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" ORGANIZAR LA SOCIEDAD DE
LOS CATEQUISTAS ".
1. OBJETIVOS
-
Conocer los primeros Clérigos de San Viator.
-
Conocer los primeros benefactores de la Congregación.
-
Valorar las capacidades administrativas del P.Querbes.
-
Conocer los nombres y evolución de la Institución .
-
Valorar la importancia de la "Leyenda".
2.
TRABAJO PERSONAL
2.1 ORACIÓN
:
Lee
el siguiente texto:
" Los Clérigos de San Viator han de tener en
cuenta las características siguientes, al escoger los compromisos apostólicos
para cumplir su misión :
a)
preocupación por la educación cristiana;
b)
creación y cultivo de comunidades de fe;
c)
promoción de la calidad de la vida litúrgica;
d)
predilección por el mundo de los jóvenes;
e)
atención a los más desfavorecidos. "
Reglamentos Generales N° 8
OREMOS
:
Oh,
buen Jesús, que quisiste establecer tu reinado entre los hombres por medio de
otros hombres, que has elegido a los Clérigos de San Viator para que la juventud,
porción escogida de tu rebaño, te conozca y te ame, humildemente te suplicamos,
por intercesión de la Santísima Virgen María, del bendito patriarca San José y
de San Viator, concedas a nuestra Congregación muchos y santos religiosos: santos en la vida, santos en el templo,
santos en el apostolado. Llama, Señor, a los jóvenes a nuestras filas; mueve la
voluntad de los padres para que no pongan impedimento a la vocación de sus
hijos; toca el corazón de los cristianos para que ayuden a las vocaciones viatorianas.
2.2
Lee atentamente el siguiente documento.
Subraya lo que
más te llame la atención.
LA CUNA
El
5 de diciembre de 1831, después de una misa de acción de gracias, el Padre
Querbes firmaba sus promesas de “sacerdote catequista”. El 10 de noviembre
recibía a los dos primeros catequistas Pedro Magaud y Pedro Liauthaud. El
primero había estado a su lado durante toda la maduración del proyecto. El
segundo, maestro y secretario del alcalde en Saint-Bonnet-de-Cray (Saona y
Loira), se había enterado de la aprobación de la Sociedad de los Catequistas
por la lectura del boletín Oficial del Estado. Inmediatamente había escrito a
Vourles. Los caminos del Señor pasan también por la lectura del boletín oficial
¡Tenía 38 años y enseñaba desde hacía veinte! Más tarde será el brazo derecho
del Padre Querbes.
También
se agregan Tomás Nogier, Jaime Damoisel. El mismo año de 1832, Pedro Liauthaud
abandona Saint-de-Cry para abrir la escuela de Francheville, muy cerca de Lyon.
En este momento componen la Sociedad naciente, además de su director, cuatro
catequistas que dirigen cuatro escuelas: Vourles, Brignais, Panissieres y
Francheville.
Había
que encontrar un local capaz de acoger a los aspirantes y de reunir a los
miembros de la Asociación. La casa cural resulta pronto insuficiente. El Padre
Querbes lo anota en el diario de asuntos
interiores de la Sociedad. “Libres ya de obstáculos, ingresaron varias
personas para formarse y se pensó en adquirir una casa que fuera la cuna y la
casa principal de la Asociación. Un inmueble adosado a la iglesia parecía el
más adecuado, pero pertenecía a varios propietarios y había que convencerles de
que realizaran la venta en común. El párroco no lo dudó, pero, cuando llegó el
momento de hacer la escritura y pagar al contado, resultó que no tenía un
céntimo. Las Señoritas Comte y la Srta. Lamoureaux fueron en este trance los
dignos instrumentos de la Providencia y gracias a un préstamo de 12.000 francos
pudo efectuarse la compra definitiva”. Así se pudo adquirir el 30 de agosto de
1832 una casa grande de dos pisos con sus dependencias: un patio, una huerta y
varias pequeñas construcciones. Se convirtió en la cuna (Berceau) de la
Sociedad. Existe todavía y aún lleva este nombre. En adelante los problemas
financieros complicarían su existencia.
EL DIRECTORIO DEL CATEQUISTA PARROQUIAL
Como
los Catequistas eran también maestros de pequeñas escuelas, pero no les sobraba
formación, el Padre Querbes compuso para ellos el Directorio del Clérigo de San Viator, Catequista parroquial. Es a
la vez un libro de reglas, un tratado de pedagogía y un manual de vida honesta.
