jueves, 19 de noviembre de 2015

CAMINANDO CON LUIS QUERBES 13

13

" ASUMIR HASTA EL FINAL "

1.      OBJETIVOS :

-           Conocer el desarrollo de la Congregación.
-           Valorar las relaciones de calidad del P. Querbes con sus Hermanos.
-           Valorar la unidad de la Congregación.
-           Valorar la capacidad de misericordia del P. Querbes.
-           Conocer las últimas penas y alegrías del P. Querbes.


2.      TRABAJO PERSONAL

2.1  Oración:

            - Lee el siguiente texto :

            " Sean caritativos unos con otros. Que no haya entre ustedes ni griegos ni judío, ni bárbaros, y que las diferencias de nacionalidad, de costumbres, de usos, estilos, se borren ante la importante uniformidad de la santa observancia religiosa".

                                                            P. Querbes 1885.


            OREMOS:

            Glorioso San Viator, que dejaste todas las cosas por seguir a Jesucristo, alcánzanos la gracia de morir al mundo y a nosotros mismos, y de practicar la obediencia y la pureza, virtudes tan amadas del Corazón de Jesús, a fin de que después de ejercitarnos en ellas durante nuestra juventud, sigamos con docilidad nuestra vocación, y permanezcamos fieles a Dios hasta la muerte, para merecer la dicha de reinar un día contigo en el cielo. Amén.

2.2 Lee el siguiente documento.

    Subraya las palabras del P. Querbes. Y lo que más te llame la atención.

1854. LOS HERMANOS DE SAN VIATOR EN NANT (AVEYRON)

            El 29 de junio de 1854, Mons. Croizier, Obispo de Rodez y el Padre Querbes firmaban un documento por el que una congregación diocesana, los Hermanos Maestros de San Juan, se afiliaba a los Clérigos de San Viator. El Obispo debía sentirse un poco triste, pero el Padre Querbes estaba feliz.

            En 1850, los Clérigos de San Viator dirigían siete escuelas en la diócesis y el Padre Querbes esperaba poder implantar un noviciado en la región de Rouergue.

            Ahora bien, el 4 de junio de 1850 el Obispo de Rodez le informaba que tenía la intención de crear una congregación diocesana calcada sobre la de San Viator. Los religiosos llevarían el nombre de “Hermanos Maestros de San Juan”. Serían también llamados así para conservar el recuerdo de Monseñor Juan Croizier. Además, para formar y dirigir a la nueva comunidad, el Obispo pedía al Superior que le cediera al H. Gonnet. ¡Y el Padre Querbes que contaba precisamente con él para desarrollar los Clérigos de San Viator en la diócesis!.

            El Padre Querbes le responde el 24 de julio. Comienza por formular algunas preguntas: ¿por qué no volver a tomar una antigua propuesta de Monseñor Croizier (establecer un noviciado en Nant) ¿Han desmerecido los Hermanos de San Viator? ¿Una congregación diocesana es más flexible y más segura que una congregación aprobada por la Santa Sede? Y le propone: “Que la casa de Nant sea erigida en noviciado, que un eclesiástico de su confianza tenga la dirección espiritual y temporal y, si quisiera agregarse a nuestra Congregación, que tendría también la dirección religiosa y la de todas nuestras casas de Aveyron, que nuestros Hermanos de Nant den allí lecciones y que se habitúe a los novicios y a nuestros usos y costumbres. Poco importa que esos novicios estén destinados a formar parte de una congregación particular o agregarse a la nuestra. Que si a V.E. le gusta la idea, nosotros podemos permanecer en el Aveyron hasta  que la Congregación proyectada pueda tomar la dirección de nuestros establecimientos y entonces nos retiraremos contentos de que Dios sea glorificado sin importarnos por quién.”

            La propuesta no era equivoca y las líneas finales no eran sólo una fórmula. El Padre Querbes sabía que los escritos permanecen y que esta carta le comprometía.

