jueves, 10 de marzo de 2011

CAMINANDO CON LUIS QUERBES 4

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"RESTAURAR LA PARROQUIA DE VOURLES”.

1. OBJETIVOS:

- Conocer la realidad socio-política y económica de Vourles en la época del Padre Luis Querbes.
- Valorar la vida de entrega y fe del P. Luis Querbes.
- Conocer las dificultades que le tocó vivir al P. Luis en Vourles.
- Valorar la parroquia como centro de la comunidad eclesial.
- Potenciar un estilo de fe que sea comunitario.
- Suscitar comunidades donde se viva, se profundice y se celebre la fe junto al P. Luis.

2. TRABAJO PERSONAL

2.1 ORACIÓN:

- Antes de comenzar es bueno dejar un momento de silencio.
- Después lee el siguiente texto:

Nuestro Fundador, el Padre Luis Querbes (1793-1859), párroco de Vourles (Francia) se nos muestra ante todo como un hombre de fe profunda y de gran sensibilidad frente a las necesidades de la Iglesia y del mundo de su tiempo.

Lleno de celo por educar la fe y celebrarla, se siente fuertemente apremiado por la ignorancia religiosa, especialmente entre los jóvenes, por la falta de colaboradores, sentida por los párrocos de iglesias rurales y por la escasez de educadores cristianos competentes.

Por eso, respondiendo a una llamada del Espíritu, el Padre Querbes funda una Asociación para "la enseñanza de la doctrina cristiana y el servicio de los santos altares". El título que le da, "Clérigos parroquiales o Catequistas de San Viator", refleja bien sus intenciones. Esta Asociación es hoy la Congregación de los Clérigos de san Viator.

El espíritu del Fundador sigue inspirando nuestra misión apostólica y nuestra adaptación a las nuevas exigencias. (Const. N.2)

OREMOS

Padre, ayúdanos a descubrir a tu Hijo cada día más, para poder conocerlo, y conociéndolo, amarlo más, y amándolo, seguir sirviéndolo en nuestros hermanos y hermanas al estilo del P. Luis Querbes.

2.2 Lee el siguiente documento.

VOURLES, UNA PARROQUIA QUE DEBE REHACERSE

Vourles está situada a 12 Kms. al sur de Lyón, en las primeras colinas que bordean la orilla derecha del Ródano. El terreno está constituido por depósitos de morrenas de abundantes guijarros gruesos y pulidos con los que construían las casas en otro tiempo.

Entones era un pueblo de viticultores. El viñedo, destruido por la filoxera en la segunda mitad del siglo XIX, no fue replantado y en su lugar se plantaron árboles frutales. Como todos los pueblos de los alrededores de Lyón, Vourles contaba también con algunas casas burguesas propiedad de algunos lioneses que venían a pasar por allí los días soleados. En aquella época las propiedades estaban, a menudo, cercadas por altos muros construidos ordinariamente de adobe.

En 1812, Vourles era una sucursal. Bajo el régimen concordatorio se distinguían netamente las parroquias, de las sucursales y los párrocos, de los encargados de iglesia. El Concordato atribuía un sueldo solo a los párrocos. Napoleón había encontrado esta sutileza para hacer ahorrar dinero al estado. Solamente tenían el título de párroco los tres mil sacerdotes, poco más o menos, responsables de un partido judicial, de una capital de región o de una gran parroquia urbana. Estos eran inamovibles y recibían 1500 francos al año. Los otros pueblos o las demás parroquias de ciudad no eran más que sucursales. Hasta 1807 no se había previsto ningún sueldo para un sacerdote responsable de sucursal. Sin embargo, estos sacerdotes tenían la responsabilidad completa de una comunidad cristiana y podían ser desplazados con pleno derecho por el Obispo. A partir de 1807 el estado daba un pequeño sueldo de 750francos/año (1822). Era lo equivalente al salario de un obrero poco cualificado, una especie de salario mínimo. Esta desigualdad de condiciones fue el motivo de descontento del “clero inferior”. En adelante hablaremos simplemente del párroco y de la parroquia de Vourles, sin estos términos concordatarios.

