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ACOMPAÑAR EL DESARROLLO DE LA CONGREGACIÓN
1.
OBJETIVOS:
- Conocer
los inicios de la Congregación y su relación con los jesuitas.
- Valorar
la confianza del P. Querbes ante las crisis financieras.
- Conocer
la expansión de 1839-1858.
- Conocer
los inicios de la provincia de Ternes.
- Valorar
la necesidad de una buena formación para una buena evangelización.
2. TRABAJO PERSONAL
2.1 Oración:
Lee
el siguiente texto:
"...En
cuanto a Ud. hijo querido, arrégleselas como pueda hasta el día en que se
agoten sus recursos. Aproveche esta oportunidad para ponerse más que nunca en
brazos de la Providencia. No se preocupe por nada"...
"...Bendito
sea el Señor. Pero que no nos dé riquezas."
P. Querbes.
OREMOS :
Para
que todos sientan con la Iglesia.
Para
que todos amen al Papa.
Para
que todos amen a su Patria.
Para que cada día se celebre
más la Eucaristía.
Para
que los pecadores retornen a Cristo.
Para
que todos conozcan a Cristo.
Para
que la paz reine en todo el mundo.
Para
que en todo el mundo adorado y amado sea Jesús.
¡DANOS RELIGIOSOS SANTOS !
2.2 Lee con calma el siguiente documento.
Marca lo que más te ha llamado la atención.
PIERRE LIAUTHAUD, EL MAESTRO DE NOVICIOS
Una
vez pasadas las fiestas del retorno a Vourles, el Padre Querbes se dedicó a
organizar la Congregación. Se creó el noviciado regular y Pedro Liauthaud fue
elegido maestro de novicios. A pesar de su aprensión ante este cargo, el
Hermano Liauthaud fue a hacer los ejercicios de San Ignacio al noviciado de la
Compañía de Jesús en Avignon. El noviciado de Vourles se inauguró el 1 de junio
de 1839.
El
Jesuita Padre Brumauld había predicado un retiro a los Clérigos de san Viator y
lo haría aún varias veces. También lo hicieron otros Padres jesuitas. El
maestro de novicios había pasado por Avignon, el reglamento del noviciado está
calcado de las Instrucciones para el
noviciado de la Compañía de Jesús.
Así pues, la formación de la Congregación se puso en marcha con el espíritu y
el apoyo real de los Padre Jesuitas.
Pedro
Liauthaud (1793-1857) había nacido en Brianson (Hautes-Alpes). En su juventud
fue maestro como muchos de sus compatriotas, uno de los numerosos maestros
itinerantes que pasaba los meses de invierno fuera de sus montañas para prestar
sus servicios en los ayuntamientos o aldeas del valle del Ródano o de la región
lionesa. Pedro Liauthaud emprendió su nueva función con entusiasmo. Compuso las
Instrucciones sobre los estatutos de la
Sociedad (125 conferencias), Meditaciones
para todos los días del año, así como también diversas conferencias e
instrucciones para el noviciado. También mantuvo una correspondencia continua
con religiosos. Quedan unas 200 cartas suyas, algunas bastante largas.
Supo
ser guía apreciado por los novicios y por los religiosos. Las confiadas
relaciones que se establecieron le abrieron los corazones. Había religiosos que
le escribían para darle a conocer los pequeños y grandes problemas que surgían
en las escuelas o en las parroquias. También acudían a él como
intermediario para llegar al superior.
Se llegó a hablar del “Padre” Liauthaud, del “buen Padre” Liauthaud y la
expresión se consolida. El mismo Querbes la emplea.
“Necesita
ser moderado” había escrito el Padre Querbes. Una pequeña frase que explica
muchas tensiones que surgirán entre el Fundador y el maestro de novicios. El
Hermano Liauthaud quería que los novicios recibieran una buena formación
religiosa y le parecía mal que el superior, apremiado por la multiplicación de las escuelas y la obligación, por parte de los
Hermanos, de obtener el permiso de enseñar, pareciera dar prioridad a la
formación profesional. De aquí surgió una oposición entre los dos. Oposición
que condujo en varias ocasiones a crisis agudas.
