hizo pequeño y ya no había lugar para los encuentros.
Además de las pobres viviendas que entregó el gobierno a los pobladores ofrecieron un terreno para el culto católico. La empresa inmobiliaria no responde de su construcción. Deben ser los vecinos católicos quienes la construyan. Junto con la movilización de toda la población para conseguir los fondos necesarios se solicitó la ayuda solidaria a los colegios de España. Todos respondieron con gran generosidad. Esta obra, con templo y salas de reuniones, se transformó en un sector parroquial llamado Nuestra Señora de Fátima por ser un 13 de mayo cuando se dio inicio a ella. Allí dejaron su tiempo y parte de su vida, apoyados por su comunidad religiosa, los Hermanos José Luis Iturriaga, Carlos Orduna, Ángel Sánchez, Amador Angulo y el joven misionero laico Juan Martínez.
En todas las obras de la Delegación chilena los Hermanos abren el corazón, enseñan lo mejor que tienen dentro y sin descuidar el trabajo silencioso y abnegado de la pastoral escolar se dedican al trabajo extra-colegial volcados audazmente hacia los jóvenes.
Varios religiosos, entre ellos el Hermano Ramón Arizón, Responsable de la Pastoral Diocesana Juvenil de Ovalle, Miguel Uzábal, José María Zorrilla, se comprometieron a trabajar en el Movimiento Juvenil Palestra, fundado en Chile en 1969 por los Hermanos de La Salle, José Peñaloza y Ramón Lara. Bajo el influjo de la experiencia de Cursillos de Cristiandad adaptados a la juventud, pretendían realizar por medio de los mismos jóvenes las indicaciones de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín. Respondían así a la petición de los obispos de formar líderes juveniles y ser educadores de la fe.
Además, animados por las exhortaciones del P. Nazario y las conversaciones del Encuentro de la Delegación de 1970 se vieron comprometidos en una rica renovación y experiencia apostólica extraescolar.
A finales de 1973 ya funcionaba en Ovalle un grupo de Scout, Cursillos de Cristiandad, se daban clases de Religión en centros fiscales y un religioso era Asesor zonal de la juventud.
En Viña del Mar la comunidad se responsabilizó durante año y medio de la Parroquia San Antonio, también animaron Cursillos de Cristiandad, un grupo juvenil, una tropa de Scouts y se comenzó a construir una casa o refugio en la comuna de Olmué a sesenta kilómetros de Viña del Mar, en la localidad de Granizo, con el fin de acoger a los alumnos del colegio y otros grupos en plan espiritual. Un religioso, el Hermano Antolín Llarena, trabajaba muy comprometido en la Junta de Vecinos del barrio.
A pesar de lo complejo de la obra de Puente Alto se animaron varios grupos juveniles, dos comunidades parroquiales y todas las labores eclesiales de la Capilla de "El Tranque", es decir, primeras comuniones, confirmaciones y otras labores propias de una Comunidad eclesial de base. Se atendió la capellanía de las religiosas Hijas de San José, y se cooperó en la animación litúrgica de las parroquias de Nuestra Señora de La Merced y Nuestra Señora de Montserrat.
Se trabajaba intensamente y se vivía un espíritu verdaderamente pobre. Los recursos económicos eran muy escasos, sin embargo la comunidad religiosa optó siempre por una educación y formación de calidad en beneficio de los más pobres. Para ello los Hermanos se preparaban en la Universidad. Después de una larga jornada escolar y extraescolar algunos se iban a regularizar sus titulaciones o prepararse para el sacerdocio. Seis religiosos seguían cursos oficiales y la mayoría aprovechaba las vacaciones de verano para realizar cursillos que ofrecía la FIDE (Federación de Institutos de Educación) o en el Hogar Catequístico de Santiago.
