domingo, 15 de noviembre de 2015

CAMINANDO CON LUIS QUERBES 9

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" APROBAR LA CONSOLIDACIÓN DE LA SOCIEDAD "


l.       OBJETIVOS :

-           Conocer el proceso de la aprobación Pontificia de los C.S.V.
-           Memorizar fechas de la aprobación Pontificia.
-           Reconocer virtudes humanas y espirituales del P. Querbes.
-           Valorar la obediencia al Papa del P. Querbes.
-           Valorar la Congregación como Instituto de Derecho Pontificio.

2.  TRABAJO PERSONAL

2.1 Oración :

            Lee el siguiente texto:

"... nuestra pequeña sociedad está construida sobre Pedro, el fundamento inquebrantable de la Iglesia, y participa de la estabilidad propia de aquellas instituciones que tienen el sello pontifical. Está entre las familias religiosas adoptadas y bendecidas por la Iglesia, y recibe la misión de propagar la celeste doctrina que asegura a los hombres la felicidad eterna. Tiene su puesto propio en las Congregaciones enviadas a hacer brillar la luz del Evangelio entre los pueblos."

                                                                   Circular del P. Querbes, 1855.

            OREMOS:

            Para que los niños y jóvenes aprendan con amor el catecismo.
            Para que se formen jóvenes de fe entera.
            Para que los jóvenes quieran la vida divina.
            Para que los jóvenes amen apasionadamente a Jesús.
            Para que la juventud se enamore de la castidad.
            Para que los jóvenes venzan el respeto humano.
            Para que los llamados a la vida viatoriana sean fieles a su vocación.
                                     ¡ DANOS RELIGIOSOS SANTOS !


2.2  Lee con el siguiente documento. 

Subraya o marca lo que consideres importante.

FEBRERO DE 1838.EL EXPEDIENTE PARA ROMA

            No es solamente “un decreto de alabanza” lo que el Fundador espera de Roma, es decir, una especie de reconocimiento de los fines de la Sociedad, sino más bien la aprobación definitiva de la Regla. Habitualmente la aprobación pontificia de los estatutos o de las constituciones no se realiza más que varios decenios después de la fundación de una congregación, una vez que ésta ha experimentado durante cierto tiempo. Para las noventa congregaciones masculinas fundadas en el siglo XIX y que todavía hoy existen, han pasado más de 50 años de media entre su nacimiento y la aprobación definitiva de sus reglas. Los Catequistas de San Viator no tienen aún siete años cuando el Padre Querbes solicita su aprobación.

            Por otra parte parece una empresa que humanamente podría calificarse de audaz e incluso un poco temeraria. También sus contemporáneos la consideraban así. Carlos Saulin cuenta que cuando partió para Roma, el Padre Querbes fue tratado de “presuntuoso y loco”. Su antiguo maestro Guido María Deplace le escribirá: “ ¿Se acuerda de las siniestras predicciones que hizo cierto Monseñor cuando usted marchó? Parece que con su terquedad natural quiere usted desmentir el oráculo. Se lo deseo. Nadie más interesado que yo por su éxito, pero sigo dudando aún”. “Presuntuoso”, “loco”, “siniestras predicciones”, un amigo que duda del éxito...No era demasiado animador.

            Dos amigos por lo menos no dudaron, el padre Francisco Renault, jesuita de La Louvesc escribe: “Va usted a Roma, ¡bendigo al Señor!. Este viaje será, lo espero, para su gloria y para el bien de la congregación de la que es Fundador”. Y el Padre Renault recomienda enseguida al Padre Querbes a muchos miembros influyentes de la Compañía de Jesús. Paulina Jaricot le confiesa su alegría cuando él le anuncia su viaje: “Estoy en extremo contenta por esta feliz aventura. ¡Vivan Jesús y María! ¡Qué bueno es embarcarse en tan amable compañía!. Ella también le recomienda a personas influyentes que conoce, como el Padre Pascal o la baronesa Kimski.