La
apertura del noviciado de Vourles dejó casi sin postulantes la casa del Poyet.
Ya para entonces el Poyet había resultado poco cómodo a causa del frío en
invierno y del aislamiento que hacía los viajes muy dificultosos. Por eso se
decidió cerrar la casa, trasladando a los postulantes a una casa abierta en
Nevers. A partir de 1837, algunos Clérigos de San Viator fueron a dos
parroquias de La Niévre (Saint-Sulpice y Germiny) y en 1838, a
una de l’Allier (Le Donjon). El Padre Querbes esperaba un desarrollo de la
Sociedad en estas regiones, a pesar de estar alejadas de la casa madre. El
Padre Faure abrió la casa de Nevers en la primavera de 1839.
La
casa del Poyet se puso en venta y, mientras esperaban un eventual comprador, un
religioso aseguraba la custodia. En octubre de 1839, Francisco Gloppe y dos
postulantes fueron a pasar allí algunos días de descanso. Una mañana, habiendo
limpiado un fusil salieron a cazar. De regreso, para atajar, escalaron una
pared. “El joven Gloppe, para encaramarse más fácilmente, colocó el fusil al
pie de la pared. Desde arriba se inclinó para coger el arma que estaba cargada
y debido al roce contra la pared se disparó. La bala le atravesó el hombro
izquierdo ( Francisco Favre). Francisco Gloppe murió el 26 de octubre tras 10
días de grandes sufrimientos. Tenía 19 años. Es el primer Clérigo de San Viator
que llegó a la casa del Padre.
1840. LAS FINANZAS EN NUMEROS ROJOS
En
febrero de 1840, según un informe del Padre Querbes, había en Vourles “más de
30 novicios” y 18 postulantes. Si tenemos en cuenta los Hermanos que había en
aquel momento, se trata de un número considerable. Y aunque no se celebraba
fiesta todos los días, muy al contrario, mantener a estas cincuenta personas
costaba caro. Y más todavía, si se tiene en cuenta que Nevers enviaba a la casa
madre jóvenes en formación, sin contribuir a sufragar los gastos de su pensión.
El Padre Querbes se queja de esto al Padre Faure: “En esta casa estamos más de
cincuenta personas, de las que hay que alimentar gratis a casi todas y vestir a
muchas. El Padre Liauthaud pide que Ud. exponga este caso de conciencia al
Obispo de Nevers. Pregunte qué es lo que se puede responder a las murmuraciones
que se oyen contra Su Excelencia cada vez que enviamos a Nevers sujetos
formados y bien provistos, sin que nos venga de allí ni siquiera un céntimo
para los gastos del establecimiento y cada vez que nos llegan de Nevers sujetos
en pantalón corto con todo su ajuar en un pañuelo de bolsillo y con dos
filas de hermosos dientes” (16 de febrero de 1840).
En
noviembre de 1840 unas inundaciones catastróficas devastaron el sureste de
Francia y especialmente la región de Lyón. Este desastre monopolizó donativos y
limosnas. Al mismo tiempo, la estrepitosa bancarrota de Benito Coste, agente de
la Bolsa, que manejaba el dinero de las buenas familias de Lyón, anuló la ayuda
que venía de ellas. Era necesario despachar a mucha gente: la casa se redujo a
la mitad. La venta del Poyet y de la escuela de Panissiéres permitió pagar en
parte la deuda originada por antiguos préstamos. El Padre Querbes aceptó un
control más riguroso por parte de la
comisión de rectores temporales.
A
pesar de todo esto, en Vourles se pasaba hambre. Carlos Saulin que conoció de
joven este período nos cuenta: “La pobreza de la obra era extrema y llegó a tal
punto, que un día el Padre Querbes pidió a uno de sus compañeros, el sacerdote
Pater, que lo invitara. Después de comer le dijo: “Ahora, querido amigo, yo he
comido, pero los míos tienen hambre y no tengo ni pan ni dinero en casa,
préstame algo, por favor”. El cura Pater no tenía dinero en aquel momento;
salió y volvió enseguida con 300 francos que entregó al Padre Querbes, quien
volvió a todo correr a Vourles.
