lunes, 16 de noviembre de 2015

CAMINANDO CON LUIS QUERBES 11

11

"FUNDAR MÁS ALLÁ DE LOS MARES".

1.      OBJETIVOS :

-           Conocer las primeras misiones y misioneros
-           Conocer y valorar las actitudes de los primeros enviados.
-           Valorar el espíritu misionero del P. Querbes.
-           Conocer los inicios de las Provincias de Canadá y Estados Unidos.

2.      TRABAJO PERSONAL


2.1  Oración:

            - Lee el siguiente texto:

            " Nuestra misión se encarna en una acción que es presencia y es participación en la vida de nuestro tiempo. Nos induce a crear con ellos nuevas condiciones de vida, signos del Reino futuro.

           Nuestro trabajo apostólico será tanto más fructífero cuanto mejor testifiquemos, por nuestra vida profesional y comunitaria que, para nosotros, el Evangelio es prioritario en la formación del hombre y en la construcción del mundo. Esta adhesión a Cristo y a los valores evangélicos debe ser signo de esperanza y fuente de plenitud.

            El Clérigo de San Viator, sea cual fuere su edad, activo o jubilado, es invitado a vivir esta función profética. " (Const.N° 10).


            OREMOS :

            Oh, Dios, que te has dignado elegir a San Viator para ser guía de la juventud. Y para ser modelo de jóvenes y adultos!

            Te suplicamos que siendo fieles a nuestras promesas del bautismo, nunca decaigamos de la dignidad de hijos tuyos a la cual nos has elevado.

            También te rogamos, Señor, nos concedas, por intercesión de san Viator y para glorificación del P. Luis Querbes, el favor que durante este tiempo te imploramos. (Hacer la petición).

            Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


2.2.  Lee el siguiente documento. 

Subraya lo que más te llama la atención.

            Si Luis Querbes había sido ordenado por Monseñor Dubourg, un lionés Obispo de Luisiana, si su condiscípulo Monseñor Loras era Obispo en Estados Unidos, no era por casualidad. El dinamismo de los católicos lioneses no se manifestaba solamente en las múltiples iniciativas al servicio de la diócesis, iba más allá de los mares.

            Paulina Jaricot, aún permaneciendo a la sombra de Fourviére, tuvo la idea sencilla e ingeniosa de recoger monedas “para las misiones” que en 1822 se convirtió en la Propagación de la Fe. La obra, aunque se mantenía materialmente de personas y obras en países de misiones, cultivó y desarrolló el sentimiento misionero de los católicos de Lyón y de otros pueblos.

            También los Catequistas fueron a fundar a tierra lejanas.

1841. SAN LUIS (MISSOURI)

            El 3 de febrero de 1838 el Padre Querbes escribía al Padre Faure: “Preocúpese, le ruego, de alimentar y animar las buenas disposiciones del Señor Archirel y en general el celo por las misiones. Algo que me gustaría que hiciéramos más adelante, sería ir a Argelia a catequizar a los árabes. Pero por ahora coloquemos los fundamentos sólidos del edificio; otros lo terminarán”. ¡Tiene una veintena de catequistas y ya está pensando en las misiones! Hace solamente 8 años que Francia desembarcó en Argelia y no ocupa en ella más que una pequeña banda de tierra. ¡Abd-el-Kader sigue con sus correrías y el Padre Querbes quiere ir a catequizar a los árabes!.

            A veces los sueños se hacen realidad. Monseñor Rosati. Obispo de San Luis (Missouri), estaba al frente de una gran diócesis en un territorio pionero cuya población crecía rápidamente. Las necesidades eran a la medida de la diócesis. Algunos sacerdotes irlandeses, belgas, franceses vivían ya allí, entre ellos algunos lioneses, como el sacerdote Fontbonne. También habían ido algunas congregaciones, como las Hermanas de San José de Lyón. El Obispo buscaba Hermanos de la Enseñanza. Por mediación del sacerdote Fontbonne quiso que el Sr. Cholleton se lo pidiera a los Hermanos de María. Éste le sugirió más bien a los Clérigos de San Viator, puesto que los Hermanos de María estaban a punto de fundar en Oceanía. Monseñor Rosati, no conociendo ni a unos ni a otros, aceptó y propuso que dos americanos vinieran a Francia a formarse en el espíritu de la Congregación para volver después al país con algunos Hermanos franceses. Por eso en junio de 1839 llegaron a Vourles Alejandro McDonald, un irlandés de 41 años, maestro de profesión y Guillermo Shepherd, un joven recientemente convertido. Hicieron su noviciado, pronunciando sus votos un año después. Aprendieron el francés y dieron lecciones de inglés al Padre Querbes que intentó traducir al inglés los estatutos de la Congregación.