En
agosto de 1833 la redacción estaba terminada. Los Catequistas y los postulantes
copiaban la versión manuscrita con más o menos exactitud. Jaime Damoisiel se
queja: “respecto a las prácticas del Directorio sería bueno que yo tuviese una copia exacta,
la del Señor Bachoud (su adjunto) no es más que un conjunto de
garabatos, además me parece que ha peridido
una parte” (17 de enro de 1833). En 1836 se imprimió el texto con el
fin, se indica en el prefacio, de preservarlo de las falsas interpretaciones
producidas por la infidelidad de las copias manuscritas, y en pequeño formato (10x6cm) para hacerlo más manejable que
los cuadernos en los que habéis escrito hasta hoy.
La
obra comprende dos partes: los deberes personales del Catequista y sus
funciones. La primera trata del reglamento, de los diversos ejercicios de
piedad a los que el Catequista debe ser fiel, del comportamiento que debe tener
con personas que le rodean, de los estudios que debe hacer para mantenerse en
su empleo y, finalmente, de los cuidados personales. La segunda parte aborda
sus funciones en la iglesia y en la escuela. Este último punto ocupa casi la
mitad de la obra. El Directorio
pretende ser práctico.
El
Padre Querbes indica que para componer esta obra se ha inspirado “en excelentes
escritos. A menudo hemos adoptado el plan, las ideas e incluso las
expresiones”. En algunos pasajes, efectivamente, ha tomado frases o expresiones
de otros tratados anteriores. La noción de derechos de autor no existía
entonces como hoy; incluso los sacerdotes tenían la costumbre de copiar los
sermonarios, que por otra parte se habían escrito para eso.
El
Padre Querbes hizo mucho más que inspirarse en obras anteriores; compuso un
libro sencillo, claro, lleno de sabiduría y bien adaptado a los Catequistas.
Éstos encontraron en él observaciones de sentido común, que fueron a veces las
únicas lecciones de pedagogía que tuvieron ocasión de leer. Los que las
practicaban, los que vivían del espíritu que llenaba estas páginas, llegaban a
ser buenos cristianos y buenos maestros. Muchos lo fueron.
LA LEYENDA, EL OFICIO DEL CATEQUISTA
En
la sección del Directorio, dedicado a
la oración, el Padre Querbes escribe: “la lectura es el alimento del Espíritu.
En la oración nosotros hablamos a Dios, en la lectura espiritual Dios nos habla
y nos brinda las ideas para hablar con él. Sed fieles a la lectura señalada y
no olvidéis tampoco las otras lecturas espirituales” (N° 34).
Esta
lectura obligatoria, esta Leyenda
como se llamaba (del latín legenda, las
cosas que deben leerse) es el oficio del Catequista, que éste debe rezar
por la mañana y por la tarde, sea que viva solo o con otros Hermanos.
No
se trata de un oficio constituido por oraciones de devoción o la lectura de un
aspecto determinado por la vida del Señor, de nuestra Señora o de los santos-
lo cual hubiera sido muy del gusto de la época. Es mucho más: “la Palabra de
Dios, explica el Padre Querbes, la doctrina cristiana propuesta por la
autoridad del vicario de Jesucristo y el hermoso libro de la imitación, el más admirable que haya
salido de la manos de los hombres, he aquí de qué está compuesta la Leyenda o la lectura a la que todo
Catequista está obligado” (n° 35).
Los
tres textos leídos, con una oración introductoria, las respuestas breves y una
oración final van al corazón de la vida del Catequista. Éste debe primeramente
vivir la Palabra y la enseñanza de Cristo, escucharlas, meditarla para poder
evangelizar. La Biblia se lee por entero: por la mañana el Salterio y el Nuevo
Testamento y, por la tarde, en dos años, el Antiguo Testamento. Conviene
subrayar esta decisión del Padre Querbes de que en el siglo XIX, los seglares
lean la Biblia toda la Biblia, incluso algunas lecturas (los Números, las Crónicas) que debían ser especialmente áridas. El
segundo texto estará sacado del Catecismo
del Concilio de Trento. Este libro parecerá muy incompleto después del
Vaticano II, pero era una exposición doctrinal sólida, muy superior a otros
manuales o catecismos espirituales, a menudo marcados por el jansenismo o por
el galicanismo. Respecto a la Imitación,
el lugar central que ésta concede a Cristo, crea un clima espiritual que está a
cien leguas de las devociones sentimentales.
Aunque
no todos los Catequistas habían recibido una formación que les permitiera sacar
todo el provecho posible, la Leyenda les ayudaba a identificarse como tales, a
ir a la fuente, la Palabra de Dios. Ha sido un Oficio especialmente adaptado a
la misión y al espíritu de la Sociedad.