            Monseñor no aceptó este ofrecimiento. Más tarde el asunto se arregló y el 29 de junio se firmó el contrato. Los Hermanos de San Juan, si lo deseaban, se convertían en Catequistas parroquiales, pero como concesión a la coquetería episcopal, podían conservar el nombre de San Juan. El Obispo cedía la casa de Nant. El Padre Querbes, por su parte, se comprometía a mantener a los Hermanos en la diócesis.

            Quince Hermanos de San Juan se convirtieron en Clérigos de San Viator. Algunos de ellos marcarán con su fuerte personalidad la Congregación en la que entraban: Juan Bautista Alvernhe, José Beliéres, Bertrand Dardé, Guillermo Gaillac, Celestino Souques. El H, Gonnet fue nombrado su superior.

            Poco tiempo más tarde el noviciado abandonaba Nant, de difícil acceso, para trasladarse a Espalion al norte de Rodez. En 1858, gracias al apoyo del Señor Sabathier, vicario general de Rodez, la Congregación pudo adquirir cinco hectáreas en la meseta de Camonil, a la entrada de Rodez. Allí fueron instalados la dirección, el noviciado y las primeras construcciones de un internado que se desarrollaría durante los años siguientes, San Luis de Camonil. La obediencia de Rodez comenzaba bien.

1855. EL COMENTARIO DE LOS ESTATUTOS. 

            La redacción del Directorio databa de 1833, una época en la que la Sociedad constaba solo de seglares. El libro quería ser una guía para los cristianos comprometidos en la catequesis y en el servicio parroquial. Luego, la Sociedad había perdido los seglares y se había convertido en congregación, pero el texto no contenía nada concerniente a los compromisos propios de un religioso. Por consiguiente había que completarlo. El desarrollo de la Congregación añadía incluso cierto grado de urgencia: mientras no hubo más que un noviciado, el maestro de novicios y el superior que estaba, cerca daba una formación, un espíritu propio que aseguraba la cohesión del grupo. Pero con la apertura de los noviciados de Ternes, de l’Indstrie, de Nant, sin contar los que hubiera podido existir en San Luis o Sirdhanah ¿ cómo transmitir lo que era específico de la Congregación? Los estatutos existían, pero el texto esencialmente jurídico no dejaba mucho espacio al espíritu. Se presionó al Fundador para que revisase el Directorio o para que redactara otro texto.

            Redactó tres borradores. En la redacción final, el Padre Querbes tuvo en cuenta algunas observaciones. En cuanto al prefacio definitivo, tres cuartas partes son de Monseñor Bourget: la cuarta versión del comentario, escrita con una escritura fina y muy cuidada, ocupa cincuenta y un páginas de cuaderno, titulado: “Manual necesario del Clérigo de San Viator”.

         “Importa que a todo trance justifiquemos el nombre con que la Iglesia distingue a nuestro Instituto. Los males que la devastan provienen sobre todo de la ignorancia de las tres primera verdades de la religión en que languidecen los niños. Estudiar y enseñar la Doctrina Cristiana: esa es nuestra vida. Cualquier negligencia en este punto sería deplorable, podría llevar consigo las más graves consecuencias, e infundir, en el ánimo y en el corazón de los niños, prejuicios y falsas ideas que sólo se acaban con la vida, por lo que se han de evitar con el mayor cuidado. Si en  alguna otra congregación pudiera llegar a pensarse que el oficio de catequista es cosa exclusiva de los que tienen cura de almas, no se puede concebir tal aberración en un miembro de nuestros Instituto”. El Padre Querbes no siguió los consejos de Monseñor Bourget que le proponía suprimir o atenuar la última frase.

            A lo largo de estas páginas, cuando habla de los religiosos, el Padre Querbes emplea raramente la palabra “clérigos”, “religiosos”, “hermanos”, emplea más habitualmente “Hermanos de San Viator”, “Clérigos de San Viator”, “Hermanos Catequistas”, “Catequistas de San Viator”, o sencillamente el término que encontramos más a menudo, “Catequistas”. Cuando habla de los sacerdotes de la Congregación, les llama “Sacerdotes-Catequistas”, ¿Es una casualidad?.

