viernes, 13 de noviembre de 2015

CAMINANDO CON LUIS QUERBES 7


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" ORGANIZAR LA SOCIEDAD DE LOS  CATEQUISTAS ".

1.  OBJETIVOS


            - Conocer los primeros Clérigos de San Viator.
            - Conocer los primeros benefactores de la Congregación.
            - Valorar las capacidades administrativas del P.Querbes.
            - Conocer los nombres y evolución de la Institución .
            - Valorar la importancia de la "Leyenda".

2.  TRABAJO PERSONAL

            2.1  ORACIÓN  :
           
Lee el siguiente texto:

" Los Clérigos de San Viator han de tener en cuenta las características siguientes, al escoger los compromisos apostólicos para cumplir su misión :

            a) preocupación por la educación cristiana;
            b) creación y cultivo de comunidades de fe;
            c) promoción de la calidad de la vida litúrgica;
            d) predilección por el mundo de los jóvenes;
            e) atención a los más desfavorecidos. "

                                                       Reglamentos Generales N° 8
            OREMOS :

            Oh, buen Jesús, que quisiste establecer tu reinado entre los hombres por medio de otros hombres, que has elegido a los Clérigos de San Viator para que la juventud, porción escogida de tu rebaño, te conozca y te ame, humildemente te suplicamos, por intercesión de la Santísima Virgen María, del bendito patriarca San José y de San Viator, concedas a nuestra Congregación muchos y santos religiosos:  santos en la vida, santos en el templo, santos en el apostolado. Llama, Señor, a los jóvenes a nuestras filas; mueve la voluntad de los padres para que no pongan impedimento a la vocación de sus hijos; toca el corazón de los cristianos para que ayuden a las vocaciones viatorianas.


            2.2  Lee atentamente el siguiente documento.  Subraya lo que más te llame la atención.

LA CUNA

            El 5 de diciembre de 1831, después de una misa de acción de gracias, el Padre Querbes firmaba sus promesas de “sacerdote catequista”. El 10 de noviembre recibía a los dos primeros catequistas Pedro Magaud y Pedro Liauthaud. El primero había estado a su lado durante toda la maduración del proyecto. El segundo, maestro y secretario del alcalde en Saint-Bonnet-de-Cray (Saona y Loira), se había enterado de la aprobación de la Sociedad de los Catequistas por la lectura del boletín Oficial del Estado. Inmediatamente había escrito a Vourles. Los caminos del Señor pasan también por la lectura del boletín oficial ¡Tenía 38 años y enseñaba desde hacía veinte! Más tarde será el brazo derecho del Padre Querbes.

            También se agregan Tomás Nogier, Jaime Damoisel. El mismo año de 1832, Pedro Liauthaud abandona Saint-de-Cry para abrir la escuela de Francheville, muy cerca de Lyon. En este momento componen la Sociedad naciente, además de su director, cuatro catequistas que dirigen cuatro escuelas: Vourles, Brignais, Panissieres y Francheville.

            Había que encontrar un local capaz de acoger a los aspirantes y de reunir a los miembros de la Asociación. La casa cural resulta pronto insuficiente. El Padre Querbes lo anota en el diario de asuntos interiores de la Sociedad. “Libres ya de obstáculos, ingresaron varias personas para formarse y se pensó en adquirir una casa que fuera la cuna y la casa principal de la Asociación. Un inmueble adosado a la iglesia parecía el más adecuado, pero pertenecía a varios propietarios y había que convencerles de que realizaran la venta en común. El párroco no lo dudó, pero, cuando llegó el momento de hacer la escritura y pagar al contado, resultó que no tenía un céntimo. Las Señoritas Comte y la Srta. Lamoureaux fueron en este trance los dignos instrumentos de la Providencia y gracias a un préstamo de 12.000 francos pudo efectuarse la compra definitiva”. Así se pudo adquirir el 30 de agosto de 1832 una casa grande de dos pisos con sus dependencias: un patio, una huerta y varias pequeñas construcciones. Se convirtió en la cuna (Berceau) de la Sociedad. Existe todavía y aún lleva este nombre. En adelante los problemas financieros complicarían su existencia.
  
EL DIRECTORIO DEL CATEQUISTA PARROQUIAL

            Como los Catequistas eran también maestros de pequeñas escuelas, pero no les sobraba formación, el Padre Querbes compuso para ellos el Directorio del Clérigo de San Viator, Catequista parroquial. Es a la vez un libro de reglas, un tratado de pedagogía y un manual de vida honesta.