            El envío de los Clérigos de San Viator a Estados Unidos hubiera debido hacerse en 1840, pero el Padre Querbes no tenía los recursos necesarios y el crédito de Monseñor Rosati en la Propagación de la Fe era de 7.000 francos cuando el Padre Querbes pedía el doble para el equipo, el viaje y el mantenimiento de los religiosos durante su primer año.

            El Obispo de San Luis, de viaje a Europa, pasó por Lyón durante el verano de 1841. Vino a Vourles y se entendió con el Padre Querbes respecto a la instalación de los Hermanos en su diócesis. Les dio un terreno que le pertenecía fuera de San Luis para que abriesen allí el noviciado. Ellos se encargarían de una escuela en la misma ciudad. Para esta fundación el superior había designado además a los hermanos McDonald y Shepherd a los Hermanos Antonio Thibaudier, Francisco Teresa Lahaye, Pedro Pavy y Fermín Lignon. Antonio Thibaudier, 26 años, el superior del grupo, era originario de Vourles y ya había comenzado sus estudios sacerdotales. Pavy, 33 años y Lahaye, 25 años, justo terminaba el noviciado. Lignon, 28 años, lo había iniciado en abril de 1841. El sacerdote Fontbonne aceptó ser el garante eclesiástico de la pequeña comunidad de San Luis.

            Partieron de Vourles el 21 de octubre de 1841. Los viajeros fueron a Fourviére para poner la misión bajo la protección de la Virgen María. Embarcaron en el Havre el 4 de noviembre y dos meses más tarde recalaban en Nueva Orleans.

            Monseñor Rosati  volvió a Estados Unidos, pero a Filadelfia, para consagrar a su coadjutor Monseñor Kenrik. De allí pasó a Santo Domingo y después a Francia donde murió más tarde. Por consiguiente, no volvió a San Luis. Monseñor Kenrik acogió amablemente a los viajeros, pero no sabía demasiado qué hacer con ellos y no tenía terreno para darles, ni trabajo que ofrecerles. El Hermano McDonald volvió a la escuela que dirigía antes de venir a Francia. El Hermano Shepherd se encargó de la sacristía de la catedral y del huerto del Obispo. Los cuatro franceses fueron a la casa cural de Carondelet, cerca de San Luis, donde se encontraba el sacerdote Fontbonne. Tuvieron serios problemas de salud y de carácter en particular el Hermano Lignon. El sacerdote Fontbonne creyó conveniente separarse de él, cosa que no estaba prevista en los poderes que le había delegado el Padre Querbes. El Hermano Thibaudier se opuso. Las relaciones entre ambos se hicieron tensas.

            Más tarde la cosas se sosegaron. El Hermano Thibaudier ingresó en el seminario. El Hermano Lahaye abrió una escuela en Carondelet. Pero en octubre de 1843, el sacerdote Fontbonne, celoso de su autoridad, acabó por devolver al Padre Querbes los poderes de su autoridad eclesiástica y rompió con los Clérigos de San Viator. Monseñor Kenrik acogió a la pequeña comunidad en su casa. Los Hermanos abrieron una escuela gratuita y se ocuparon un poco más de la sacristía de la catedral. El Hermano Lahaye entró también a su vez, en el seminario. El Hermano Thibaudier fue ordenado sacerdote (1844) y se le confió la parroquia de Carondelet, que el sacerdote Fontbonne acababa de abandonar. El Hermano Pavy ingresó en los Lazaristas. El Hermano McDonald, que tenía espíritu un poco exaltado, se le puso en la cabeza que tenía que fundar una comunidad y desapareció de San Luis. En 1846, el Hermano Lahaye recibió el sacerdocio en Carondelet y volvió a constituirse la comunidad.