            Si el primer fin del Instituto no debe perderse de vista, no conviene sin embargo descuidar el aspecto profesional. Ya que se debe enseñar, hay que ser competente: “Aunque sea la doctrina cristiana el fin principal de la instrucción que se da en nuestras escuelas y la que debe predominar y difundirse por todos los ramos de la enseñanza, sin embargo, no se han de descuidar éstos últimos, a pesar del lugar secundario que en ella ocupan. Sea cual fuere la materia de los estudios, importa sobremanera que las lecciones sean sólidas y vayan bien explicadas; que no se limite el maestro a cargar la memoria de los niños de nociones superficiales que se olvidan tan pronto como se aprenden, sino que nutra su inteligencia con principios cuya aplicación práctica active y robustezca más tarde el recuerdo de los mismos...

            El comentario de los artículos referentes a los votos aborda sobre todo el aspecto jurídico de la profesión religiosa. 

El comentario de los estatutos no fue publicado mientras vivió el Fundador, sino en 1861, cuando se editó según el plan sugerido por Mons. Bourget el Manual necesario de los Clérigos de San Viator.

ÚLTIMAS PENAS, ÚLTIMAS ALEGRÍAS

            Desde 1833, de las tres Señoras Comte que habían sostenido financieramente las realizaciones del párroco de Vourles, no quedaba más que la menor, Atoinette –Fleurie. Su generosidad, el interés que mostraba hacia los Clérigos de San Viator la habían hecho entrar de alguna manera en la familia. Al final de muchas cartas dirigidas al Padre Querbes, los Hermanos piden que la salude de su parte. Murió en julio de 1853 y legó 25.000 francos al Padre Querbes. Pidiendo en préstamo otra suma semejante, pudo comprar, en agosto de 1854, la pequeña propiedad que las Señoras poseían en Vourles y que se componía de una casa habitación, dependencias y cuatro hectáreas de tierra..

            El día en que se firmaba en Lyón el contrato para la compra de la pequeña propiedad, moría en Vourles el Padre Faure. El “querido compañero” de los comienzos, con el que contaba el Fundador. El Hermano Liauthaud sufrió un ataque de asma y una congestión pulmonar. Murió el 26 de noviembre de 1857. El Padre Querbes fue informado de su enfermedad. El H. Carlos Saulin cuenta cómo el superior se enteró de su muerte: “Un día, cuando llegó el correo, yo estaba en la habitación del Padre Querbes. Había muchas cartas. Después de leer algunas líneas de cada una, miraba la firma y pasaba a otra. De repente, cogió una. Apenas la abrió gritó:

            -¡Dios mío! ¡Qué desgracia!
            -¿Qué? le dije.
            -¡Ay! Acabo de perder mi brazo derecho. El pobre Padre Liauthad ha muerto.
            Y se pudo a llorar”.

            Al final del año escolar 1858-1859 la Congregación contaba con 250 religiosos, 45 de los cuales en Canadá. Dirigía en Francia 106 escuelas en 21 departamentos, 4 sacristías y una providencia; en Canadá, 2 colegios, una institución para sordomudos, 7 escuelas y 2 parroquias.

            El Padre Querbes seguía siendo párroco de Vourles. Sin embargo, a partir de 1840, el Padre Hugo Favre le secundaba como coadjutor. Uno de sus primeros actos como párroco había sido fundar la congregación del Rosario (diciembre de 1822). Uno de sus últimos actos fue crear, el 2 de febrero de 1859, la “pequeña asociación de los Santos Ángeles” para poner a los niños “bajo la perseverancia en el bien y de prepararlos a entrar en la congregación de hijos de María”. Desde hace más de cien años, la asociación y su revista “L’Ange Gardien” siguen su trayectoria.

1 DE SEPTIEMBRE DE 1859. LA MUERTE

            “La vida de nuestro Fundador fue una continua lucha”, resume Juan Bautista Clavel. Si el Fundador ha entablado y ganado tantos combates, no pudo vencer a un enemigo oculto que iba a llevárselo: la diabetes. Hacia 1852 o en 1853 había ya notado los primeros síntomas de la enfermedad. Tuvo una señal de alerta seria a comienzos del año 1858 y en enero de 1859 una crisis aguda seguida de una tregua. Pero durante el mes de abril la enfermedad volvió con más fuerza y se le creyó perdido. El Padre Favre había incluso convocado a los religiosos para el último adiós. El Padre Querbes dictó su testamento en el que instituía al Padre Favre o en su defecto al H. Blein como legatario universal.