            En agosto de 1833 la redacción estaba terminada. Los Catequistas y los postulantes copiaban la versión manuscrita con más o menos exactitud. Jaime Damoisiel se queja: “respecto a las prácticas del  Directorio  sería bueno que yo tuviese una copia exacta, la del Señor Bachoud (su adjunto) no es más que un conjunto de garabatos, además me parece que ha peridido  una parte” (17 de enro de 1833). En 1836 se imprimió el texto con el fin, se indica en el prefacio, de preservarlo de las falsas interpretaciones producidas por la infidelidad de las copias manuscritas, y en pequeño formato (10x6cm) para hacerlo más manejable que los cuadernos en los que habéis escrito hasta hoy.

            La obra comprende dos partes: los deberes personales del Catequista y sus funciones. La primera trata del reglamento, de los diversos ejercicios de piedad a los que el Catequista debe ser fiel, del comportamiento que debe tener con personas que le rodean, de los estudios que debe hacer para mantenerse en su empleo y, finalmente, de los cuidados personales. La segunda parte aborda sus funciones en la iglesia y en la escuela. Este último punto ocupa casi la mitad de la obra. El Directorio pretende ser práctico.

            El Padre Querbes indica que para componer esta obra se ha inspirado “en excelentes escritos. A menudo hemos adoptado el plan, las ideas e incluso las expresiones”. En algunos pasajes, efectivamente, ha tomado frases o expresiones de otros tratados anteriores. La noción de derechos de autor no existía entonces como hoy; incluso los sacerdotes tenían la costumbre de copiar los sermonarios, que por otra parte se habían escrito para eso.

            El Padre Querbes hizo mucho más que inspirarse en obras anteriores; compuso un libro sencillo, claro, lleno de sabiduría y bien adaptado a los Catequistas. Éstos encontraron en él observaciones de sentido común, que fueron a veces las únicas lecciones de pedagogía que tuvieron ocasión de leer. Los que las practicaban, los que vivían del espíritu que llenaba estas páginas, llegaban a ser buenos cristianos y buenos maestros. Muchos lo fueron.

LA LEYENDA, EL OFICIO DEL CATEQUISTA

            En la sección del Directorio, dedicado a la oración, el Padre Querbes escribe: “la lectura es el alimento del Espíritu. En la oración nosotros hablamos a Dios, en la lectura espiritual Dios nos habla y nos brinda las ideas para hablar con él. Sed fieles a la lectura señalada y no olvidéis tampoco las otras lecturas espirituales” (N° 34).

            Esta lectura obligatoria, esta Leyenda como se llamaba (del latín legenda, las cosas que deben leerse) es el oficio del Catequista, que éste debe rezar por la mañana y por la tarde, sea que viva solo o con otros Hermanos.

            No se trata de un oficio constituido por oraciones de devoción o la lectura de un aspecto determinado por la vida del Señor, de nuestra Señora o de los santos- lo cual hubiera sido muy del gusto de la época. Es mucho más: “la Palabra de Dios, explica el Padre Querbes, la doctrina cristiana propuesta por la autoridad del vicario de Jesucristo y el hermoso libro de la imitación, el más admirable que haya salido de la manos de los hombres, he aquí de qué está compuesta la Leyenda o la lectura a la que todo Catequista está obligado” (n° 35).

            Los tres textos leídos, con una oración introductoria, las respuestas breves y una oración final van al corazón de la vida del Catequista. Éste debe primeramente vivir la Palabra y la enseñanza de Cristo, escucharlas, meditarla para poder evangelizar. La Biblia se lee por entero: por la mañana el Salterio y el Nuevo Testamento y, por la tarde, en dos años, el Antiguo Testamento. Conviene subrayar esta decisión del Padre Querbes de que en el siglo XIX, los seglares lean la Biblia toda la Biblia, incluso algunas lecturas (los Números, las Crónicas) que debían ser especialmente áridas. El segundo texto estará sacado del Catecismo del Concilio de Trento. Este libro parecerá muy incompleto después del Vaticano II, pero era una exposición doctrinal sólida, muy superior a otros manuales o catecismos espirituales, a menudo marcados por el jansenismo o por el galicanismo. Respecto a la Imitación, el lugar central que ésta concede a Cristo, crea un clima espiritual que está a cien leguas de las devociones sentimentales.

            Aunque no todos los Catequistas habían recibido una formación que les permitiera sacar todo el provecho posible, la Leyenda les ayudaba a identificarse como tales, a ir a la fuente, la Palabra de Dios. Ha sido un Oficio especialmente adaptado a la misión y al espíritu de la Sociedad.