            Antes de ser enviados a Roma, los estatutos sufrieron una nueva revisión en el Arzobispado, en febrero de 1838. Desapareció lo concerniente a la cofradía. Recurrir a Roma ¿no era para el Padre Querbes una última esperanza, una nueva tentativa de hacer aprobar la idea original de la Sociedad?. No lo dice, pero en la práctica actúa así. Redacta con mucho cuidado en francés  y en latín un capítulo adicional sobre “los Catequistas seglares”: Su papel, sus obligaciones, los vínculos que deberán tener
con el director, están minuciosamente descritos allí. En julio de 1838, en la presentación que hace de los Clérigos de San Viator al Cardenal encargado de estudiar el dossier de aprobación, le indicará: “los asociados célibes componen la Sociedad regular (la Sociedad religiosa). Son sus estatutos los que se someten a la aprobación de la Santa Sede Apostólica. La otra clase de Hermanos, de cofrades seculares y piadosos catequistas, que podrían ser casados, no existe todavía. Pero habiendo reconocido el gobierno civil el derecho de dirigirlos sería muy bueno aprovecharse de ello.

            Parece que el Padre Querbes había intentado antes obtener la aprobación pontificia sin tener que ir personalmente a Roma. En el momento en que terminó el expediente, su estado de salud no le permitía realizar este viaje. El 19 de enero de 1838 escribía a Carlos Faure: “su firma (su compromiso en la Sociedad) cuando Dios le inspire que me la envíe me aliviará de una inmensa inquietud. Me parece que desde hace tiempo la muerte planea sobre mí. Entonces cantaría, con una satisfacción infinita, mi nunc dimitis”. En una carta del 5 de febrero aparece una breve carta al Sr. Cholleton en la que le devuelve los estatutos corregidos, confiesa: “No nos queda más que desear que la respuesta sea favorable y rápida. Después diré gustosamente mi nunc dimites, porque debo confesarle que formido mortis cecidit super me (me sobrecoge una pavor mortal). Hay que resolver un terrible problema de cálculo renal” escribe el 26 de febrero de 1838 y, un poco más tarde: “Estoy un poco mejor y acabo de hacer mi primera salida” (16 de marzo). Por consiguiente, el Padre Querbes trabaja su “dossier” junto al sufrimiento físico y moral, con la esperanza de un final feliz, que le habría permitido dejar en otras manos la responsabilidad de la Sociedad. Con todo, hizo este viaje.

21 DE SEPTIEMBRE DE 1838. LA APROBACIÓN PONTIFICIA

            Parte el 8 de mayo. Deja la parroquia y la dirección de la Sociedad en manos del Padre Faure. Pero éste sufre una operación en los ojos y no volverá a Vourles hasta julio. El sacerdote Tissut, vicario, le suplirá durante este tiempo y le escribirá largas cartas donde informa de la vida parroquial.

            El viaje de ida dura siete días. En Roma, como en otras partes, y, sin duda  más que en otras partes, no avanza nada si no se tiene santos en la corte. El Padre Querbes citará algunas personas que han favorecido sus trámites: “Los reverendos Padres Roothaan, general de la Compañía de Jesús, Rosaven, asistente de Francia, Villefort, sustituto del Secretario, Varue, penitenciario francés y franciscano conventual y Salvador Pascal, superior general de los misioneros llamados piadosos obreros” (10 de febrero de 1839).

            Merece mención especial el apoyo de la Compañía de Jesús. Los Padres Roothaan, Rosaven, Villefort son jesuitas; el cardenal Mai lo era antes de ser promovido. El Padre Querbes no dice explícitamente lo que debe a la Compañía de Jesús, pero quince días después de su llegada escribe: “Demos gracias al Señor por haberme puesto en contacto con los Padres jesuitas. ¡Qué hombres éstos! He aquí la primera orden religiosa y el modelo de todas las demás. Roguemos a Dios para que nosotros lleguemos a ser jesuitas abecedarios” (22 de mayo). Lo que no quería decir que los Clérigos de San Viator debían ser jesuitas a medias, sino que debían ser, en su dominio propio, las escuelas de niños, donde se aprende el abc, tan competentes y eficaces como los jesuitas lo son en su dominio, especialmente en los colegios.