1845. LOS HERMANOS DE SAN VIATOR DE TERNES
Por
iniciativa de un misionero diocesano se había fundado en la diócesis de
Saint-Flour una congregación de Hermanos enseñantes bajo el nombre de “Hermanos
de San Odilón”. El 1834, el sacerdote diocesano encargado de la naciente
congregación se puso en contacto con el Padre Querbes para pedirle un formador
para el noviciado. El Padre Querbes respondió evocando la posibilidad de abrir
un juniorado para preparar a los postulantes. No fueron más allá.
Desde
1839 a 1844 los hermanos de San Odilón aumentaron lentamente. No estando
legalmente autorizados quedaban sometidos al servicio militar y debían pagar a
los reemplazantes, que costaban caros. En 1844, el Señor Pompignac, vicario
general de Saint-Flour, escribió al Padre Querbes. Acompañaba un informe sobre
la pequeña congregación: 18 religiosos y novicios, tres escuelas, un noviciado,
deudas, pero 40 parroquias que pedían Hermanos. Y proponía la afiliación de San
Odilón a San Viator. El Padre Querbes aceptó el ofrecimiento. Fue a Saint-Fleur
y el 3 de junio de 1844, firmó con Monseñor de Marguerye el acta por la que
“los Hermanos de San Odilón serían considerados en
adelante como formando parte de la Congregación de San Viator”.
La
afiliación real tuvo lugar en la primera quincena de agosto de 1845. El Hermano
Chargeboueuf fue nombrado superior. Tenía 25 años. El Padre Querbes rogó al
vicario general que siguiera en su nombre a la joven congregación. Con los 13
religiosos recibió también las deudas y el castillo de Ternes, que el obispado
le cedía a varios kilómetros de Saint-Flour. La dirección y el noviciado se
instalaron allí. Así nacía la “obediencia” de Ternes, que más tarde se llamará
“Provincia” de Ternes.
1851. LA EXTENSIÓN A TODA FRANCIA
Pero
había llegado el fin de la Monarquía de Julio y la revolución de 1848 derrocó a
Luis Felipe. Se temió, por un momento, que se reprodujeran los tiempos de
angustia y de incertidumbre. El 17 de marzo el Padre Querbes juzgó oportuno
prevenir a los religiosos por medio de una carta circular: “No podemos saber
todavía si es la espada de la justicia o es la de la misericordia, la que la
Providencia tiene suspendida sobre nuestras cabezas”. Les daba instrucciones prácticas para el caso
de que fueran expulsados de las escuelas. Les invitaba sobre todo a la
prudencia y a poner su confianza en la Providencia. Unos meses más tarde
reconocerá apuros: “Hubo un momento tan inquietante que estaba dispuesto a
enviar el mayor número posible de religiosos al extranjero” (4 de julio de
1848). De hecho, solamente dos escuelas tuvieron que cerrar sus puertas. Otras
conocieron algunos momentos de miedo, pero sin consecuencias.
A
los días de revolución siguió un clima de euforia, aparentemente fraternal. Se
vieron crecer por todas partes árboles de la libertad, bendecidos por el clero
con gran repique de campanas y de marsellesas.
Pero el suelo de la fraternidad universal se desvaneció en unas jornadas
sangrientas que tuvieron lugar el mes de junio en París. El resultado fue una
réplica moderada que la burguesía se apresuró a monopolizar.
Ningún
documento indica si el párroco de Vourles tuvo que bendecir un roble o un olmo.