1831-1833. MODIFICACIONES SUSTANCIALES
Quedaba
un punto importante que arreglar: la aprobación de los Estatutos. Los que
habían sido aprobados en París eran válidos solamente desde el punto de vista
civil. Correspondía al Arzobispo el sancionar la regla de una sociedad que
pretendía estar al servicio de la catequesis y de la pastoral parroquial, como
se diría hoy.
El
director de la Sociedad presentó un proyecto de estatutos de “la Asociación
caritativa de los Catequistas parroquiales de San Viator”. El texto señala
varios fines a los Catequistas: “su propia santificación, el apoyo mutuo que
deben darse en sus necesidades temporales”, objetivos generales de toda
asociación caritativa o hermandad piadosa. Son creados especialmente para “la
educación de los niños y el servicio del santo altar en los rangos inferiores
de la clericatura” (art.1°).
El
Catequista “debe recordar que no está llamado a formar pequeños sabios, sino
procurar a los niños una primera educación sólida y cristiana” (art.5°).
“Estará siempre dispuesto a secundar a su pastor, a servirle con celo en las
santas ceremonias y en la administración de los sacramentos, a ornamentar los
altares y a esmerarse en la enseñanza del canto gregoriano” (art.6°).
El
compromiso consistía en una promesa de obediencia al director de la Sociedad
(art.8°). “Sin embargo, se precisaba, que algunos de los Hermanos quisieran
hacer de los tres consejos evangélicos materia de votos simples y secretos, el
confesor podrá recibir sus promesas, siempre con el permiso del director
(art.9).
La
vida cotidiana era la de los buenos cristianos. “Su regla de vida diaria y
ordinaria es la de los cristianos piadosos” (art.3°). Los Catequistas disponían
libremente de sus bienes, tenían señales distintivas discretas como un anillo
rosario y una pequeña cruz los que pertenecían al cuerpo dirigente. La forma de
vestir, “la de los hombres de edad madura y clase media” (art.12) .
Algunas
disposiciones reglamentaban la entrada y salida de la Sociedad, los estudios,
las reuniones semanales y anuales, el mantenimiento de los establecimientos.
Modificaciones
sucesivas enriquecieron y precisaron el texto, pero sobre todo introdujeron en
él nuevas disposiciones, que cambiaron sustancialmente la Sociedad.
Durante el verano de 1833 se produjo el cambio
decisivo. El consejo episcopal propuso a los Hermanos Maristas, fundados por
Marcelino Champagnat, que no estaban reconocidos por la autoridad civil, que se
unieran a los Catequistas de San Viator, ya que estaban reconocidos. Quizás en
la proposición del Consejo había una segunda intención concerniente a los
Catequistas, para obligarles a entrar en formas más clásicas.
¿Qué
pensaba de todo esto el Padre Querbes? Unos años antes, cuando se le había propuesto
secundar al Padre Coindre, había manifestado sus reticencias. Daba la impresión de que deseaba “cambiar o
modificar la finalidad de una parte de su institución, cosa que, como sabéis,
importa tanto como Evangelio a un fundador bien penetrado del espíritu de su
Instituto”. No podía por consiguiente estar muy entusiasmado ante la respuesta
de un acercamiento o una fusión con los Hermanitos de María.
La
reunión de las dos sociedades no se realizó. Aunque el Consejo había creído
beneficioso proponerla al Padre Champagnat obró bien al no ir a Vourles y así
preservó el futuro de los Hermanitos de María y el de los Catequistas.
En
diciembre de 1833, el Consejo episcopal puso al Padre Querbes en la disyuntiva
de continuar el régimen provisional en que se encontraba la Sociedad desde
1831, o de aceptar los estatutos modificados por el Consejo. Quedarse con la
primera propuesta era correr el riesgo de que el Arzobispo jamás aprobara la
regla, lo que hubiera sido anormal para una asociación destinada a los pastores
de la diócesis y en primer lugar al superior de ellos. El Padre Querbes optó
por la segunda solución.
El
texto aprobado el 11 de diciembre de 1833 vuelve a tomar las disposiciones
introducidas durante el verano precedente. La Sociedad se describe como “una
piadosa asociación y una congregación religiosa”. Los Hermanos emiten votos
públicos y perpetuos. Los cofrades “una promesa o voto de simple devoción”.
La
introducción de los votos públicos marcaba una clara evolución de la Sociedad
hacia el carácter de congregación religiosa. Para el Arzobispo, esto debía
aparecer como una garantía indispensable. Para el Padre Querbes fue una ocasión
más de aceptar una palabra que no le gustaba, pero que iba también mucho más
allá de la intención de quien la había pronunciado.