El 21 de Noviembre de 1971, día de la Presentación de la Virgen, fue para el Hermano Valentín Izar de la Fuente y para toda la comunidad un día muy significativo. Recibió de manos de Monseñor Sergio Valech, obispo auxiliar de Santiago, la ordenación sacerdotal. A sus 56 años y rodeado de sus Hermanos de comunidad celebró uno de sus días más esperados. El templo de la Parroquia Nuestra Señora de la Merced de Puente Alto se encontraba abarrotado de fieles y amigos del P. Valentín. Fue una gran celebración. Le dio un realce muy especial el coro de niños de la escuela "Las Nieves" recién formado y dirigido por el Hermano Carlos Orduna. El Hermano Valentín fue el primero de varios religiosos, que animados por la necesidad pastoral viatoriana y el servicio a su comunidad, iniciaron su formación para recibir el ministerio del presbiterado dentro de los Clérigos de San Viator. Más tarde fue elegido como miembro misionero al Capítulo General que se realizaría en Roma.
Otro motivo de alegría en la comunidad viatoriana de Chile en estos años fue la llegada de los Hermanos Fernando Coronas y Eleuterio del Pozo de 25 y 23 años respectivamente. Vinieron desde España a ofrecer por tres años su juventud y su espíritu apostólico. El Hermano Eleuterio fue enviado al Colegio San Viator de Ovalle y el Hermano Fernando se responsabilizó del internado Las Nieves de Puente Alto.
Una triste noticia, a pesar de ser esperada y temida, dejó una gran impresión en la comunidad viatoriana provincial, especialmente en la misión de Chile, fue la muerte del P. Nazario el 7 de agosto en suelo chileno, después de una larga enfermedad. Es el primer misionero viatoriano español que murió en la brecha. Los Hermanos llevaron un luto lleno de esperanza y también de alegría por la seguridad de tener un intercesor más en el cielo. Todos los testimonios coinciden en que fue un gran hombre y un gran religioso.
Fue el P. Nazario Superior provincial de España de 1958 a 1968. Tras un año en Valladolid vino a Chile, en septiembre de 1969, y el 21 de octubre del mismo año fue nombrado Superior de la Misión.
Desde joven conoció la enfermedad: una pleuresía doble padecida cuando apenas tenía 18 años, le dejó señalado para toda la vida; más de un año pasó en un sanatorio entre 1943-1944. Varias veces hubo de pasar temporadas en el hospital, pero el P. Nazario se abrazó generosamente a la cruz y soportó sus males con una serenidad maravillosa, con una confianza en la Divina Providencia propia de los santos.
Nadie hubiera pronosticado que en 1958 iba a resistir diez años de provincialato a causa de su precaria salud. Si grande fue la huella que había dejado como Maestro de Novicios, no fue menos la que dejó como Superior provincial: era el superior bueno, comprensivo, espiritual, siempre acogedor; el superior preocupado siempre por las virtudes esenciales de la vida religiosa, hombre de oración, que pasaba largas horas ante el Sagrario.
Le asistieron en sus últimos momentos las religiosas Hijas de San José, Protectoras de la Infancia, comunidad vecina a la escuela "Las Nieves". La Superiora de la comunidad la Hermana María Rosa, nos dejó este precioso testimonio en una carta dirigida al Hermano Gerardo Soto, novicio en Valladolid:
"Durante dos meses le tuvimos junto a nosotras, acompañándole día a día en su dura prueba de la enfermedad que le envolvió al lecho y donde completó su sacrificio de entrega a Dios.”
“Tenemos un santo más en el cielo, dio pruebas de virtud hasta el último instante, en cada oportunidad nos decía algo espiritual o nos recomendaba ciertas cosas de vida de comunidad o formación y cariño hacia los niños. En los momentos en que creía realmente que se moría, pedía que llamaran al P. Feliciano y por estar en nuestra casa también me llamaran a mí diciendo: los superiores deben estar a mi lado cuando muera. Tratamos de complacerle sin omitir nada, estas últimas noches el P. Feliciano se quedó en casa además de otro Hermano, yo una noche dormí vestida por si me llamaba para correr a su lado.”