Legitimista como era, hacía una lectura demasiado pesimista de la historia
inmediata. El 4 de julio , apenas conocidas las noticias de París, escribía:
“En estos tiempos desgraciados hay que vivir día a día. La tierra tiembla bajo
nuestros pies. Sin duda habéis tenido noticia de las horribles jornadas de San
Juan en París. Esta desgraciada ciudad, donde bajo el nombre de progreso, de
las luces y de la civilización, se han halagado, durante tanto tiempo los oídos del pueblo con teorías
absurdas realzadas por el brillo del lenguaje, ahora acaba de pagar su deuda a
la justicia de Dios”. Y el 8 de julio: “Parece que actualmente los días malos
se alejan y se puede presumir que la religión pasará sin persecución violenta.
Pero la fe y las costumbres languidecen en medio de este
desbordamiento general de ideas locas y de malvadas pasiones”.
La
burguesía, que había tenido miedo, se volvió hacia la Iglesia que le parecía
capaz de mantener el orden social y de predicar al pueblo la obediencia. De
este pánico nació entre otras medidas, la Ley Falloux que favorecía
especialmente la enseñanza religiosa y congregacional.
El
proyecto de ley dio lugar a un importante trabajo preparatorio llevado a cabo
por una comisión extraparlamentaria de la que uno de los responsables era un
lionés, Claudio Luis Michel. Éste conocía al Padre Querbes y fue una de las personas consultadas sobre las
escuelas normales, los instructores, la enseñanza, etc. El Padre Querbes
responde sin ambages y sus respuestas no sorprenden demasiado, viniendo de un
sacerdote formado bajo la Restauración, que había trabajado por frenar las
escuelas mutuas y que había tenido que quejarse de la vigilancia ejercida por
la universidad. Es partidario de que la Iglesia ejerza cierto control sobre la
enseñanza.
El
15 de septiembre de 1850, invocando el beneficio de la nueva ley, el Padre
Querbes pidió que la Congregación fuera autorizada para todo el territorio
francés. Esta petición provocó una encuesta entre los rectores de las academias
donde había Clérigos de San Viator. Sus detallados informes indican que las
clases se mantienen habitualmente de un modo satisfactorio y que los maestros,
en general, son aptos. No todo es perfecto, pero tampoco hay notas demasiado
discordante. El 15 de marzo de 1851 el Consejo Superior de Instrucción Pública
autorizaba a la Congregación para enseñar en toda Francia.
EL DIRECTOR PRINCIPAL DE LOS HERMANOS DE SAN VIATOR
Para
responder a las peticiones de apertura de nuevas escuelas, el Padre Querbes
reducía a veces la formación de los religiosos. También aceptaba con demasiada
facilidad algunos establecimientos, sin asegurarse de que las condiciones
financieras serían correctamente mantenidas. Sin embargo, ya había sido
prevenido. Ya en 1839 el Padre Brumauld le había aconsejado: “Escríbame, para
alegrarme el alma, que su viaje acaba de tener como resultado,
no establecimientos nuevos, ni siquiera uno más, sino buenos acuerdos con algún
obispo, para confiarle buenos sujetos que Usted formará por cuenta de él y
cuyos servicios podrá después aprovechar”. Y algunos meses más tarde: “Sí,
empéñese con tesón en no tener más que buenos sujetos, bien hechos a su medida y
manténganse con firmeza, sobre todo en formarlos bien. Me temo que, a pesar de
todo lo que le digo, será tentado más por la caridad que por la calidad”(2 de
mayo de 1840).
Es
verdad que hubo deficiencias. La Congregación crecía. Los Hermanos iban a los pobres
y soportaban las consecuencias de esto, vivían pobremente. Incluso llegó a
ocurrir que en Vourles se murmuraba de la comida diaria. Aunque las escuelas
eran casi todas comunales, lo cual quiere decir que los municipios pagaban
teóricamente lo previsto por la ley, sin embargo, la situación no era muy
boyante.
A
medida que crecía la Congregación exigía de su superior una atención mayor,
negociaciones con los párrocos, con los alcaldes, correspondencia con los
religiosos, visitas a las escuelas. Todo esto acaparaba el tiempo del Padre
Querbes.
