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"CRECER A LA SOMBRA DE SAN NICECIO".
1. OBJETIVOS:
- Conocer las consecuencias en la Iglesia y la sociedad después de la Revolución francesa.
- Conocer el medio escolar y religioso que vivió Luis Querbes.
- Valorar la influencia de los formadores en Luis Querbes.
- Valorar la religiosidad de Luis Querbes, y su ser de servidor de la liturgia.
- Reconocer la influencia de nuestros formadores en la etapa escolar.
- Conocer cómo influyó en nosotros la etapa escolar.
2. TRABAJO PERSONAL
2.1 Oración:
- Lee el siguiente texto:
- Yo, Luis José María Querbes, Hago voto de castidad para toda mi vida.
En Lyon, 15 de octubre 180... J.L.J.M. Querbes.
OREMOS:
Te pedimos, Señor, que nos enseñes a buscar, hallar tus sendas para caminar a la luz de la justicia y la libertad y te sirvamos siempre con pureza de corazón.
2.2 Lee el siguiente documento.
Subraya lo que te llama la atención o escribe al margen tus impresiones.
SAN NICECIO
Aunque nacido con ayuda de fórceps, el Concordato (1801) trajo la paz religiosa a Francia. José Fesch, tío de Napoleón, llegó a ser Arzobispo de Lyón y “quiso restaurar las cosas a la antigua usanza”, según la expresión del Señor Émery, superior de San Sulpicio. El culto dejó de ser clandestino y comenzó a celebrarse públicamente en las iglesias abiertas de nuevo. Todo esto produjo un despertar y una renovación espirituales evidentes. El paso de Pío VII en dos ocasiones por la ciudad (noviembre de 1804 y abril de 1805) fueron ocasión de fiestas y de ceremonias caracterizadas por grandes demostraciones de fervor popular.
La Iglesia de San Nicecio era una de las grandes y hermosas iglesias de Lyón. Fue construida en el siglo XIV y XV en estilo gótico y un conjunto de ventanas altas crean un gran espacio abierto que favorece la liturgia. El crucero derecho tiene la hermosa estatua de Nuestra Señora de las Gracias, obra de Antonio Coysevox.
El edificio no sufrió muchos desperfectos durante la Revolución. A partir de octubre de 1797 fue devuelto el culto y se convirtió en la catedral del Obispo cismático. En 1802 se recomenzó allí el culto católico.
La parroquia tenía unas 20.000 almas. El barrio conservaba todavía sus calles y sus callejuelas estrechas y no siempre rectilíneas que la reforma urbana del siglo XIX armonizará y ensanchará construyendo largas y espaciosas avenidas orientadas de norte a sur.
La familia Querbes ya no habitaba en la calle de L’Enfant-qui-pisse, sino en una casa situada en la calle de la Gerbe. Allí es donde nació Josefa Magdalena el 27 de abril de 1797. Unos años más tarde la familia se estableció no lejos de allí en la calle Vandram.
José Querbes seguía trabajando en su oficio de sastre. Parece que se había establecido por su cuenta, puesto que tenía uno o varios obreros. Al finalizar la Revolución y con la instauración del Consulado y el Imperio, recomenzaron los negocios y fue mejorando la situación económica de la ciudad. Cuando José Querbes se jubiló pudo comprar una casa en el campo y retirarse a ella con su mujer y su hija.
Luis asistió al catecismo en San Nicecio. Recibió la primera comunión preparado por el sacerdote Rivier el 13 de junio de 1805, día del Corpus Cristi. Es inútil especular sobre los sentimientos que tuvo este día. No ha dejado confidencia alguna, pero conservó siempre la imagen-recuerdo del acontecimiento, una imagen muy del gusto de la época que representaba un cordero que duerme tranquilamente sobre el libro de los siete sellos, rodeado de diversos símbolos, entre los cuales un pelícano que abre su corazón e incluso hasta un fénix que se quema para luego renacer de sus cenizas.
¿Y la escuela? La Revolución había arruinado la organización de la enseñanza primaria. Maestros más o menos preparados recibían algunos alumnos a quienes formaban individualmente. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas que regresaron del exilio en 1804 introdujeron el método simultáneo que conocemos. La enseñanza es dada por un maestro a un grupo de alumnos. No se sabe quién enseñó a leer y a escribir a Luis. Su madre desde luego que no, pues era analfabeta. De todos modos aprendió, y aprendió bien.