            Parece que Monseñor Kenrik jamás tuvo proyecto para estos religiosos, si no era el de hacer de ellos los sacerdotes diocesanos que necesitaba. El Padre Thibaudier había pedido varias veces al Padre Querbes que le enviara refuerzos, pero ante lo inseguro de la fundación el superior no accedió a sus deseos.

            Cuando supieron que otros Clérigos de San Viator se habían instalado cerca de Montreal, los padres Thibaudier y Lahaye fueron a su encuentro, en agosto de 1847, dejando al Hermano Shepherd como encargo de arreglar sus asuntos antes de venir a reunirse con ellos. Es posible que el Hermano Shepherd pusiera los asuntos en orden, pero no fue a Canadá.

1844. SIRDHANAH (INDIA)        

            Recordemos que en 1844 los Clérigos de san Viator estaban amenazados con tener que replegarse a los tres departamentos para los que había sido aprobada la Sociedad.

            En el mes de julio de este mismo año, Monseñor Borghi, un capuchino italiano Obispo de Agra, en la India, vino a Lyon para visitar a las hermanas de Jesús María que dirigían un pensionado en su diócesis. El Sr. Cholleton lo derivó hacia el Padre Querbes. El Obispo, cuya diócesis se extendía por todo el río Ganges, pidió inmediatamente seis religiosos para dirigir un colegio en Sirdhanah (provincia de Agra). El colegio debía tener un pensionado para los jóvenes ingleses e irlandeses, a los que se daría “una educación esmerada” y, además, una “providencia” para los indús. El Obispo prometía 4.500 francos anuales.

            Se embarcaron en Marsella el 4 de octubre de 1844. Antes de la partida, Monseñor Borghi juzgó prudente devolver al Hermano Chavanne a Vourles. Pasando por Alejandría, Suez (todavía no existía el canal), el Mar Rojo y el Océano Indico, llegaban a Bombay el día 22 de noviembre. Después de otros dos meses de un viaje duro a través de la India, llegaron por fin a Sirdhanah el 29 de enero de 1845.

            Pero el Obispo se quejaba: “ Mi querido Sr. Querbes, es imposible que con tales sujetos y con un espíritu como éste, el establecimiento de Sirdhanah pueda marchar bien. No hay entre estos Hermanos ni uno solo que tenga cierta estabilidad” (12 de septiembre de 1846). Efectivamente, uno tras otro se fueron retirando. El Padre Mermet se quedó durante algunos años solo, volviendo a Francia en 1853. Parece que el Padre Querbes lo recibió con estas palabras: “Padre Mermet, ¿qué ha hecho usted de mis hijos?”. Después pasó al clero secular. La misión no  pudo seguir adelante.

1847. LA INDUSTRIA (CANADÁ)

            En 1840, Monseñor Ignacio Bourget fue consagrado Obispo de Montreal. Su preocupación le impulsaba a buscar una personal sacerdotal y religioso cualificado para su diócesis en plena expansión. En 1841 fue a Roma para arreglar cuestiones que concernían a la administración eclesiástica del sur de Canadá. Aprovechó su paso por Francia para explorar en las diócesis y congregaciones de enseñanza, hospitalarias o misioneras. Pocos sacerdotes seculares fueron a Canadá, pero Monseñor Bourget obtuvo Oblatos de María Inmaculada (1841), jesuitas (1842), Damas del Sagrado Corazón (1842), Hermanas del Buen Pastor (1844) y unos años más tarde Padres de la Santa Cruz y Clérigos de San Viator.

            En 1844 el Señor Hudon, vicario general de Monseñor Bourget, hizo a su vez un viaje a Europa. Visitó al Padre Querbes que le dio cierta esperanza sobre algunos religiosos y le entregó los estatutos de la Sociedad. De vuelta a Montreal el Señor Hudon recordó al Padre Querbes su compromiso. El 22 de enero de 1845 el Padre Querbes accedió a enviar cuatro religiosos a Canadá. El Señor Hudon, el 10 de junio siguiente, precisó para qué llamaban a los Clérigos de San Viator: dirigir un establecimiento en “un hermoso pueblo” donde “un rico señor de este país” había hecho construir “una preciosa casa de piedra, de dos pisos, de 80 pies de largo por 40 de ancho (26 metros x 13)”. Indicaba además que su agente en París adelantaría los fondos necesarios para el viaje.