            Su estancia en Roma comprende tres períodos de desigual duración. El primero va desde el 15 de mayo hasta primeros de agosto. Es el descubrimiento de la ciudad eterna, las visitas de cortesía, la presentación de la Sociedad, la primera audiencia concedida por el Papa Gregorio XVI y el trabajo con los miembros de la Sagrada Congregación para los Obispos y Regulares.

            El segundo período abarca el mes de agosto, un mes de pruebas. El 3 de agosto, los miembros de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares se reúnen y estiman que debe diferirse la aprobación de los estatutos. Los catequistas dependen hasta el momento del arzobispo de Lyon, que recibe los votos de los religiosos, puede dispensar de ellos, tiene derecho a vigilar la administración, etc. En Roma, algunos artículos han sido modificados y ha desaparecido la referencia al Arzobispo de Lyon. Los catequistas pasan de un nivel diocesano a un horizonte universal de Iglesia. Los cardenales estiman que, al menos por cortesía, deben consultar a Monseñor de Pins y que le corresponde a él dar su beneplácito a la nueva versión de los artículos retocados. Lyon, por consiguiente, debe decir su palabra.

            El Padre Querbes esperaba una aprobación rápida. La decisión del 3 de agosto va contra su deseo de volver rápidamente a Vourles. El 6 de agosto escribe a Monseñor de Pins y le somete los cambios previstos, pidiéndole una rápida respuesta. Concluye la carta con estas palabras: "Entre las dificultades y los calores, acaban de hacerme pagar el tributo al clima de Roma”. Entre el fastidio de las contrariedades o del clima (este calor que ahoga), ¿qué es lo que más le ha abatido? El hecho es que está enfermo durante varias semanas y se ve obligado a abandonar Roma e ir a buscar un pequeño descanso en las alturas más templadas de las colinas albanas. A pesar de su estado y para avanzar su expediente, escribe a los Cardenales y al Papa. Sigue sobre todo creyendo en la Providencia. “Mi salud está deteriorada, una irritación de vientre me consume y me anonada. Ruegue a Dios por el pobre sacerdote francés que lucha aquí por asentar el fundamento de nuestra obra. Es el momento en que los obstáculos se elevan a la altura de las montañas, pero también  el momento en que Dios me concede la gracia de estar más decidido que nunca. In te; Domine, speravi, non confundar in aeternum ( A Ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado) Salmo 31,2 (9 de agosto).

            La respuesta de Monseñor de Pins va mucho más allá de lo que el Padre Querbes esperaba. El Arzobispo no solamente suscribe los cambios propuestos, sino que, incluso, acepta de antemano todos “cambios” y supresiones, todas las modificaciones que la Sagrada Congregación desee hacer a los reglamentos. Lo esencial es obtener de la Santa Sede esta aprobación que consideramos con razón la garantía de la prosperidad de los Clérigos de San Viator”(15 de agosto). Monseñor de Pins añade: “Dado que no pongo límites en mi respeto ante la  prudencia de la Santa Sede apostólica, si a su juicio hubiera algún otro título que cambiar, me someto de antemano a los cambios exigidos para acelerar, en lo que me concierne, la resolución de este asunto” (15 de agosto). Esta respuesta debió suponer un excelente remedio a los males del Padre Querbes.

            El tercer período en el mes de septiembre, un tiempo breve, pero de mucho ajetreo. Se completa el dossier con algunas partes nuevas. Es sometido de nuevo a los Cardenales. Después el Padre Querbes se retira a la casa de los jesuitas para hacer un retiro.

            El 21 de septiembre de 1838, los miembros de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares,  reunidos en sesión plenaria, aprueban la versión definitiva de los estatutos de la Asociación de los Catequistas de San Viator.