En octubre de 1805 ingresó en la escuela clerical- o escolanía – de San Nicecio que se abría este año. Ésta admitía a niños que ayudaban o cantaban durante las numerosas ceremonias de la Iglesia. Para ser admitidos los niños debían tener “aptitudes para servir en la Iglesia”, pero también “ofrecer alguna esperanza de vocación para el sacerdocio eclesiástico”. Era una especie de seminario menor con otro nombre. En 1828 estas escuelas contribuirían a aumentar el número de alumnos de los seminarios menores, fijado de forma arbitraria por el gobierno. La asistencia a los oficios diarios, la formación en el canto y en las ceremonias, la clase, el estudio, ocupaban todo el día. Un coadjutor de la parroquia se encargaba especialmente de la dirección del establecimiento.
En este medio escolar y religioso, un poco especial, Luis realizará estudios sólidos.
28 DE MARZO DE 1807. UN PRIMER PASO
Aprendió mucho más que escribir un francés perfecto. Encontró compañeros que le fueron siempre fieles: José Florido Rabut y Antonio Steyert, y algunos sacerdotes que habían sufrido las pruebas de la persecución: los sacerdotes Ribier, Durosat, Marduel. Sobre todo maduró allí su vocación. Fue confirmado el 2 de febrero de 1807. Algunas semanas más tarde, el 28 de marzo de 1807, recibía la tonsura. La ceremonia tuvo lugar en la primacial de San Juan. Oficiaba el Cardenal Fesch.
Optar por el estado eclesiástico, llevar el hábito clerical cuando todavía no se tienen catorce años puede despistarnos en nuestra época, en la que algunos psicólogos retrasan la adolescencia casi hasta los treinta años. Pero a comienzos del siglo XIX, la adolescencia no existía y la mayor parte de los muchachos de esta edad estaban ya comprometidos en lo que debía ser su medio de sustento como hombre: trabajando como tejedor, en las varas de un carro, en el fondo de una mina.
La vida de Luis se orienta. Y es, sin duda, cuando por estas fechas toma un compromiso decisivo: Hace voto de castidad. “Yo, Luis José María Querbes hago voto de castidad para toda mi vida”. El texto va escrito en un pequeño trozo de cartón. Está recubierto por una imagen del mismo formato que representa la Anunciación. Todo ello, protegido por un pergamino, se descubrió después de la muerte de Luis Querbes.
La forma de la escritura y el recuadro dibujado, cuyo trazado oculta en parte la última cifra de la fecha, no permite leer de manera segura el año en que se emitió este voto: “En Lyón, el 15 de octubre de 180...” se leyó 1803; más tarde, 1802, fundándose más en argumentos externos (Luis Gonzaga hizo su voto de castidad hacia los 9 ó 10 años), que en el documento mismo. Pero la escritura del trozo de cartón se parece a la de los cuadernos de apuntes de estudiante y la seguridad de trazo que se observa en la firma no es la de un niño.
Hugo Favre, que fue el vicario y sucesor de Luis Querbes y que hizo el inventario de sus papeles, sitúa el voto durante la tonsura (1807): “Fue, sin duda, con ocasión de esta ceremonia cuando él hizo su voto de castidad cuya fórmula se ha encontrado en sus escritos”. Desde luego, no se puede leer “1807”, pero se lee sin mucho problema “1808”. La interpretación de Hugo Favre es probablemente exacta: No se trata de un compromiso tomado por un niño en un momento de fervor, sino de una decisión que acompaña a un proceso (la primera comunión, la confirmación, la tonsura) y que orienta la vida de alguien que, dejándose agarrar por Dios hasta el fondo de su ser, se entrega a Él. El pergamino que guardaba el manuscrito está muy manoseado, como si Luis Querbes lo hubiera llevado consigo mucho tiempo.
Sin embargo sería un error colocar al muchacho en un pedestal: “Durante su juventud, cuenta su contemporáneo Carlos Saulin, era muy travieso. Le gustaba mucho tomar el pelo; incluso a una edad más avanzada era todavía feliz cuando podía gastar una broma a sus condiscípulos o a sus Hermanos. “Las páginas de las libretas que se conservan en los apuntes de Luis en esa época contienen, en los márgenes, junto a notas diversas, algunas historietas que pretendían ser chistosas y algunos juegos de palabras estudiantiles. “¿Nombre del peluquero de David? Amplius”. Esto debía provocar alguna sonrisa entre los monaguillos, cuando oían el cuarto versículo del Miserere: “Amplius, lava me...”