            Don Bartolomé Joliette, el rico señor, explotaba la madera y había instalado un centro industrial, L’Industrie, a orillas del río Asunción, a unos 70 kilómetros de Montreal. El Sr. Joliette quería abrir allí un colegio que impartiera lo que hoy llamaríamos una enseñanza técnica. Además de las materias elementales (lectura, escritura, aritmética) habría que enseñar la geometría, el arte de diseñar planos y presupuestos de construcción, algunos oficios”(carta del Señor Hudon), “algunas nociones de química, de mineralogía, de botánica y de agricultura”.

            El Padre Querbes tardó en responder. Como Monseñor Bourget debía ir a Francia, el Sr. Manseau propuso que los Hermanos no partieran antes que el Obispo hubiera venido a Lyón para “asegurarse mejor de sus disposiciones, de sus cualidades y de la buena voluntad de acomodarse a las exigencias de nuestra localidad” (23 de agosto 1846).

            Efectivamente, Monseñor Bourget pasó por Vourles en la primera quincena de diciembre. El Padre Querbes le impresionó. “Viéndole, escribe al Sr. Manseau, me he llenado de afecto y de respeto hacia este servidor de Dios. Se entendió con él en los detalles de la futura fundación. Vio también a los religiosos. Un rasgo contado y sin duda embellecido por  la tradición oral, nos lo muestra dirigiéndose a la comunidad reunida y preguntando: ¿Quiénes son los que quieren venir conmigo a Canadá?” Todos levantan la mano menos uno. Era un religioso cercano a los cuarenta, sólido, con aspecto un tanto huraño. El Obispo le señaló con el dedo: “¡A usted elijo!” Se llamaba Esteban Champagneur. Por consiguiente, la aceptación de esta fundación por parte del Padre Querbes en 1844 no había sido más que un asentimiento de principio, ya que dos años más tarde los religiosos que debían partir no habían sido aún elegidos.

            El hermano Champagneur fue designado superior de la fundación. Tenía 39 años. Después de haber hecho dos años de seminario y enseñado en diversos colegios había entrado en el noviciado en 1844. Al presentarlo a Monseñor Bourget, el Padre Querbes decía de él: “ Es frío en apariencia y un poco melancólico. Tiene necesidad de ser animado y prevenido contra los escrúpulos”. El Hermano Champagneur había pensado ir a la Trapa e incluso lo había intentado. Juntamente con él partían el Hermano Agustín Fayard, 26 años, apreciado director de la escuela de Vourles y el Hermano Luis Chretién, 25 años preparado para impartir enseñanza técnica. El Padre Querbes los encomendaba a la benevolencia del Sr. Manseau.

            La partida tuvo lugar el 19 de abril de 1847. El 22 de mayo desembarcaron en Nueva York y remontando el río Hudson llegaron a Montreal el 27 de mayo. Dos días después estaban finalmente en La Industria. Su primera impresión fue buena: “Les diré que éramos esperados y muy deseados en el pueblo, y hemos sido bien recibidos”. Los tres Hermanos tomaron la dirección del colegio que llevaba el nombre de su creador, “Colegio Joliette”. Abrieron un noviciado en julio del mismo año. En agosto recibieron el refuerzo muy apreciado de los padre Thibaudier y Lahaye. La fundación estaba en marcha.

            El grupo creció y los sucesivos ingresos de jóvenes religiosos canadienses permitieron fundar escuelas en Sainte- Elizabeth, en Berthier, aceptar la dirección del colegio de Chambly, después el colegio de Rigaud, ocuparse de la parroquia de Saint-André d’Argenteuil. En 1855, un sordomudo de la Lorena, José María Jung, formado en una institución especializada de Lyón, se hizo clérigo de San Viator y fue a Montreal a poner en marcha la institución de sordomudos de esta ciudad. Tuvo un éxito rotundo.