“Sufrió lo indecible, y ya pedíamos al Señor se lo llevara a descansar. Estuvo tres días sin hablar ni comer, no se recuperó y nos privó de lo que deseábamos, oírle una vez más.”
“El día de su cumpleaños ya estuvo en estado de coma. En fin nos ha quedado el consuelo de haberle atendido lo mejor que pudimos y con mucho cariño, él no quería estar solo y no lo estuvo ni un minuto, siempre día y noche un C.S.V. a su lado y también una religiosa Hija de San José.”
“Él, en su enfermedad, unió nuestras comunidades y así lo dijo a nuestra Madre general cuando lo visitó. Le agradeció que ella permitiera fuera cuidado por nosotras"
El Hermano José Antonio Izaga también fue testigo de su vida y de sus últimos momentos y del amor que tenía a la Madre de Dios:
"Murió como había vivido. Un hombre; un religioso santo que en todo momento estaba unido a Dios, conformándose en todo a su voluntad en medio de sus grandes sufrimientos.”
“Su devoción a María, grandísima, de tal manera que el día que llegué nos hizo cantar "Un día a verla iré al Cielo Patria mía, y allí veré a María". Su mirada y deseo en el cielo.”
“Como buen hijo del P. Querbes, su obediencia era por demás. "Diga a los religiosos de la misión que sean humildes, amen a la comunidad y a los pobres pero ante todo, humildad". Fue un mártir de la Misión de Chile.”
“A cinco para la una de la madrugada del día 7 expiró sin sufrir. A las seis trasladamos el cuerpo a la capilla pequeña y las dos comunidades tuvimos una misa. Se velaron sus restos y el día 8 a las once y media funeral en las Mercedes de Puente Alto con asistencia de alumnos y religiosos de nuestros colegios de Viña y Ovalle.”
“La noche del 7, después de amortajarlo fue una noche de cielo, entre oraciones y recordando anécdotas intercalábamos cantos que a él le gustaban y cantos de resurrección, pues teníamos un sacerdote en el cielo. Así lo comprendimos y así era una realidad. Tal es así que no rezamos por su eterno descanso sino que hicimos peticiones."
Fue enterrado en el mausoleo de los Padres benedictinos de Puente Alto. Después fue trasladado a la cripta que los Clérigos de San Viator tienen en La Florida.
En Chile y en España dejó fama de santidad por el testimonio de su vida de fe, su amor a los niños y pobres, su humildad y su ardiente amor a la Congregación y a la Misión viatoriana chilena.
La comunidad necesitaba un nuevo pastor. El P. Feliciano Nebreda fue nombrado nuevo Superior Delegado y comenzó su servicio de dirección de la Delegación a partir del 8 de diciembre de 1972, día de la celebración de la Inmaculada Concepción.
La situación económica y política se fue degenerando. En medio de las dificultades en que vivió el país los Clérigos de San Viator continuaron desarrollando su apostolado que los ubica en una frontera extremadamente complicada y difícil. El estado financiero de la Misión queda reflejado en el Informe Moral de 1973:
"En el estado financiero nos defendemos, pero a base de vivir de verdad a lo pobre. En los colegios de Viña y Ovalle han tenido que recurrir a que cada apoderado acuda en ayuda del Colegio con un aporte voluntario, después de hacerles ver que la subvención del gobierno no alcanzaba para pagar a los profesores ni el sueldo mínimo o acudían generosamente en ayuda de los colegios o tendríamos que cerrar.”
“Como los Colegios son gratuitos esta ayuda no la pueden pedir ellos sino el Centro de Padres y Apoderados de los alumnos, que al tener personalidad jurídica la Ley les concede poder ponerse cuotas voluntarias para sus fines. El colegio de Puente Alto, aunque tiene un Centro de Padres y contribuye con su aporte, no tuvo necesidad de ponerse en esa disyuntiva porque está la Sociedad que maneja sus propios fondos.”