 1831-1833. MODIFICACIONES SUSTANCIALES

            Quedaba un punto importante que arreglar: la aprobación de los Estatutos. Los que habían sido aprobados en París eran válidos solamente desde el punto de vista civil. Correspondía al Arzobispo el sancionar la regla de una sociedad que pretendía estar al servicio de la catequesis y de la pastoral parroquial, como se diría hoy.

            El director de la Sociedad presentó un proyecto de estatutos de “la Asociación caritativa de los Catequistas parroquiales de San Viator”. El texto señala varios fines a los Catequistas: “su propia santificación, el apoyo mutuo que deben darse en sus necesidades temporales”, objetivos generales de toda asociación caritativa o hermandad piadosa. Son creados especialmente para “la educación de los niños y el servicio del santo altar en los rangos inferiores de la clericatura” (art.1°).

            El Catequista “debe recordar que no está llamado a formar pequeños sabios, sino procurar a los niños una primera educación sólida y cristiana” (art.5°). “Estará siempre dispuesto a secundar a su pastor, a servirle con celo en las santas ceremonias y en la administración de los sacramentos, a ornamentar los altares y a esmerarse en la enseñanza del canto gregoriano” (art.6°).

            El compromiso consistía en una promesa de obediencia al director de la Sociedad (art.8°). “Sin embargo, se precisaba, que algunos de los Hermanos quisieran hacer de los tres consejos evangélicos materia de votos simples y secretos, el confesor podrá recibir sus promesas, siempre con el permiso del director (art.9).

            La vida cotidiana era la de los buenos cristianos. “Su regla de vida diaria y ordinaria es la de los cristianos piadosos” (art.3°). Los Catequistas disponían libremente de sus bienes, tenían señales distintivas discretas como un anillo rosario y una pequeña cruz los que pertenecían al cuerpo dirigente. La forma de vestir, “la de los hombres de edad madura y clase media” (art.12)  .

            Algunas disposiciones reglamentaban la entrada y salida de la Sociedad, los estudios, las reuniones semanales y anuales, el mantenimiento de los establecimientos.

            Modificaciones sucesivas enriquecieron y precisaron el texto, pero sobre todo introdujeron en él nuevas disposiciones, que cambiaron sustancialmente la Sociedad.

         Durante el verano de 1833 se produjo el cambio decisivo. El consejo episcopal propuso a los Hermanos Maristas, fundados por Marcelino Champagnat, que no estaban reconocidos por la autoridad civil, que se unieran a los Catequistas de San Viator, ya que estaban reconocidos. Quizás en la proposición del Consejo había una segunda intención concerniente a los Catequistas, para obligarles a entrar en formas más clásicas.

      ¿Qué pensaba de todo esto el Padre Querbes? Unos años antes, cuando se le había propuesto secundar al Padre Coindre, había manifestado sus reticencias.  Daba la impresión de que deseaba “cambiar o modificar la finalidad de una parte de su institución, cosa que, como sabéis, importa tanto como Evangelio a un fundador bien penetrado del espíritu de su Instituto”. No podía por consiguiente estar muy entusiasmado ante la respuesta de un acercamiento o una fusión con los Hermanitos de María.

            La reunión de las dos sociedades no se realizó. Aunque el Consejo había creído beneficioso proponerla al Padre Champagnat obró bien al no ir a Vourles y así preservó el futuro de los Hermanitos de María y el de los Catequistas.

            En diciembre de 1833, el Consejo episcopal puso al Padre Querbes en la disyuntiva de continuar el régimen provisional en que se encontraba la Sociedad desde 1831, o de aceptar los estatutos modificados por el Consejo. Quedarse con la primera propuesta era correr el riesgo de que el Arzobispo jamás aprobara la regla, lo que hubiera sido anormal para una asociación destinada a los pastores de la diócesis y en primer lugar al superior de ellos. El Padre Querbes optó por la segunda solución.

            El texto aprobado el 11 de diciembre de 1833 vuelve a tomar las disposiciones introducidas durante el verano precedente. La Sociedad se describe como “una piadosa asociación y una congregación religiosa”. Los Hermanos emiten votos públicos y perpetuos. Los cofrades “una promesa o voto de simple devoción”.

            La introducción de los votos públicos marcaba una clara evolución de la Sociedad hacia el carácter de congregación religiosa. Para el Arzobispo, esto debía aparecer como una garantía indispensable. Para el Padre Querbes fue una ocasión más de aceptar una palabra que no le gustaba, pero que iba también mucho más allá de la intención de quien la había pronunciado.