            No todo fue fácil. Como los franceses vivían con canadienses hubo algunas incomprensiones. Pero esto no afectó ni al grupo ni al futuro. Personalidades sólidas asentaron la fundación.

            La fundación naciente tuvo la suerte de encontrar un apoyo, que es lo que había faltado a las de San Luis y Sirdhanah: el apoyo de los eclesiásticos. Incluso tuvo uno, el Sr. Manseau, cuya autoridad fue alguna vez un poco rígida. Con algunos prejuicios antifranceses vigiló de cerca a los que llegaban e influenció para que la fundación se “canadianizase” rápidamente. Los Clérigos de San Viator se beneficiaron sobre todo de la sabiduría y la autoridad del Obispo de Montreal, el cual se encontraba demasiado lejos para dirigir una comunidad en un medio desconocido para él. Y si algo o alguien vacilaba, el Padre Querbes recordaba a Monseñor Bourget lo que esperaba de él: “Le pido de rodillas que añada esta gracia a tantas otras, la de una dirección firme, precisa e inmediata a nuestros Hermanos del Canadá y sobre todo a su superior, a quien yo acabo de escribir que no haga nada de cierta importancia sin permiso de Vuecencia”. (17 de febrero de1857)


            El Padre Querbes hubiera deseado visitar a los Hermanos de Canadá. El Cardenal  de Bonald  le negó el permiso, por lo menos dos veces (1825-1855), a pesar de que la segunda petición fuera apoyada por Monseñor Bourget. El Padre Querbes tuvo que limitarse a escribir dos circulares. Él que normalmente escribía con un estilo frío, lo hizo con palabras afectuosas. Lo hizo sin insistir en la razón de que no le habían permitido el viaje: “Este deseo tan ardiente, dictado por tantos motivos imperiosos, la Providencia no me ha permitido satisfacerlo y me veo reducido a colmar la distancia que nos separa, con la expresión de algunos pensamientos que confío a la fidelidad de vuestros recuerdos y a la asiduidad de vuestras reflexiones” (14 de noviembre de 1855). Pero las palabras, por justas que sean, jamás pueden sustituir el calor de un encuentro.

            El contexto en el que se había desarrollado la fundación canadiense, la autonomía que tomó respecto de Vourles, la influencia de las personalidades que acompañaron sus proyectos, le dio ciertas características que la distinguieron de la provincia madre desde los primeros años. Aunque no debemos sobrevalorar el término “colegio” (el de la Industria tenía 73 alumnos en 1851-1852, y 107 en 1856-1857), no fueron las escuelas de clase única en las “aldeas retiradas” las que se desarrollaron en Canadá. Nacieron comunidades más fuertes, más vigorosas que en Francia. Comunidades en las que los sacerdotes encontraron su puesto. El 2 de noviembre de 1849, Monseñor Bourget anunció al Padre Querbes: “Nuestro Hermano Champagneur es ahora un buen padre. Le he ordenado a pesar suyo, pero, finalmente, lo he conseguido”. Más tarde tuvieron lugar otras ordenaciones. En 1859, de los 45 religiosos franceses y canadienses seis eran sacerdotes. En este tiempo en Francia, para un número cinco veces mayor de religiosos, había solamente dos sacerdotes.

            El pueblo de La Industria se convirtió en la ciudad de Jolliette y fue el hogar donde se desarrolló la provincia canadiense de los Clérigos de San Viator.

            Diez años después de haber soñado ir “a catequizar a los árabes”, el Padre Querbes hizo un viaje a Argel (febrero de 1849). Respondía a las invitaciones del Padre Brumauld, jesuita, que dirigía el orfanato y de Monseñor Pavy, un condiscípulo del seminario San Ireneo, que era Obispo de Argelia. Pero el Padre Querbes no juzgó el terreno suficientemente preparado para establecer en él una comunidad. Era también consciente de la escasez de recursos y sobre todo el poco personal apto para tal empresa. No hubo fundación en Argel. Era preferible consolidar lo que ya existía.