            Sin embargo una mejoría inesperada trajo de nuevo la esperanza. El 17 de mayo el Padre Querbes escribe al H. Gonnet: “Solamente ayer comencé a escribir, yo estaba resignado a la voluntad divina y lo estoy todavía para consagrar lo que me quede de fuerzas y de vida por el bien de nuestro Instituto. Pero ya basta de hablar de mí mismo”.

            Recuperó parte de su actividad, pero durante el verano la enfermedad se agravó y el 25 de agosto los religiosos de Vourles y de las comunidades vecinas que se habían reunido según su costumbre para la fiesta de San Luis, lo hacen alrededor de un superior gravemente enfermo. El enfermo baja de su habitación a la terraza donde bajo los castaños de indias se había colocado la mesa. “Con el rostro sonriente, pero profundamente alterado por el sufrimiento, se esforzó por alegrar esta reunión con palabras amables” (José Paillés). Pero todos eran muy conscientes de que se trataba del último encuentro.

            El 29 de agosto el Padre Querbes recibió los últimos sacramentos de manos del Padre Hugo Favre. Al final de la ceremonia dirigió sus últimas recomendaciones, que su secretario, Francisco Favre, hermano de Hugo, escribió: ¡Ánimo, Hijos míos! Ahora me corresponde a mí hablaros, pero no tengo fuerzas. Habéis visto la unión que ha existido siempre entre el Sr. Favre y yo. Obedecedle de la misma manera que me habéis obedecido a mí. Desterrad de vosotros todo espíritu partidista y de sistema. Sed obedientes. Comunicad mis recomendaciones a los ausentes. Os doy mi bendición, así como a todos los demás.”

                La muerte sobrevino el jueves 1 de septiembre a las nueve y cuarto de la noche.

          Los funerales se celebraron el 5 de septiembre. Según la costumbre en los entierros de los sacerdotes, presidió el párroco decano de Saint-Genis. El sacerdote Pater pronunció el elogio fúnebre de quien había sido su amigo.

              Los restos mortales reposan todavía en el cementerio de Vourles al pie de una gran cruz. En una sencilla lápida de piedra hay grabada esta inscripción:

Bajo esta piedra,
Descansa, esperando la bienaventurada resurrección,
el cuerpo de
Juan Luis José María QUERBES, sacerdote de un celo,
de un desinterés, de una caridad admirables,
que durante treinta y siete años fue párroco de Vourles,
y fundó el Instituto de los Clérigos de San Viator.
Murió el 1 de septiembre de 1859, a la edad de sesenta y seis años.


2.3  Preguntas personales :

Con mucha tranquilidad responde a las siguientes preguntas:

1.- ¿ Haces evaluación de tu vida o examen de conciencia en forma periódica? ¿cómo lo realizas?

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2.- Si el Señor te viniera a pedir cuentas de tu vida ¿ Qué le dirías ?

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3.- ¿Vives en actitud de espera, de vigilia ? Explica.

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4.- ¿ Qué virtudes te ayudan a crecer y vivir en comunidad?

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5.- ¿ Te consideras obediente? ¿ A quién obedeces?

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2.4  Complementación doctrinal :

     La colaboración en la pastoral

            En Vourles, el P. Querbes tuvo la suerte de ver llegar a Pierre Magaud y lo transformó, como él mismo nos cuenta, en su " cantor, sacristán, catequista, comensal y compañero". Como hombre práctico, pensó beneficiar a sus hermanos, aislados en las parroquias tan desprovistas como la suya, de personas que estarían cerca de ellos y participarían activamente en el servicio parroquial. Es lo que expuso al Papa, el 20 de junio de 1838: "Los asociados con Clérigos parroquiales, es decir según la intención del santo Concilio de Trento, ses 23, cap.17, que se encargan del canto en la iglesia, de las ceremonias sagradas y del servicio de los santos altares, demasiado descuidados por nosotros y con frecuencia abandonados a servidores mercenarios. por otra parte, serían a menudo compañeros(...) no inútiles para muchos párrocos.