GUIDO MARÍA DEPLACE, EL MAESTRO
Hacia 1809 ó 1810 Luis hubiera debido abandonar la escuela de canto para ir a uno de los seminarios menores de la diócesis. El Señor Besson, párroco de San Nicecio, lo confió, juntamente con sus amigos Rabut y Steyert, a Guido María Deplace, hombre de una vasta cultura. Deplace (1772-1843) publicaba artículos y opúsculos sobre temas tan variados como las reglas de gramática, la defensa de los Mártires de Chateaubriand o la política de Napoleón.
Era también profesor de retórica y de filosofía, que hoy equivaldría a los dos cursos que preceden al ingreso a la Universidad, aunque no existen demasiados puntos comunes entre las clases y los programas de entonces y los de ahora. No enseñaba en un colegio, sino que recibía a los alumnos en su casa. “Sabio y educador de gente selecta”, así lo definía Camilo Letreille, Deplace marcó a generaciones de jóvenes.
Luis encontró en él una enseñanza personalizada que le permitió desarrollar sus talentos. Juan Pedro Blein, que no fue un testigo directo de este tiempo, pero que más tarde llegó a conocer muy bien a Luis Querbes, dice que estaba “dotado de una memoria prodigiosa, de una gran inteligencia y de una facilidad dialéctica excepcional, terminó pronto sus estudios literarios, con un curso completo de lengua latina, así como de elementos griegos”. El 24 de julio de 1812 recibió el grado de bachiller. Este examen oral, creado en 1808, acreditaba unos buenos estudios clásicos.
Las cartas que Luis Querbes ha conservado de Guido María Deplace permiten adivinar algo sobre la personalidad y la influencia que este maestro pudo ejercer sobre su discípulo. No vienen de un “magister” sentencioso, sino de un hombre honesto y de gran corazón. No vienen solamente de un profesor, sino de un maestro de vida y de un cristiano.
Deplace pasaba los veranos en Roanne lo cual dio pie a una correspondencia entre él y sus alumnos. Sus cartas, escritas en un tono familiar, parecen ignorar la diferencia de edad, de cultura y de posición entre maestro y alumno. Es un amigo quien habla: “ he recibido, querido Querbes, las dos cartas que me has escrito. Una antes y la otra después del pequeño viaje que acabas de hacer. Muchas gracias, te lo agradezco, pero permíteme que te diga al mismo tiempo que cuando se escribe a una persona a quien se quiere no se suele ser tan breve como tú. No basta limitarse a unas pocas líneas que parecen traicionar la impaciencia de llegar al le saludo atentamente, con esto no quiero decir que tú no me quieras; estoy bien persuadido de lo contrario, pero, precisamente, porque creo en tu afecto, no quiero que tus cartas se parezcan a cartas de negocios o de cumplimiento”.
“Tú buen amigo, nuestro querido Steyert, ha hecho todavía peor que tú; me ha enviado sus profundos respetos al final de diez o doce líneas muy separadas, muy cortas y muy estudiadas para que parezcan más largas. Es exactamente como yo suelo hacer cuando escribo a algunas personas con las que quiero limitarme a guardar las apariencias”.
“Rabut ha llegado a escribirme una vez, ¡Quizá le duele la mano derecha! ¡O a lo mejor no tiene tinta ni papel! ¡Puede ser que una enfermedad del cerebro haya borrado de su memoria el recuerdo de su maestro y de sus amigos!”.
“Llevo aquí una vida que no merece la pena. Demasiado tiempo para dormir, demasiado tiempo para comer, demasiado tiempo para correr, demasiado tiempo para hacer el loco y reír, y demasiado poco tiempo para hacer el bien, para trabajar o para rezar. Heme aquí al final de mis excesos. Dentro de doce o trece días estaré ya en Lyón, tendré que recomenzar el trabajo. Creo que tendré pocas veces alumnos a los que mi corazón se vincule tan fuertemente como a tres o cuatro ingratos con sotana, que tú conoces bien y uno de los cuales lleva tu nombre” (14 de octubre de 1813).
Deplace encarga a su alumno pequeños recados: comprar un libro, traerle un tejido, llevar una carta, conectar con cierta persona. Pide noticias de la parroquia, de lo que se dice en la ciudad. Le cuenta cosas de su vida en Roanne, de sus negocios, de la enfermedad que padecen sus hijos y que se lleva a uno de ellos.