            Durante estos dos años (noviembre 1831-1833) se elaboraron cinco versiones sucesivas de los estatutos. El texto se concretó desde el punto de vista jurídico y al mismo tiempo se enriqueció. En él se concretan los fines de la Sociedad en una fórmula definitiva “la enseñanza de la doctrina cristiana en público o en privado y el servicio del santo altar”. También otros artículos persistirán a través del tiempo, especialmente el artículo 4°, donde se precisa la misión del Catequista “sea cual fuere la vocación particular del Catequistas no olvidará jamás el honroso título que lleva. Si fuere sacerdote, nunca hablará a los fieles desde la cátedra sagrada, sino para exponer algo de la doctrina cristiana. Si se dedica a la enseñanza de las ciencias

o de sus elementos, modelará ante  todo los corazones de sus discípulos enseñándoles la fe católica. Si tuviera la dirección de un taller, se empeñará más en formar varones cristianos con más empeño que hábiles obreros. En una palabra, en cualquier situación en que se encuentre, nunca perderá ocasión de evangelizar a Jesucristo, sobre todo entre los pobres, y de disipar de todas partes los prejuicios de la ignorancia y de la irreligión”.


2.3  PREGUNTAS PERSONALES.

1.- ¿ Qué recuerdos tienes de tu catequesis de Primera Comunión?

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2.- ¿ Qué recuerdos tienes de tu catequesis de Confirmación ?

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3.- ¿ En qué te ha ayudado el haber participado en catequesis ?

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4.- ¿ Te sientes llamado a ser catequista? ¿ Qué te impide ?

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5.- ¿ Cuáles crees que son las cualidades que adornan un buen catequista ?

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2.4  COMPLEMENTACIÓN DOCTRINAL

            LA CATEQUESIS EN PUEBLA

            La catequesis, "que consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe"(Mensaje del Sínodo de Catequesis), debe ser acción prioritaria en América Latina, si queremos llegar a una renovación profunda de la vida cristiana y, por lo tanto, a una nueva civilización que sea participación y comunión de personas en la Iglesia y en la sociedad..(n.1522)

            La obra evangelizadora que se realiza en la catequesis exige la comunión de todos: pide ausencia de divisiones y que las personas se encuentren en una fe adulta y en un amor evangélico. Una de las metas de la catequesis es precisamente la construcción de la comunidad..( n.1537)

            Se exige la colaboración de todos los miembros de la comunidad eclesial, cada uno según su ministerio y carisma. Sin eludir responsabilidades apostólicas y misioneras para que en la catequesis la Iglesia edifique a la Iglesia (Cf. EN 13-14). La Iglesia es constantemente evangelizada y evangelizadora. (n. 1538)

            La fidelidad a Dios se expresa en la Catequesis como fidelidad a la Palabra dada en Jesucristo. El catequista no se predica a sí mismo sino a Jesucristo, siendo fiel a su palabra y a la integridad de su Mensaje. (n.1539)

            Todo el que catequiza sabe que la fidelidad a Jesucristo va unida indisolublemente a la fidelidad a la Iglesia; que con su labor edifica continuamente  la comunidad y transmite la imagen de la Iglesia; que debe hacerlo en unión con los Obispos y con la misión de ellos recibida. (n.1540)

            La fidelidad al hombre latinoamericano exige de la catequesis que penetre, asuma y purifique los valores de su cultura. Por lo tanto, que se empeñe en el uso y adaptación del lenguaje catequístico. (n. 1541)

            En consecuencia, la catequesis debe iluminar con la Palabra de Dios las situaciones humanas y los acontecimientos de la vida para hacer descubrir en ellos la presencia o la ausencia de Dios. (n..1542)

            La catequesis debe llevar a un proceso de conversión y crecimiento permanente y progresivo en la fe.. (n.1543)


            3.  TRABAJO GRUPAL

            1.- Compartir las impresiones, sentimientos, recuerdos que ha dejado la  catequesis sacramental.
           
            2.- Compartir las respuestas a las preguntas personales y lo entendido de la  parte doctrinal.

           3.- Oración final. ( Dar gracias, pedir perdón, pedir por el aumento de vocaciones viatorianas.)

  
4.  EVALUACIÓN

1.- Nombra los primeros viatores.

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2.- Nombra algunos elementos que contiene el Directorio del Catequista Parroquial del P. Querbes.

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3.-¿ Qué es la Leyenda ?

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4.- Señala algunos fines que aparecen en el texto del proyecto de Estatutos para los catequistas.

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5.- Expresa alguna idea importante de lo leído en la Complementación Doctrinal.

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