En
1840 Hugo Favre fue ordenado sacerdote. Era vicario de la parroquia y de la
Congregación. El Padre Querbes dice de él: “siempre le ha asustado la
proximidad de las sagradas órdenes. Su exactitud es perfecta, su aptitud más
que suficiente, pero su carácter indeciso le quita la energía que necesitaría
emplear de vez en cuando” (10 de febrero de 1839). El Hermano Liauthaud en
Vourles, el inconstante Padre Faure en Nevers, dirigían las casas de formación.
Al superior le faltaban buenos lugartenientes que hubieran podido sostenerle,
aconsejarle, incluso sustituirle durante sus ausencias. La Congregación no
carecía de estas personalidades: Juan
Pedro Blein, Claudio Robin, Juan Pedro Archirel, Juan Clavel y otros, pero eran
necesarios como directores de escuelas y eran Hermanos.
Efectivamente,
los estatutos reservaban la dirección de la Congregación (director principal y
vicario)y la de los establecimientos principales(dirección y formación de una
región determinada) a sacerdotes. “Los
sacerdotes catequistas son también religiosos, había precisado el Fundador,
serán pocos y se ocuparán de la dirección de establecimientos principales de la
Sociedad y de predicaciones puramente doctrinales y catequéticas”.
Había
esperado que algunos sacerdotes diocesanos se juntarían a su obra. Los
sacerdotes Faure, Morin, Chevalier lo hicieron, pero su adhesión a la Sociedad
fue breve, con limitaciones. En cuanto a pedir a los Hermanos que recibieran el sacerdocio no era tan simple: ¿Tenían la
formación teológica requerida y para empezar, el dominio del latín? Además ¿ no
se corría el riesgo de crear vanas esperanzas en algunos? “ Por regla general,
indicaba el Padre Querbes al Padre Faure, no demos a nadie la esperanza de llegar
al sacerdocio y no dirijamos a este fin más que a aquellos que ya han hecho su
prueba en la Sociedad”. Los Hermanos Chargeboeuf y Gonnet serán ordenados con
el fin de ser superiores de las obediencias de Ternes y de Rodez.
Por
otra parte, esta falta real de gente que
le secundara, se acomodaba bastante con el carácter vivo y entero de un
superior habituado a trabajar mucho. Pero esto traía malas consecuencias para
la dirección de la Congregación. Todo pasaba por el superior. Y como ocurría
que a veces estaba desbordado, el correo debía esperar. Ahora bien, en aquella
época se escribía mucho. En 20 años, 1839 a 1859, le fueron dirigidas más de
8.300 cartas. Estaba demasiado ocupado;
solamente en este año de 1849, además de estar ocupado por sus funciones
normales, hizo un viaje a Argelia, respondió extensamente a la encuesta
preparatoria a la Ley Falloux, predicó un retiro a las Hermanas de San Carlos,
acabó un Ordo perpetuo (calendario
litúrgico) que comprendía 35 fascículos correspondientes a las diversas fechas
de Pascua, y nos limitamos únicamente a las actividades que han dejado
testimonios escritos. También escribía a los religiosos...Muchas cartas no se
han encontrado. El cierre de las escuelas, la laicización debida a las leyes
Ferry, las expulsiones de 1903 han desbaratado los archivos. Necesitaba animar
a los religiosos, calmar los espíritus, porque la cohabitación con un sacerdote
o con otro religioso podía pasar por fases sensibles, arreglar un número enorme
de problemas concretos, etc. Si quisiéramos buscar una constante en las cartas
que se conservan, se podría subrayar la preocupación por conservar muy vivo el
fin primero de la Sociedad, los consejos que da a los directores para que
tengan cuidado de sus Hermanos y la preocupación por tranquilizar los espíritus
que el rigorismo religioso del tiempo podía inquietar
2.3 Preguntas personales:
1.- ¿Has pasado momentos en que tus planes se
hacían humo? ¿Qué experimentabas?.
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2.- Si vieras que se te viene encima una crisis
económica ¿Que harías ?
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3.- ¿ Has sentido el apoyo del Señor en momentos
difíciles? ¿Cómo lo has vivido?