Le da ánimos y consejos amistosos: “Te felicito, querido hijo, por haber asegurado tu entrada en el seminario. Trata de afianzarte cada vez más en el espíritu de tu vocación. Has elegido la mejor parte y no dudo que Dios bendecirá tus esfuerzos para asegurar tu salvación, trabajando en la de los demás. Mis deseos de felicidad hacia ti son como los de un padre hacia su hijo” (13 de octubre de 1812).
“Respecto a tus proyectos, lo mejor, querido amigo, es no hacerlos. Esfuérzate sobre todo en fortalecerte en la piedad, en el amor de Dios, en liberarte de todo lo que te ata a la tierra. Lleva al Seminario el deseo de instruirte para gloria de Dios y para tu salvación. Ante todo no te inquietes por los demás” (19 de octubre de 1812).
“Dedica algunos momentos cada día al estudio de la Sagrada Escritura. Trata, sobre todo, de adquirir el conocimiento de los salmos que tendrás obligación de rezar un día y acuérdate de que no hay espíritu, ni trabajo, ni conocimientos, que puedan suplir lo que falta a un sacerdote que no se ha familiarizado con los libros sagrados”. (24 de septiembre de 1813).
La correspondencia sigue durante mucho tiempo, aún después de que el alumno ha dejado al maestro. Luis ha conservado sus cartas. Quizá es lo que le hizo: habituarse a guardar todas las cartas recibidas. A su muerte tendrá casi 10.000.
2.3 Preguntas personales
1) Trata de recordar tu etapa de educación básica, tu escuela, compañeros, tus profesores, anécdotas, etc. ¿Cómo podrías describir esa etapa?
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2) ¿Qué recuerdas con más fuerza y cariño de esa etapa de tu vida?
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3) ¿Qué cosas te chocaban más?
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4) ¿En qué aspecto de tu personalidad influyó esa etapa?
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5) ¿Cómo recuerdas el día de tu Primera Comunión y la Confirmación? Escribe: fechas, catequistas, parroquia, padrinos, sacerdote, preparación, etc.
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2.4. Complementación Doctrinal:
LITURGIA Y EUCARISTÍA.
LITURGIA.
A lo largo del año, la Iglesia va presentándonos en fiestas particulares lo que Dios ha hecho, por medio de Jesucristo, a favor de los hombres. En la liturgia se pone al alcance de los fieles la eficacia de la salvación que tiene la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Quien, a lo largo del año, celebra juntamente con la Iglesia el culto diario, entrará en comunión más profunda con Cristo y se hará partícipe de la eficacia salvífica de nuestro Señor.
La fiesta cumbre del año Litúrgico es la Pascua o como más popularmente se la conoce como "Semana Santa", donde la muerte es vencida por la Resurrección de Jesucristo realizada por el Padre. Esta dura hasta Pentecostés (fiesta de la venida del Espíritu Santo). La Iglesia se prepara para la fiesta de la Pascua con un tiempo de Penitencia Pascual, la Cuaresma, que comienza con el Miércoles de Ceniza y se prolonga durante cuatro días. La fiesta de la Pascua no cae en un día determinado del año civil, sino que se rige por la costumbre judía de fijar la fecha de la Pascua Hebrea. En efecto, ésta se celebra siempre el primer día plenilunio (luna llena) de primavera, y la fiesta cristiana de la Pascua se celebra siempre el domingo siguiente a ese día. Por tanto, la fiesta de la Pascua y todas las que dependen de ella (como la Ascensión, Pentecostés, domingo de la Santísima Trinidad y el jueves de Corpus Christi, Cuerpo de Cristo) son "Fiestas Movibles".
La fiesta más grande después de la Pascua (Semana santa) es la Navidad, que entre nosotros conocemos como Pascua. Pero que no tiene nada que ver con la Semana Santa. En la Navidad, se celebra el nacimiento de Jesucristo. Fiesta que se celebra tradicionalmente el 25 de Diciembre. En la liturgia se celebra el tiempo de Navidad, hasta Epifanía (o "manifestación del Señor", el 6 de enero o el segundo domingo después de Navidad). El tiempo de preparación para la Navidad se llama Adviento (llegada de Jesús). Con el primero de los cuatro domingos de Adviento, comienza el año litúrgico.
Los domingos que quedan entre Epifanía y la Cuaresma, y entre Pentecostés y Adviento se denominan domingos del "Tiempo Ordinario". Su color litúrgico es el verde. En cambio para las fiestas de Cuaresma, Semana Santa y Adviento es el morado; para Pentecostés es el rojo.