La parroquia contaba con algo menos de mil habitantes. Durante el sitio de Lyón, un contingente de jóvenes de Vourles se había unido a las tropas revolucionarias. El pueblo ganó con ello el sobrenombre de “Vourles el Valeroso”. Y unos cuantos ciudadanos adquirieron un certificado que les reconocía su fanático espíritu republicano. El párroco había entregado sus “títulos de ordenación” (certificado de órdenes”) y, con sus cincuenta años pasados, se había comprometido en la intendencia de los ejércitos de la república, un empleo más lucrativo.

¿Se puede saber por qué un pueblo vota blanco mientras el pueblo vecino vota azul? ¿Por qué una “buena” parroquia tiene como vecina a otra que hace desesperar a un párroco? ¿Hasta dónde hay que remontarse en el tiempo para comprender el origen de estas fronteras que ningún límite materializa? Es un hecho, Vourles, más que los pueblos vecinos, había tomado partido por la Revolución y, una vez pasada ésta, quedaba algo en los espíritus y en las costumbres.

Tras el Concordato, habían pasado por Vourles cinco sacerdotes y no habían conseguido darle impulso cristiano. La práctica religiosa era escasa, sobre todo entre los hombres. La iglesia estaba destrozada y la casa cural no valía mucho más. Hugo Favre, que llegó a conocer bien la parroquia en esta época, ya que había nacido en Vourles en 1809, dice claramente: “reinaba una gran indiferencia religiosa en la mayor parte y hostilidad en algunos. Hay que añadir que, la negligencia y la conducta poco edificante de algunos de sus últimos pastores, no había ayudado a mejorarla. “No era buena ni tenía buena fama”. Juan Bautista Clavel resume: “era una parroquia que había que rehacer”.


25 DE OCTUBRE DE 1822. PÁRROCO DE VOURLES

El Consejo episcopal nombró al Padre Querbes párroco de Vourles el 25 de octubre de 1822. Se instaló en la parroquia el 31 de octubre. A los dos días, con ocasión de su primer bautismo, estampaba su primera firma en el registro de catolicidad. La parroquia contaba anualmente con una media de veinte bautismos, algo menos de diez matrimonios y unos veinticinco entierros. Todo esto ofrecía el escaso rendimiento económico de un centenar de francos que se añadían al sueldo recibido del estado.

¡Qué lejos estaba esto de San Nicecio, de sus burgueses, de sus intelectuales y de su escolanía!. El Padre Querbes tenía ante sí a gente de pueblo más propensa a interesarse por los riesgos del granizo o del hielo de primavera, que por problemas teológicos. Durante los años siguientes evocará varias veces la “soledad” de los párrocos de pueblo y la necesidad de encontrar un compañero para ellos. ¿En qué medida no ha sentido él también este aislamiento, este contraste entre un medio de ferviente práctica religiosa y una parroquia glacial?

La restauración de la iglesia parroquial llevaba varios años en la orden del día del Consejo Municipal. El presupuesto había sido votado antes de la llegada del Padre Querbes. Era imposible restaurar la vieja construcción. Una vez demolida, fue reemplazada por la iglesia más amplia que existe hoy, con un estilo poco corriente para la época: una nave central con techo llano, separada de las naves laterales por cuatro columnas, con un presbiterio en ábside. Guardadas las debidas proporciones, se diría una basílica romana. Los proyectos se demoraron más tiempo aún, pero una vez puesta la primera piedra en abril de 1826, la construcción se concluyó rápidamente, ya que la iglesia fue bendecida el 5 de mayo de 1828.

Se comenzó la renovación de la parroquia con los métodos pastorales del tiempo: la predicación, la invitación a la práctica de los sacramentos, el desarrollo de cofradías piadosas, etc. La primera cofradía fue la del Santo Rosario (diciembre de 1822). Otras vinieron más tarde. El párroco decano de Saint-Genis visitó la parroquia en 1827. En su informe hace notar, entre otras observaciones: “Hora en que abandona el confesionario por la noche: cuando se ha terminado”.

En Vourles como en San Nicecio, Luis Querbes utilizó sus talentos de predicador para conmover los espíritus y los corazones. Preparó una serie de instrucciones para la cuaresma de 1823. Trataban de las gracias de este período litúrgico, la necesidad de emplearlo bien y los motivos de conversión: Dios considerado en sí mismo, Dios creador, Dios motor de todo, Dios redentor, Dios santificador; para concluir, el tema de la muerte es objeto de dos instrucciones.