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4.-¿ Has experimentado la ayuda de la Divina
Providencia? ¿Cuándo?
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5.- ¿ Cómo te consideras con las cosas de este
mundo? ¿Apegado? ¿Desprendido?
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2.4 Complementación Doctrinal:
...Leyendo los escritos del P. Querbes, viendo
sus reacciones, siguiendo las etapas de la fundación, no podemos menos de
rendirnos a la evidencia: funda su proyecto sobre un imperativo " anunciar
a Jesucristo" o como él mismo lo dice: "evangelizar a Jesucristo".
Las
sucesivas redacciones de los estatutos son claras: la sociedad que ha imaginado
y que funda será para enseñar "la doctrina cristiana", según la
expresión del tiempo. Incluso en los estatutos aprobados por el poder civil y
que son los de una asociación de maestros, se desliza una referencia explícita
a esta exigencia. Después de enumerar las materias profanas que deberán
enseñarse a los postulantes, el P. Querbes hace esta mención:" se les
instruirá sobre todo en la doctrina cristiana, de la que deberán tener un
conocimiento profundo, ya que ellos mismos están destinados a dar lecciones de
ella". A partir del verano de 1833, el P. Querbes resume el fin de la
sociedad en esta fórmula que el Arzobispo y el Papa ratificarán y que seguirá
siempre vigente: "La enseñanza de la doctrina cristiana y el servicio del
santo altar". Y lo explicita en el artículo 4 de los estatutos cuyo núcleo
es. "Sea cual fuere la vocación particular del catequista... en cualquier
lugar en que se encuentre, no deberá descuidar ninguna ocasión de anunciar a
Jesucristo, sobre todo a los pobres..."
El
hecho de que el P. Querbes se sitúe en la fuerte corriente de recristianización
que caracteriza a Francia en la primera mitad del siglo XIX y de la que se
sabe, por otra parte, que arrastraba algunas escorias, no mancilla el fin que
ha asignado a los catequistas. La caridad pastoral del párroco de Vourles ha
sido tocada:" La Revolución había hecho desaparecer, observa, hasta los
vestigios de los elementos que procuraban la educación cristiana de los pobres
en las parroquias..." Y no se queda satisfecho con observar:" Una
institución importante es reclamada desde hace mucho tiempo ante la necesidad
inminente de instrucción religiosa, de la que las pequeñas parroquias de pueblo
están privadas, y por el deseo de gran número de párrocos...". Y se ofrece
para animar esta institución. Sus observaciones, sus proyectos, no son
motivados por la política sino por una constatación dolorosa: "Los niños
reclaman pan: y nadie se lo da" (Lam. 4,4,).
En
la presentación que hace de la Sociedad, el P. Querbes va a lo esencial.
Solamente dos citas. El 20 de junio de 1838, ante Gregorio XVI: "Son Catequistas y enseñan la Doctrina
Cristiana, sacada principalmente del catecismo romano, en las escuelas inferiores
de los pueblos, y también en los talleres que estos asociados están destinados a dirigir y en las predicaciones
de los nuestros y, en resumen, en toda ocasión. "A nuestro siglo impío y
soberbio, es necesario en primer lugar enseñarle Doctrina". El 16 de marzo de 1841, ante los Rectores
temporales de la obra de San Viator, algunos seglares que ayudaban
financieramente a la Sociedad :" Se trataba. de poner junto a los pastores
un catequista especialmente encargado de la enseñanza de la doctrina cristiana
a los niños y del cuidado de los santos altares".