            El Padre Querbes se entera enseguida. Al día siguiente por la mañana escribe al Padre Faure: “Entonad el Te Deum, todo ha terminado y la Sociedad acaba de recibir la existencia de aquel que en nombre de Dios da a todas las instituciones la fuerza y la vida. Se nos ha dicho : Crescite et multiplicamini ( creced y multiplicaos). Dichosos por este éxito, ahora solamente debemos pensar en alcanzar nuestro fin y en justificar nuestro título de Catequistas”(22 de septiembre).


            El decreto de aprobación está firmado el 27 de septiembre. El documento pontificio solemne de aprobación (las letras apostólicas) será publicado el 31 de mayo de 1839 y llevado a Francia por Paulina Jaricot.

            Una vez alcanzado su objetivo, el Padre Querbes se apresura a volver a Vourles. Va a visitar al Papa el 27 de septiembre. Una semana más tarde, el 4 de octubre, parte de Roma. El camino de vuelta es el mismo que hizo al venir. Diez días más tarde es recibido con entusiasmo por los religiosos y feligreses de Vourles.

INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE LA APROBACIÓN

            La Sociedad aprobada el 21 de septiembre de 1838 es una Congregación religiosa. Dejando aparte lo referente a los votos y a la dirección, la regla vuelve a tomar las disposiciones que ya estaban en vigor. Los votos se emiten, en primer lugar, por cinco años, después para siempre. El director principal, elegido por el Capítulo General, ya no tendrá que hacer aprobar sus decisiones por el Arzobispo de Lyon.

El Padre Querbes había ido a Roma a reconocer la Sociedad como tal, como él la había imaginado primeramente. La tercera redacción tuvo que ser para él un tormento. “Aconsejado por su Excelencia Monseñor Soglia y el reverendo Padre Rosaven, no se presentará el apéndice que contenía el proyecto de la cofradía de los Catequistas seculares”. ¿Se le aconsejó que, intentar obtener una aprobación en este sentido, corría el riesgo de comprometerlo todo? Es posible. En todo caso, se le dieron buenas palabras: asegurará más tarde que el capítulo de los catequistas seglares ha sido visto y aprobado verbalmente en Roma.  Tampoco él vuelve de Roma tal como había marchado: vinculado hasta entonces a la Sociedad por la simple promesa de “Sacerdote Catequista”, el 27 de Septiembre pronuncia ante el Papa sus votos perpetuos en la Congregación de la que él es el primer general y se convierte en el Padre Querbes.

A pesar de su tenacidad y su voluntad de responder lo más fielmente posible a la idea que le había venido en presencia de Dios, Luis Querbes aceptó, aunque le costara mucho, estas modificaciones y estas verificaciones. Cuando el proyecto parecía bloqueado en Roma, escribe al Cardenal encargado: “Sean cuales fueren las observaciones, las correcciones, los cambios que tenga que hacer en los estatutos, la única cosa que me tomo la libertad de pedir con insistencia a Su Eminencia, es que se digne darme lo más pronto posible la aprobación, sean cuales fueren las modificaciones, con tal de que respeten el fin y el nombre del Instituto” (28 de julio).
  
Establecía así una distinción esencial entre el corazón del proyecto y las formas concretas en las que este proyecto podría encarnarse.

Por su parte, el aceptar las modificaciones hechas en 1823, 1833, 1836 y 1838, era manifestar un profundo sentido eclesial. Pero también era saber que el Espíritu sopla donde quiere, al recordar al Arzobispo de Lyon en 1841 que : “Esta posibilidad de poder erigir en cofradía y dirigir legalmente una asociación de maestros laicos, era una verdadera conquista. El uso de este derecho sería precioso, puesto que los señores párrocos requieren por todas partes maestros piadosos y cristianos, aparte de simples asociados, catequistas, seglares, tanto por su vestido o por su género de vida ordinario, cuanto por el secreto de su dependencia de una sociedad religiosa, despertarían menos prejuicios en estos tiempos dificultosos. Esperamos en este punto las órdenes de Su Eminencia (10 de julio de 1841).