“Nuestros fondos económicos actualmente son poco más o menos 4.500.000 escudos que traducido en dólares USA serían, en este día 19 de febrero, 6000. Al tener esto en escudos y teniendo presente el costo de los pasajes a España en Escudos tendríamos escasamente para que en 1974 pudieran ir de vacaciones 4 religiosos.”
“En Viña queda un fondo con lo cual se podrá pagar a los profesores durante tres meses y lo mismo en Ovalle. Esperamos que las subvenciones se nos den a tiempo pues de lo contrario sería difícil mantener los colegios."
El país se ha polarizado en bandos irreconciliables y las corrientes teológico-pastorales, al interior de la Iglesia creaban grupos que se descalificaban mutuamente. La Educación se vio seriamente afectada. Los sindicatos de profesores y centros de alumnos estaban fuertemente politizados. Las crónicas de la Revista "Viator Misionero" nos cuentan detalles de estos momentos:
"Se está poniendo de moda la toma de "fundos", apropiación de fincas y terrenos alegando que estaban mal cultivados. Se cierran los accesos de alguna manera, se coloca una bandera, se levantan algunas tiendas de campaña para los que hacen guardia...y ya hay nuevo dueño.”
“Así ha ocurrido con los terrenos que hasta hace poco tiempo fueron de los PP. Benedictinos, cerca de nuestro colegio de Puente Alto y que habían sido comprados recientemente por un socialista español.”
“Igual suerte han sufrido parte de los terrenos de la finca de la "Protectora de la Infancia", institución que mantiene varios colegios de huérfanos y niños pobres, entre ellos el nuestro de Puente Alto.”
“Lo más curioso, en este orden de cosas, fue la "toma" de los terrenos que nos asignaron para levantar la iglesia de "El Tranque". Al enterarse de lo ocurrido corrieron al lugar algunos Hermanos y pudieron convencer a los "asaltantes" que tenían ya levantada su tienda en señal de posesión, que la trasladaran un poco más lejos, ya que se había establecido en suelo donde se proyectaba construir una iglesia.”
“En este ambiente de huelga y desorganización, los cocineros y panaderos de nuestra Escuela Industrial han decidido hacer huelga los domingos y fiestas alegando que es poco el cincuenta por ciento de aumento del sueldo que reciben, tal como lo determina la ley. Exigen el ciento por ciento.”
“Mientras no se soluciona el contratiempo, el Hermano Zamorano se hace dueño de la cocina. Dicen que no sabe tan mal la comida preparada por el "pairecito".
"La "toma" por los apoderados y alumnos para que no se metieran en nuestro colegio unos 400 alumnos de una escuela fiscal, concluyó felizmente y se celebró a la chilena con un "lunch". Con todo ello ha quedado una cosa clara y bien positiva, y es que los apoderados de nuestros alumnos han demostrado, con hechos y sacrificios bien generosos, el cariño que sienten por nuestro Centro Educativo".
En Ovalle y en Viña del Mar también pasaban por dificultades:
"Nos escribe el Hermano Ramón diciendo que también allá arriba llegaron los desórdenes, la intranquilidad y las apreturas económicas. Parece que la situación de Chile se ha solucionado algo con la reorganización del gobierno. Pero la tranquilidad no acaba de llegar. Y termina así su carta:"no obstante no nos falta nada esencial. Nuestro ánimo sigue siempre y el espíritu cada vez más entusiasta"
La confrontación política produjo un quiebre nacional. Inútiles fueron los esfuerzos de la Jerarquía chilena: el Episcopado Nacional llamó a desarmar los espíritus y las armas; el Cardenal Raúl Silva Henríquez convocó a un diálogo entre Gobierno y el Partido Demócrata Cristiano. El 11 de septiembre de 1973 se produjo el golpe militar que derrocó al Presidente Salvador Allende. La figura del Cardenal Raúl Silva Henríquez fue crucial durante el gobierno militar. Muchas veces se enfrentó con el general Augusto Pinochet, pidiéndole explicaciones por las violaciones a los derechos humanos. A partir de la Asamblea de 1974, los Obispos chilenos se deciden a denunciar la situación de represión y violación a los derechos humanos.