Estaban de moda las misiones populares que conmovieron a muchas parroquias de casi todas las diócesis de Francia. Sus métodos, a veces muy llamativos y no siempre imbuidos de sencillez evangélica, impresionaban fuertemente la imaginación y la sensibilización populares, pero su efecto no era muy duradero. Esta especie de “maratones espirituales” duraban dos o tres semanas con dos pláticas diarias. “Las pláticas eran de cinco cuartos de hora” y los ejercicios de piedad, variados y adaptados a las categorías de fieles. Se sabe que el Padre Querbes, coadjutor, había participado en estas misiones. Predicó el jubileo en una parroquia vecina(Charly, 1826), y una misión en el mismo Vourles(1827).

Pasadas las primeras fiestas de Pascua, el alcalde de Vourles, el Señor Magneval, que vivía en Lyón, le escribió para anunciarle su visita. Decía en su carta: “Será muy agradable para mí pasar unos momentos con usted y felicitarle por los buenos informes que me dan todos los que han sido testigos de la Pascua en su parroquia”(marzo de 1823). Aunque siempre guste oír un cumplido, una alabanza, el Padre Querbes no se dejó engañar: la práctica religiosa no podía haberse restablecido en pocos meses. Aún quedaba mucho por hacer.

Y se lo hicieron saber. Hugo Favre cuenta una escena de lo que pudo ser testigo directo, “el verdadero celo no puede actuar demasiado sin producir descontentos. El nuevo párroco no podía dejar de experimentarlo de alguna manera. Recibió quejas y murmuraciones de las que no hizo caso. Los descontentos, no atreviéndose a atacarlo de frente, tomaron la táctica de dirigirle cartas con insultos y amenazas que le enviaban clandestinamente a la casa cural, lanzándolas a veces por encima de los muros del jardín. ¿Cómo responder a ataques y a injurias cuyos autores permanecen ocultos en el anonimato? Varios escritos de este tipo le han llegado ya de esta manera. He aquí que llega otro. Será el último.

“El domingo siguiente sube al púlpito con la carta en la mano y dice a su auditorio (que probablemente sabía ya algo) que desde hace algún tiempo encuentra, de vez en cuando, por la mañana, en su huerto cartas que han sido arrojadas allí durante la noche; que él ignora de quién vienen, dado que no llevan firmas, y que lo siente, porque esto le priva del placer de responder a los que le honran dirigiéndoles sus cartas. Que también esta semana ha recogido una, como de ordinario, entre las berzas de su huerto y que, al igual que las precedentes, tampoco lleva el nombre de su autor. Pero, dado que este se encuentra sin duda entre el auditorio, le ruega que comprenda que, ya que no puede responder de otra manera, le responda públicamente. Y aquí lee solemnemente la carta que va comentando y de la que subraya con sutileza todo lo que contiene de falso, de malo, de grosero, de ridículo. La gente se ríe. Si el autor de la carta estaba presente, no hay duda que tuvo que esforzarse para evitar el ponerse colorado. Lo que sí es cierto es que esta persona no tuvo ganas de volver a lanzar anónimos. Se acabaron las cartas anónimas”.

El carácter del Padre Querbes, lo veremos, se acomodaba bien a estas situaciones y las palabras cáusticas no le costaban demasiado. Aunque no llegaran más cartas anónimas, todavía hizo falta mucho tiempo para que la parroquia se animara. ¿Se animó realmente? El mismo Hugo Favre lamenta que la parroquia “respondió regularmente a los esfuerzos y a los trabajos de su párroco”. Al fin de siglo XIX los sacerdotes encontraban a los habitantes de Vourles poco religiosos y uno de ellos dice que “lo que les mantiene un poco es el número de ricas familias burguesas” que tenían su residencia en Vourles.

El Párroco de Vourles era consciente de que la educación de los niños era primordial para rehacer una mentalidad cristiana. Llamó a las Hermanas de San Carlos para dirigir una escuela de niñas que se abrió en 1823. Era la única escuela de chicas de toda la región dirigida por religiosas. Pero faltaba la escuela de niños. El Padre Querbes dirá más tarde que quería “desembarazarse de dos maestros de escuela indignos de su profesión”. Maestros que imaginamos fácilmente cuando se sabe la poca competencia de los instructores de aquella época. Se dirigió a la Congregación recientemente fundada de los Hermanos de María, los Hermanos Maristas. Carlos Saulin, que conoció bien al Padre Querbes, cuenta:” se dirigió a las congregaciones de enseñanza, entonces existentes, para solicitar un religioso. Todos le respondieron que ellas no podían darle menos de tres de sus miembros. La parroquia de Vourles era demasiado pobre para pagar el sueldo de tres Hermanos. A disgusto, deplorando la laguna que dejaban estas instituciones, laguna que privaba de la educación cristiana a los niños de los pueblos pequeños, no tuvo de momento otro pensamiento que el de hacer todo lo posible para educar cristianamente a los niños encauzando lo mejor posible a su escuela parroquial, dirigida entonces por un instructor, un maestro laico”. “Hacer lo que se pueda”, es decir, espabilarse. Pero él hizo más que esto.