            El P. Querbes quiere, por consiguiente, proporcionar a los sacerdotes unas personas que colaboren en la transmisión de la Palabra, en la celebración de la liturgia, en el cuidado material de la iglesia; y todo con espíritu de servicio y de iniciativa, es decir un verdadero sentido eclesial. Como su patrono, Viator, lector ante el Pueblo de Dios e indefectible colaborador de su obispo. El P. Querbes no intentó dotar a su institución de una acción propia, hacer un cuerpo exento. Al contrario, llegó incluso a imaginar a estos colaboradores de los sacerdotes " bajo la dirección inmediata (del obispo) y enviados a los párrocos un poco como los coadjutores". Por eso estarán interesados en lo que se ha llamado después en Francia, una "pastoral de conjunto".

¿Por qué no dar un reconocimiento oficial a este ministerio de maestro- cristiano. colaborador del sacerdote, confiriendo a quien lo ejerce una orden menor, como parece permitirlo una disposición del Concilio de Trento? Para designar a los que ejercen esta función, el P. Querbes inventa otro nombre, sinónimo de Catequistas: serán "Clérigos parroquiales". Se trata de clérigos parroquiales, escribe a su obispo el 21 de octubre de 1831, encargados del cuidado de la escuela (de la escuela donde se da la catequesis) y de la sacristía (el cuidado de los altares y la liturgia) y enviados por el obispo a las parroquias como coadjutores. Las dos funciones específicas ( la enseñanza de la doctrina cristiana y el servicio del santo altar) encuentran su síntesis en la función de clérigo parroquial. No se trata de clérigo simplemente sino de clérigo parroquial. En su carta al obispo, el 21 de octubre de 1831, el P. Querbes dice, hablando de Vourles:" Después de todo, no se trata más que de otro seminario menor, vivero no de párrocos y de coadjutores (clérigos de la clericatura) sino de clérigos parroquiales. El nombre compuesto habla bastante por sí mismo si lo tomamos entero, sin mutilarlo de un calificativo que le da pleno sentido.

            El marco parroquial puede evolucionar. Pero ¿ perderá su urgencia la colaboración pastoral, bien sea al servicio de una parroquia o de una realidad más amplia, en todo caso al servicio del Pueblo de Dios? Transmitir la Palabra, celebrar la liturgia, permitir al Pueblo de Dios que viva el Evangelio de manera más radical, introducir personas en las comunidades cristianas significativas que sean a la vez "luz y sal" (cf Mt 5,13-16), siempre en un servicio de iniciativa pero también de corresponsabilidad, ¿ no es un desafío que hay que aceptar ininterrumpidamente? El P. Querbes imaginaba al clérigo parroquial polivalente, pero es la Sociedad a la que pertenece la que es polivalente. No se estructura solamente en una tarea exclusiva. Su misión presenta varios aspectos, lo que permite a sus miembros aceptar compromisos en un abanico abierto sin limitarlos a una actividad estrecha o exclusiva. Por encima de los riesgos de dispersión debido a la fantasía personal o al utilitarismo de los administradores eclesiásticos, ¿ no es una preciosa riqueza para el futuro?.


3.      TRABAJO GRUPAL.

-  Oración de comienzo.

-  Dinámica si procede.

-  Puesta en común de lo leído y del trabajo personal.

-  Oración final. (Dar gracias, perdón, pedir ayuda.)


4.      EVALUACIÓN.

1.- ¿ Qué congregación se unió a los Clérigos de San Viator en 1853 ?

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2.- ¿ Qué palabra emplea más habitualmente el P. Querbes para referirse a los HH?

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3.- ¿ Quiénes fueron las hermanas Comte? ¿ Quién fue la última que murió?

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4.- ¿ Con cuántos religiosos contaba la Congregación en 1852?

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5.- ¿ Cuáles fueron las últimas palabras del P. Querbes ?

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