Lo vivido en estos duros momentos queda reflejado en el Informe sobre el Estado de la Misión:
"Nuestros Colegios en el año 1973 han sufrido los vaivenes de la Nación. Hubo una primera etapa de marzo a septiembre, de tensión, incertidumbre, violencia, huelgas que incidió en todo, tanto en lo político como en lo económico y en lo educacional. Ciertamente que los alumnos y profesores de nuestros tres colegios, por lo general, no participaron en gran manera en las huelgas y violencias. La segunda etapa fue de tranquilidad y de orden y abarca desde el 11 de septiembre hasta el final del curso en enero 1974, etapa que se caracterizó por el trabajo intenso para poder recuperar el tiempo perdido en la etapa anterior, y por eso se prolongó el año escolar para la Enseñanza Básica y Media hasta el 15 de enero."
En medio de las grandes dificultades, la Comunidad no pierde su matiz carismático que la constituye y le da sentido a su identidad. En el acontecer diario de la vida de la Iglesia quieren ser responsables al mandato recibido del Papa Gregorio XVI cuando les dice "Crezcan y multiplíquense". El anhelo de todos es insertar el carisma fundacional en tierras latinoamericanas.
Para ser fieles a las recomendaciones del Vicario de Cristo, una de las grandes preocupaciones de la comunidad viatoriana chilena ha sido la pastoral vocacional. Con el cierre del Juniorado de Puente Alto comenzó una nueva etapa en el acompañamiento de los jóvenes en discernimiento vocacional. El día 3 de febrero de 1973 se anotaba una noticia que llenaba de alegría: Gerardo Soto, el joven chileno que hacía un año se encontraba realizando su noviciado en Valladolid hacía su primera profesión religiosa. A la emotiva celebración Eucarística presidida por el Superior provincial P. Luis Martín asistieron numerosos religiosos de la Provincia y, entre ellos, algunos misioneros que estaban de vacaciones en España. En Octubre de 1973 el Hermano Gerardo volvía a su tierra natal para ser parte de la Delegación de Chile.
En este mismo año, en el mes de abril, el P. José Luis Ezcurra, quien fuera misionero en tierras chilenas desde el año 1964 a 1968, fue elegido nuevo Superior provincial de España. El Capítulo provincial realizado en Vitoria, España, estuvo presidido por el Superior general, P. Thomas Langenfeld. Su elección fue motivo de gran alegría para la Delegación chilena pues veía en el P. José Luis Ezcurra a un gran amigo, conocedor de la realidad de la Misión y de cada uno de los Hermanos en particular.
Otro día de alegría para toda la Delegación fue el 26 de noviembre de 1973, fiesta de Cristo Rey. Se celebró en Puente Alto la ordenación sacerdotal del P. José Luis Iturriaga. La Liturgia fue presidida por Mons. Ismael Errázuriz, Obispo Auxiliar de Santiago. La Iglesia abarrotada de amigos, alumnos y apoderados, presentaba un aspecto impresionante. La interpretación de los cantos nuevamente estuvo a cargo del coro de niños de la Escuela Industrial Las Nieves de Puente Alto, dirigidos de manera magistral por el Hermano Carlos Orduna. La alocución del Sr. Obispo gustó mucho, al igual que toda la liturgia por su sencillez. Asistieron todos los Clérigos de San Viator de Chile.
La aportación carismática de la comunidad viatoriana continúa siendo muy importante para la Iglesia chilena y en cada momento de su historia ofrece desde la educación elementos para crear una sociedad chilena más humanizada y defensora de los más abandonados especialmente entre los niños y jóvenes.