            También es mantenerse fiel al Espíritu, el incluir en la recopilación de los textos importantes de la Sociedad, en el registro conocido bajo el título de Libro de oro, el capítulo adicional sobre los Catequistas seculares. Y también será permanecer fiel al Espíritu, el escribir en el comentario de los estatutos de 1855: “En su sesión 23, capítulo 17, el Santo Concilio de Trento expresa el deseo de que las funciones de las órdenes menores no sean ejercidas en las iglesias más que por clérigos promovidos a estas órdenes. En tanto ese deseo se hace realidad y siguiendo las huellas de San Viator, nuestro Patrón, queda bien explícito en nuestros estatutos que el Catequista dedicará diligentemente, al servicio del santo altar el tiempo que le deje su empleo particular”.

¿Que la idea primera no tuvo continuidad? Pero las buenas ideas tienen una vida larga. Si no germinan hoy, quizás germinarán mañana.


2.3  Preguntas personales :

1) ¿ Crees en el valor de la constancia, la perseverancia? ¿ Cómo las describes?.

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2) Narra un hecho en que has sido constante.

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3) ¿ En qué ocasiones muestras esfuerzo personal ?

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4) ¿ Alguna vez has tenido que hacer un gran esfuerzo físico? ¿Cuándo ?

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5) ¿ En qué ocasiones has tenido que poner a prueba tu paciencia ?

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2.4  Complementación Doctrinal:

            "... Para una comunidad religiosa, el fundador no forma parte de los elementos "convenientes". Es uno de los fundamentos. Por otra parte, ¿ Cómo se podría olvidarlo en una reflexión sobre el futuro de la familia que fundó? "El futuro de la vida religiosa, escribe el franciscano Thaddée Matura, es la vuelta a los orígenes, no para reproducirlos servilmente, sino para sacar de allí el impulso, la fuerza, la capacidad creadora e inventiva".

            Pero ¿ de qué se está hablando cuando se emplea la palabra "carisma"? En los estudios y las publicaciones religiosas, para describir la acción del Espíritu, la palabra se encuentra, al menos en francés, en expresiones múltiples pero no exactamente sinónimas: "carisma de fundación", "carisma original", "carisma del fundador", "Carisma- misión", etc. Desde hace 15 ó 20 años el movimiento carismático ha vulgarizado la palabra. Siguiendo a Max Weber, la palabra ha sido en cierto sentido secularizada para calificar la autoridad más o menos inspirada que manifiesta un jefe, religioso o no. La polivalencia del término hace, a veces, equívoca su utilización.

            ¿ De qué estamos hablando cuando hablamos del "carisma de Luis Querbes"? ¿Del ascendiente de su fuerte personalidad que arrastra discípulos?, ¿De su lucidez y de su fuerza de carácter que le permitieron fundar?, ¿Del don que el Espíritu le ha transmitido para el bien común de la Iglesia?.  Por mi parte, yo utilizo poco la palabra "carisma" y la entiendo como la gracia que el Espíritu ha hecho a Luis Querbes para que realice una misión especial: fundar, en la Iglesia, a los Catequistas de San Viator. Este carisma de fundación ha existido por el dinamismo que se ha creado entre dos actos: la puesta en marcha de aquel que ha recibido el carisma y la autentificación por parte de los encargados de ello. Reconozco, sin embargo, y es el tema de este día, que se puede entender carisma en el sentido de "proyecto eclesial"  que un fundador, impresionado por las necesidades de una época, ha puesto en marcha.