PIERRE MAGAUD: CANTOR, SACRISTÁN, CATEQUISTA, COMENSAL Y COMPAÑERO

Cuando todavía está lamentándose por la negativa que acaba de recibir, el Padre Querbes vive una experiencia que cambiará su vida. El sobrino del Señor Magaud, que era alcalde desde mayo de 1823, había cometido una imprudencia. El joven, que se llamaba como su tío y padrino, Pedro Magaud, era también hermano de una religiosa de la escuela femenina de Vourles.

Había nacido en 1800 en Montuel (Ain). Había ingresado en los Hermanos de las Escuelas Cristianas donde le pusieron el nombre de Sulpicio Severo. Ya llevaba seis años con ellos y enseñaba en su escuela de Medardo de París, cuando a mediados de Septiembre de 1824 se escapó del Instituto para ir a llamar a la puerta del Seminario de Belley. Sentía, según había confesado él mismo a su superior, “una inclinación hacia el estado eclesiástico”. Su decisión y su gesto habían recibido la aprobación de su confesor, pero para el Instituto era una falta grave. Por otra parte, teniendo en cuenta su situación, el Obispo de Belley no lo aceptó en el seminario.

El Padre Querbes intervino a favor del joven, pero el obispo mantuvo su rechazo. Esperando que la situación se aclarara, Pedro Magaud se alojó en la casa cural de Vourles y el párroco comenzó los trámites para obtener de Roma la dispensa de sus votos. El indulto fue concedido en noviembre de 1824. Por su parte, Pedro Magaud se mostró útil. Abrió la escuela de niños, secundó al Padre Querbes en la iglesia, en la sacristía y con los niños, como catequista.

Los resultados fueron buenos y satisfactorios para las dos partes. Para el Padre Querbes, Pedro Magaud se había convertido en su “cantor, sacristán, catequista, comensal y compañero”. Incluso en marzo de 1827 llegó a firmar un contrato con él. Pedro Magaud se comprometía a continuar las funciones de maestro. Por su parte el párroco se obligaba a mantenerlo “en su oficio de sacristán y de maestro de escuela y a darle clases de latín y humanidades”. Lo alojaba, le daba de comer y le pagaba... muy poco: sesenta francos anuales.

Pedro Magaud recibió cursos de latín y sin duda una formación básica. No tenía el permiso de enseñanza y no lo obtuvo hasta 1829. También debía recibir lecciones de pedagogía: en 1833, un inspector lo juzga como “poco capaz” y hace notar que los habitantes “se quejaban en su lentitud para instruir”.

El Padre Querbes era un hombre activo, práctico. Ya que formaba al maestro del pueblo, ¿por qué no podrían beneficiarse también de esta formación otros maestros de las parroquias vecinas? En enero de 1826, el instructor de Brignais, un pueblo muy cercano y cuyo párroco era un tal Vicente Pater, amigo del seminario de Querbes, era un tal Tomás Nogier. Tenía apenas 20 años, aprovechó esta formación. Mucho tiempo más tarde Pedro Magaud recordaba su manera de expresarse un tanto alambicada: “el Señor Querbes intentó, como sabéis, crear una sociedad con los maestros seglares que serían los amigos de la religión y de los sacerdotes, que son sus ministros. Con este fin quería que, presididas por uno de ellos o por el párroco de uno de los maestros, se animarían mutuamente a hacer bien todas las cosas. El Señor Nogier y yo habíamos comenzado a secundar las intenciones del Señor Querbes que presidía nuestras reuniones”.(31 de mayo de 1860).