Durante
estos dos años (noviembre 1831-1833) se elaboraron cinco versiones sucesivas de
los estatutos. El texto se concretó desde el punto de vista jurídico y al mismo
tiempo se enriqueció. En él se concretan los fines de la Sociedad en una
fórmula definitiva “la enseñanza de la doctrina cristiana en público o en
privado y el servicio del santo altar”. También otros artículos persistirán a
través del tiempo, especialmente el artículo 4°, donde se precisa la misión del
Catequista “sea cual fuere la vocación particular del Catequistas no olvidará
jamás el honroso título que lleva. Si fuere sacerdote, nunca hablará a los
fieles desde la cátedra sagrada, sino para exponer algo de la doctrina
cristiana. Si se dedica a la enseñanza de las ciencias
o de sus elementos, modelará ante todo los corazones de sus discípulos
enseñándoles la fe católica. Si tuviera la dirección de un taller, se empeñará
más en formar varones cristianos con más empeño que hábiles obreros. En una
palabra, en cualquier situación en que se encuentre, nunca perderá ocasión de
evangelizar a Jesucristo, sobre todo entre los pobres, y de disipar de todas
partes los prejuicios de la ignorancia y de la irreligión”.
2.3 PREGUNTAS PERSONALES.
1.- ¿ Qué recuerdos tienes de tu catequesis de
Primera Comunión?
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2.- ¿ Qué recuerdos tienes de tu catequesis de
Confirmación ?
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3.- ¿ En qué te ha ayudado el haber participado
en catequesis ?
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4.- ¿ Te sientes llamado a ser catequista? ¿ Qué
te impide ?
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5.- ¿ Cuáles crees que son las cualidades que
adornan un buen catequista ?
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2.4 COMPLEMENTACIÓN DOCTRINAL
LA
CATEQUESIS EN PUEBLA
La
catequesis, "que consiste en la educación ordenada y progresiva de la
fe"(Mensaje del Sínodo de Catequesis), debe ser acción prioritaria en
América Latina, si queremos llegar a una renovación profunda de la vida
cristiana y, por lo tanto, a una nueva civilización que sea participación y
comunión de personas en la Iglesia y en la sociedad..(n.1522)
La
obra evangelizadora que se realiza en la catequesis exige la comunión de todos:
pide ausencia de divisiones y que las personas se encuentren en una fe adulta y
en un amor evangélico. Una de las metas de la catequesis es precisamente la
construcción de la comunidad..( n.1537)
Se
exige la colaboración de todos los miembros de la comunidad eclesial, cada uno
según su ministerio y carisma. Sin eludir responsabilidades apostólicas y misioneras
para que en la catequesis la Iglesia edifique a la Iglesia (Cf. EN 13-14). La
Iglesia es constantemente evangelizada y evangelizadora. (n. 1538)
La
fidelidad a Dios se expresa en la Catequesis como fidelidad a la Palabra dada
en Jesucristo. El catequista no se predica a sí mismo sino a Jesucristo, siendo
fiel a su palabra y a la integridad de su Mensaje. (n.1539)
Todo
el que catequiza sabe que la fidelidad a Jesucristo va unida indisolublemente a
la fidelidad a la Iglesia; que con su labor edifica continuamente la comunidad y transmite la imagen de la
Iglesia; que debe hacerlo en unión con los Obispos y con la misión de ellos
recibida. (n.1540)
La
fidelidad al hombre latinoamericano exige de la catequesis que penetre, asuma y
purifique los valores de su cultura. Por lo tanto, que se empeñe en el uso y
adaptación del lenguaje catequístico. (n. 1541)
En
consecuencia, la catequesis debe iluminar con la Palabra de Dios las
situaciones humanas y los acontecimientos de la vida para hacer descubrir en
ellos la presencia o la ausencia de Dios. (n..1542)
La
catequesis debe llevar a un proceso de conversión y crecimiento permanente y
progresivo en la fe.. (n.1543)
3.
TRABAJO GRUPAL
1.-
Compartir las impresiones, sentimientos, recuerdos que ha dejado la catequesis sacramental.
2.-
Compartir las respuestas a las preguntas personales y lo entendido de la parte doctrinal.
3.-
Oración final. ( Dar gracias, pedir perdón, pedir por el aumento de vocaciones viatorianas.)
4. EVALUACIÓN
1.- Nombra los primeros viatores.
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2.- Nombra algunos elementos que contiene el
Directorio del Catequista Parroquial del P. Querbes.
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3.-¿ Qué es la Leyenda ?
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4.- Señala algunos fines que aparecen en el texto
del proyecto de Estatutos para los catequistas.
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5.- Expresa alguna idea importante de lo leído en
la Complementación Doctrinal.
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