            Este carisma de fundación " es una gracia especial de comienzo absoluto, de inauguración de una nueva familia espiritual, de paternidad respecto a un grupo de discípulos y finalmente de descubrimiento, en una visión más o menos clara, de la misión que se debe realizar. El fundador no transmite esta gracia de lanzamiento que le es personal: ¿ Cómo podría comunicar lo que pertenece solamente a él?. Les transmite su respuesta de colaboración que ha hecho al Espíritu. Les lega algo de su creatividad, de su experiencia espiritual, de su genio propio. Y esta herencia mantiene hoy todavía el impulso de los discípulos. Por eso, estos pueden continuar en su camino, conservarlo, profundizarlo, adaptarlo, recrearlo. No podrán olvidar a su fundador porque él es el arquetipo y su experiencia tiene valor de modelo. En cierto sentido, fundador y fundación son una sola cosa.

            Una fundación es un acontecimiento histórico y todo estudio sobre un fundador no puede prescindir del contexto en que vivió, de las condiciones políticas, sociológicas, eclesiales que han colorado la eclosión del proyecto y las realizaciones fundadoras. No creo que haya tiempo suficiente, en el marco de esta charla, para evocar con un poco de detenimiento el contexto en el que se enraizó la historia de nuestros orígenes. por otra parte, el fundador actúa "fundando". La fundación no es la actuación de un solo momento, sino, a veces, un largo espacio de vida donde se pueden observar sus actitudes, sus reacciones, o donde se pueden acoger sus intenciones que se van completando y matizando. Yo parto del supuesto de que todos conocemos la vida del P. Querbes. Por consiguiente, me contentaré con recordar algunos aspectos del tiempo del P. Querbes para evocar más ampliamente su querer fundamental, al menos lo que yo creo que es el corazón de su proyecto y de su realización. Estoy diciendo "lo que yo creo". Y lo que yo diga no pretende comprometer a nadie más que a mí.

            La época en que toma cuerpo el proyecto querbesiano se sitúa en el remolino provocado por la Revolución francesa (1789-1799). La Iglesia y los conservadores se empeñan en reducir la fractura provocada por esos diez años en la sociedad francesa, mientras que los republicanos y los liberales intentan salvar lo que ésta ha podido traer de progreso e ideales. Francia padece un vacío espiritual y religioso que alimenta una fuerte corriente de pensamiento, que incluso imagina un mundo sin referencia a Dios. También vive los inicios del desarrollo económico y el establecimiento del sistema capitalista con todos los destrozos que esto pueda producir en determinadas clases sociales. El país toma conciencia del retraso y de las graves carencias del sistema escolar y el mundo de la educación se convierte en el campo de batalla entre liberales y contrarrevolucionarios, a propósito de la querella llamada "de las escuelas mutuas".

            Haríamos mal en imaginar al P. Querbes lanzándose solo, o casi solo, a la batalla. Por el contrario, en aquella época, Francia está llena de iniciativas de todo tipo. Decenas, quizá centenares de eclesiásticos y seglares buscan, imaginan, tantean, inventan, fundan... Sus objetivos concuerdan en lo esencial: la recristianización de Francia, el restablecimiento y la creación de agentes de pastoral, la formación religiosa de los niños, la preocupación por las misiones, tanto internas como externas. Pero cada uno coloca sus acentos, matiza su fundación y le da así una identidad propia."

  "El carisma de Luis Querbes inspirador para mañana" R, Bonnafous. c.s.v.


4.  TRABAJO GRUPAL

-  Oración de comienzo.

-   Dinámica si procede.

-   Puesta en común de las respuestas  al trabajo personal y lo leído en  Complementación doctrinal.

-  Oración final. (dar gracias, pedir perdón, pedir ayuda.)


4.  EVALUACIÓN :

1.- Nombra algunos amigos del P. Querbes en Roma.

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2. Escribe  las fechas más importantes que aparecen en el documento leído.

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3.- Indica signos de obediencia  a la Iglesia en el P. Querbes .

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4.- ¿ Cuál fue la actitud de Mons. de Pins al informar a Roma ?

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5.- ¿ Qué enfermedad padece el P. Querbes? ...............................................................