2.3  Preguntas personales:

            Relájate un momento y después responde con sinceridad las siguientes preguntas:

1.- ¿Podrías enunciar algunos de tus planes de futuro?

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2.- Si en estos momentos te pidieran ir fuera de tu patria a predicar el Evangelio, con ¿qué ánimo lo harías?.

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3.- Si sabes que tiene que salir de tu patria a evangelizar ¿ qué aspectos de tu vida trabajarías más?.

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5.- ¿ Qué sentimientos te afloran al pensar en tantos viatores que han dejado sus tierras para ir a otros países ?

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2.4  Complementación doctrinal.

            Clérigos parroquiales o catequistas de San Viator.

            El P. Querbes, al sentirse disgustado por no tener un hermano marista, sólo, para Vourles y al haber hecho la experiencia con Pierre Magaud, imaginó lo que los Catequistas de san Viator podrían aportar a las parroquias  privadas de recursos. A estas "aldeas atrasadas" aisladas y que viven apartadas del progreso naciente, destina los Catequistas.
Los pobres

            "Hace falta una educación religiosa, escribe el P. Querbes a Mons. Donnet, no solamente en las ciudades y en los pueblos donde los Hermanos de las Escuelas Cristianas pueden abrir numerosas escuelas, sino también en las más pequeñas parroquias donde solamente puede ir el maestro aislado. Es sobre todo esta laguna la que nuestra institución está llamada a colmar". Los catequistas están destinados a los pobres y van a buscarlos. No se fundará ninguna escuela en Lyon. Aunque se abran algunos pequeños centros, se trata de centros industriales donde la población conoce condiciones de vida mediocres o bien se trata de una obra en favor de los pobres ( la providencia de Dijón). Mirad en las últimas páginas de la Selección de documentos, los mapas (dibujados por Maurice Marcotte) las implantaciones viatorianas en tiempos del P. Querbes, encontraréis en ellas los nombres de pueblos o de aldeas desconocidas incluso para los franceses, en estas "aldeas apartadas". Hoy se diría con cierta malicia, agujeros.

            En 1844, los catequistas se habían dispersado por doce departamentos cuando habían sido aprobados solamente para tres. La administración había amenazado seriamente con obligarlos a volver a sus límites. Más que buscar bases donde replegarse en los países europeos, el P. Querbes elige las Indias. Y esta elección es muy significativa

            Las Letras Apostólicas confirman esta voluntad de ir hacia los pobres.

            La Palabra del Señor: "pobres, tendréis siempre, entre vosotros" (Jn 12,8) ¿ ha dejado de verificarse?. No lo reo. La pobreza más inmediata, la más llamativa, es la pobreza material. Pero no debemos olvidar que existen la pobrezas de las limitaciones físicas, sicológicas, afectivas, y que existen también las vidas privadas de sentido. Una gran percepción de la pobreza humana, una preocupación más fuerte por los pequeños va la par con la  búsqueda y la experiencia del Dios vivo. El ejemplo viene del Señor que ha elegido a los pobres, los pecadores, los excluidos de su tiempo para revelarles la ternura del Padre:" La frontera, la periferia - en los campos  económico, social y moral, religioso, etc.- es el lugar prioritario del anuncio de la buena Noticia del Reino". Quizá no tenemos que ir muy lejos para encontrar a los pobres, ni debemos vivir situaciones excepcionales : los pobres existen también en nuestros grandes colegios y en nuestras hermosas parroquias..."

                                                H. Roberto Bonnafous, "El carisma de Luis Querbes".


3.      TRABAJO GRUPAL

-  Oración de comienzo

-  Dinámica si procede.

-  Puesta en común de las respuestas al trabajo personal.

-  Oración final. (dar gracias, pedir perdón, pedir ayuda.)


4.      EVALUACIÓN.

1. ¿ Quién es Paulina Jaricot ?

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2. ¿ Qué obispo acogió a los C.S.V. en Estados Unidos ?

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3. ¿ Qué aconteció con la misión de la India ?

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4. ¿ Qué obispo acogió a los primeros C.S.V  en Canadá ? ¿ qué fundaron?

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5. ¿ Por qué no se realizó la fundación de Argel ?

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