LA EUCARISTÍA.
La Eucaristía es uno de los siete sacramentos, ya habíamos visto el del Bautismo.
En la celebración de la Eucaristía o misa (envío), tenemos la plenitud de la liturgia, en ella se celebra la vida, muerte y resurrección de Jesús. Es conmemoración (o recuerdo) de la última Cena que Jesús celebró con sus amigos (ver 1Cor. del 11,23-25).
Al celebrar la misa, celebramos que Él está con nosotros. Lo importante que Jesús es para la Iglesia, aparece en la fracción del pan : Él es tan necesario para la vida como lo es el pan. Jesús se distribuye a los hombres, lo mismo que se parte el pan para repartirlo bajo las apariencias ("especies") de pan y vino. Jesús se entrega como alimento a los hombres. Lo que Él hizo en su vida y en su muerte, en su morir y resucitar por los hombres, todo eso se lo da él aquí a los hombres. Y de eso vive la Iglesia. De ese modo los cristianos se convierten en un cuerpo: el Cuerpo de Cristo.
Estructura de la misa
La misa comprende las siguientes partes:
a) Rito de inicio: saludo al pueblo y el acto de reconocimiento de los pecados.
b) Liturgia de la Palabra: que comprende una primera lectura que generalmente está tomada de un texto del Antiguo Testamento. La segunda corresponde a un texto de los Hechos de los Apóstoles o alguna Carta de los Apóstoles. La última lectura corresponde a un pasaje de los Evangelios. Posteriormente son comentados por el sacerdote. Luego se hacen peticiones por las diversas necesidades de las personas y la comunidad.
c) Preparación de las Ofrendas: donde se presentan el pan y el vino, que el sacerdote prepara para ser consagrados, junto con los esfuerzos nuestros por hacer este mundo más humano y solidario.
d) Celebración Eucarística: comprende la plegaria eucarística invocando el Espíritu Santo sobre las ofrendas, que culmina con la consagración del pan y del vino como cuerpo y sangre de Jesucristo sacramentado.
e) Acción de gracias: donde se agradece los bienes recibidos durante la semana y sobre todo la del propio Jesucristo como nuestro pan de cada día.
f) Rito de Despedida: donde se invoca sobre el pueblo de Dios, su bendición para llevar adelante la misión de hacer vida lo que se ha celebrado.
Los sacramentos
Se orientan hacia el curso de la vida del hombre. En los momentos culminantes y en los momentos críticos de su vida, la Iglesia - en nombre de Jesucristo- le otorga eficazmente la salvación, el amor divino, la gracia de Dios. E indica por medio de acciones con valor de signos, como se vuelve Dios a los hombres.
En el sacramento del bautismo se promete eficazmente al hombre, al comienzo de su vida de cristiana, la comunión con Jesucristo y con todos los hombres.
En la confirmación se consolida con el poder del Espíritu Santo lo que comenzó en el bautismo la vida del cristiano.
Aún en el pecado, el cristiano no se encuentra sin un signo de la cercanía de Dios. En el sacramento de la Reconciliación, Dios ofrece la reconciliación y le concede nuevo perdón.
A quién está gravemente enfermo, en la unción de los enfermos se le promete y comunica valor y esperanza en la salvación de Dios y su misericordia.
Por medio del sacramento del orden se concede el cargo de un servicio especial en la Iglesia.
En el sacramento del matrimonio se promete a los esposos que el amor de Dios va a permanecer activo en su amor recíproco. La comunidad conyugal se convierte en signo de la comunión que Dios nos concede como un regalo.
3 - TRABAJO GRUPAL
- Exposición de fotos de nuestra Primera Comunión (o de la niñez).
- Compartir las impresiones, sentimientos, recuerdos, etc...de la Primera Comunión.
- Compartir las respuestas a las preguntas de la parte personal.
- Oración final. (Dar gracias, pedir perdón, pedir ayuda.)
4. EVALUACIÓN
1.) ¿Qué importancia tenía para el P. Luis Querbes la Eucaristía? ¿Cómo vivió su Primera Comunión?
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2) ¿En qué ambiente se formó el P. Luis Querbes en su niñez?
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3) ¿Qué nos va recordando la liturgia durante el año?
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4) ¿Qué se celebra en la Eucaristía (Misa)?
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5) ¿En qué sentido te ha ayudado la participación en la Eucaristía?
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