Solamente
en estas dos citas, ya vemos en cada caso el nombre que identifica los miembros
de la Sociedad: Catequistas. Esta
denominación es única para la época. En 1928 se fundará una Congregación de Catequistas para los pueblos. Algunas
raras instituciones inscriben en su frontispicio las palabras Doctrina cristiana (los hermanos de las
escuelas cristianas son entonces llamado así; los padres de la doctrina
cristiana fueron fundados en 1592) o instrucción
cristiana. Si el término catequistas es poco o nada usado en la época, es porque en aquel
tiempo no existía la función tal como la conocemos actualmente. Sin duda se
enseñaban los rudimentos del catecismo a los niños; pero quien lo hacía era el
sacerdote en la iglesia. El catequista es un sacerdote y, desde luego, no un
seglar. En
toda ocasión, el P. Querbes recuerda a los miembros de la sociedad el nombre
que llevaban y la obligación que tienen de vivirlo: "Importa, a cualquier
precio, justificar el nombre que distingue a nuestro instituto en la Iglesia,
escribe en el comentario de los estatutos, el estudio y la enseñanza de la
doctrina cristiana: esta es nuestra vida". Y cuando habla a los
religiosos, los designa raramente por las sencillas palabras de clérigo, religioso, hermano; lo hace más
bien por denominaciones más significativas de: Hermanos de San Viator,
Clérigos de San Viator, Clérigos Parroquiales. Pero, la palabra que repite
con más frecuencia es la de Catequista.
Un
detalle más, pero significativo para el P. Querbes. El 12 de junio de 1833,
envía una súplica a Roma para pedir que la Sociedad de Catequista sea filial de
la archicofradía romana de la Doctrina cristiana. En febrero del año
precedente, se había ya redactado un texto cuando la Sociedad estaba en los
balbuceos de los primeros meses. Recibirá una respuesta favorable, a la que
parece haber dado mucha importancia, porque ha copiado el rescripto de la Santa
Sede en el Libro de oro de los
documentos vitales para la Sociedad, inmediatamente después de las Letras apostólicas y de la Orden real de aprobación. El acta romana
figurará también en el comentario de los estatutos. Para el P. Querbes, que
conocía bien la historia de la Iglesia, afiliar la Sociedad naciente, no era
solamente obtener para ella una parte del tesoro de las indulgencias, era
injertarla en una corriente nacida como consecuencia del Concilio de Trento y que quería propagar el catecismo, la
doctrina cristiana.
¿Cómo
se puede imaginar que hoy y, seguramente mañana menos aún, que anunciar a
Jesucristo pierda urgencia? Que el envío a la misión "id por el mundo
entero, proclamad el Evangelio a todas las criaturas" (Mc 16,15), cese de
imponerse? ¿Cómo se podría imaginar que anunciar la Buena Noticia, vivirla,
ayudar a vivirla, ser sus testigos, pueda dejar de ser la misión de toda vida
religiosa? Hoy y mañana, los religiosos, lo mismo que los demás bautizados,
tienen y tendrán que ajustar el modo de leer el Evangelio aun mundo que se
renueva y permanece. Tendrán que evangelizar a los pueblos que no conocen
todavía a Jesucristo, como lo han
hecho siempre. También tendrán que evangelizar a las antiguas sociedades que en
otro tiempo fueron cristianas y ahora se han secularizado; mundo, en parte
defraudado, indiferente, escéptico y poco creyente, donde "cada uno
chapucea su cocktail religioso", donde el conocimiento que los
jóvenes tienen del cristianismo, o de cualquier religión, viene por el canal de
los medios de comunicación, de la televisión, del cine o de algún pasaje de los
libros escolares, con todo lo que esta información lleva consigo de
simplificación, desviación y lagunas."
(El carisma de Luis
Querbes inspirador del Mañana)
R. Bonnafous. c.s.v.
3. TRABAJO
GRUPAL
- Oración
de comienzo.
- Dinámica
de grupo.
- Puesta
en común del trabajo personal y lo leído.
- Oración
final espontánea...compartida.
4.
EVALUACIÓN
1.- ¿ Quién fue el primer maestro de novicios de
la Congregación ?
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2.- ¿ De qué forma influyen los jesuitas en los
inicios de la Institución?
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3.- ¿ Cómo se llama el primer religioso que murió
en la Congregación ? ¿Qué sucedió?.
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4.-¿ Cuál era la actitud del P. Querbes en las
dificultades económicas ?
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