Eran reuniones pedagógicas, pero en ellas se abordaba la formación moral y espiritual. El párroco de Vourles elaboró un método de lectura. (Existe en forma de un rollo de tela de tres metros de largo por 40 cms. de ancho y en forma de un folleto impreso titulado: “A B C de las pequeñas escuelas”). Más tarde vendrá el Cálculo de las pequeñas escuelas.

El Padre Querbes no se detuvo: ”también, escribe, me sorprendía pensando lo ventajoso que sería procurar a mis Hermanos, unos maestros y compañeros parecidos al que yo había tenido la dicha de tener entonces”. Pedro Magaud, aunque su personalidad no era muy brillante, ocupaba tal posición cerca de su párroco que permitió a éste imaginar el papel que podrían tener estas personas en las pequeñas parroquias como Vourles, desprovistas de recursos para poder pagar a los Hermanos. El proyecto condujo a Luis Querbes por caminos inimaginables hacia una carrera que no había imaginado... Pedro Magaud, por su parte, siguiendo su propia vocación acabó por entrar en el seminario de la diócesis de Belley y fue ordenado sacerdote en 1841. Ejerció su ministerio sacerdotal, como coadjutor, en varias parroquias de la región de Ain.

2.3 PREGUNTAS PERSONALES:

1) ¿Has participado en alguna comunidad de Iglesia? Si no lo has hecho explica tus razones.

2) ¿Qué aspectos de tu vida personal, familiar, laboral, etc...te han ayudado a superar desde la vida de fe, el participar en alguna comunidad o grupo apostólico? Explica.

3) A partir de las lecturas realizadas ¿Qué nuevos desafíos se te plantean para tu vida?

4) Si estás inserto en una parroquia. ¿Conoces su párroco, sus capillas, sus comunidades, número de habitantes, etc...? Enumera sus principales actividades.
2.4 Complementación Doctrinal

LA PARROQUIA

La parroquia, comunidad de comunidades y movimientos, acoge las angustias y esperanzas de los hombres, anima y orienta la comunión, participación y misión. " No es principalmente una estructura, un territorio, un edificio, ella es "la familia de Dios, como una fraternidad animada por el Espíritu de unidad"...La parroquia está fundada sobre una realidad teológica porque ella es una comunidad eucarística..."La parroquia es una comunidad de fe y una comunidad orgánica en la que el párroco, que representa al obispo diocesano, es el vínculo jerárquico con toda la Iglesia particular".

Si la parroquia es la Iglesia que se encuentra entre las casas de los hombres, ella vive y obra entonces profundamente insertada en la sociedad humana e íntimamente solidaria con sus aspiraciones y dificultades.

La parroquia tiene la misión de evangelizar, de celebrar la liturgia, de impulsar la promoción humana, de adelantar la inculturación de la fe en las familias, en las CEBs, en los grupos y movimientos apostólicos y, a través de todos ellos, en la sociedad.

La comunidad, comunión orgánica y misionera, es así una red de comunidades.(Sto Dgo. N°1913).

Nos proponemos ejecutar las siguientes acciones pastorales:

Reafirmar la "opción preferencial " por los jóvenes, proclamada en Puebla, no sólo de modo afectivo sino efectivamente; esto debe significar una opción concreta por una pastoral orgánica, donde haya un acompañamiento y apoyo real con diálogo mutuo entre jóvenes, pastores y comunidades. La efectiva opción por los jóvenes exige mayores recursos personales y materiales por parte de las parroquias y de las diócesis. Esta pastoral juvenil debe tener siempre una dimensión vocacional (Santo Dgo. N°.1969)


3. TRABAJO GRUPAL

- Oración de comienzo.

- Dar un tiempo para saber cómo vienen al encuentro, compartir inquietudes, preocupaciones, penas, alegrías. (Realizar dinámicas si es posible)

- Compartir respuestas del trabajo personal.

- Revisar y comentar Complementación doctrinal.

- Oración final (Dar gracias, pedir perdón, pedir ayuda, etc...)


4. EVALUACIÓN

1) Define en pocas palabras qué es una parroquia:

2) ¿Cómo eran las relaciones del P. Querbes con sus parroquianos?

3) ¿Qué era una sucursal?

4) ¿Qué labores comenzó a realizar el P. Querbes para rehacer la mentalidad en la gente ?

5) Aportes del P. Luis a la Pedagogía de su tiempo.

6) Escribe algunos rasgos de la personalidad del P. Querbes que aparecen en el capítulo leído.